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David frente a Goliat: fuerzas ucranianas están en desventaja, pero pueden hacer mucho daño al ejército ruso
Ucrania ha reforzado su ejército y puede recurrir a una ciudadanía muy motivada para resistir contra las poderosas fuerzas de ocupación. Y a Putin lo último que le interesa es una guerra prolongada.
El destartalado ejército ucraniano no ofreció resistencia a la anexión de Crimea en febrero de 2014. Desde entonces, el ejército ucraniano, mal equipado pero bien motivado, ha sufrido miles de bajas mientras luchaba contra las fuerzas separatistas en la región oriental de Donbás. Mientras tanto, el país se ha embarcado en un programa de reforma de su ejército, a menudo desordenado, que lo ha convertido —aunque sigue siendo vulnerable en muchos aspectos vitales— en una fuerza bastante más relevante.
Desde 2014-15, Ucrania ha triplicado su presupuesto de defensa y ha intentado modernizar sus fuerzas, no solo para defenderse de Rusia, sino para cumplir con los estándares exigidos por la Otan como requisito de entrada. Los resultados han sido dispares. Sobre el papel, su ejército parece impresionante, con unos 800 tanques pesados y miles de otros vehículos blindados que protegen y transportan a una fuerza regular de unos 200.000 efectivos. Son tropas mucho mejor entrenadas que en 2014. Tienen un buen liderazgo, especialmente en el crucial cuadro de suboficiales, la columna vertebral de cualquier ejército. Y lo que es más importante, la mayoría de los observadores afirma que la moral y la motivación son altas.
Pero esto es solo una parte de la historia. La mayor parte de su armamento y equipo es relativamente antiguo y, aunque las fábricas han estado produciendo versiones modernizadas de modelos antiguos, como el tanque T72, estas proporcionan poca oposición efectiva a los mucho más modernos tanques y vehículos blindados rusos, algunos de los cuales son iguales o superiores a los mejores de la Otan.
Además, el ejército ucraniano es vulnerable tanto a la artillería rusa, tradicionalmente el brazo más formidable del Ejército Rojo, como a la amenaza que suponen los aviones de ataque rusos. Los recientes regalos de misiles antitanque y antiaéreos de la Otan y otro armamento impondrán pérdidas a las fuerzas rusas, pero no cambiarán las reglas del juego.
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La fuerza aérea ucraniana posee una flota considerable de aviones de la época de la guerra fría y el personal está bien organizado y entrenado. Pero Rusia ha configurado sus “fuerzas aeroespaciales” para obtener y mantener un control crucial del aire utilizando, entre otros sistemas, los temibles misiles antiaéreos de largo alcance S400. Estos sistemas hacen reflexionar a las fuerzas aéreas más avanzadas de la Otan, por no hablar de los cazas y bombarderos de la década de 1990 de Ucrania.
Los avanzados cazas y misiles rusos dominarán el cielo a su debido tiempo, aunque los ucranianos han logrado algunos éxitos contra las expectativas de muchos. Hay informes creíbles de que los cazas ucranianos siguen volando y, sorprendentemente, han derribado varios aviones rusos. Sus viejos —pero en las manos adecuadas todavía eficaces— misiles antiaéreos también han causado pérdidas rusas, según fuentes ucranianas. La armada es ahora militarmente insignificante, sobre todo debido a que gran parte de ella fue hundida en el puerto a las 24 horas del comienzo de las hostilidades.
Fortalezas y debilidades
Es muy poco probable que los generales ucranianos jueguen con los puntos fuertes de Rusia y desplieguen fuerzas para ser arrasadas por su artillería o su potencia aérea. De hecho, han visto ya esta película en el pasado. En julio de 2014, una formación de tropas ucranianas fue destruida por un ataque de artillería de cohetes en el este de Ucrania. Lo notable fue la forma en que los cohetes fueron guiados a sus objetivos por drones operados por tropas separatistas apoyadas por Rusia.
Centrarse únicamente en la calidad o la cantidad de los equipos es siempre un gran error. Una cosa es tener ventaja en el componente material de la guerra y otra muy distinta es convertirla en éxito. Los ucranianos tratarán de explotar la vulnerabilidad de Rusia al tener que librar una larga campaña militar con el potencial de sufrir grandes bajas políticamente perjudiciales.
Muchos ucranianos tienen un conocimiento básico del manejo de las armas: los varios cientos de miles de reservistas convocados cuando Rusia invadió el país ciertamente lo tienen. Puede que les falten los tanques modernos y el armamento sofisticado, pero es posible que tengan ventaja en el terreno moral y conceptual.
Existe una fuerte tradición de guerra partisana en Ucrania, donde las ideas de “defensa territorial” —grupos insurgentes que luchan en pequeñas acciones en un terreno que conocen bien, respaldados, cuando es posible, por unidades del ejército regular— están profundamente arraigadas.
En los primeros días de la guerra fría, después de que el país se liberara de la ocupación alemana, el “Ejército Insurgente” solo fue derrotado finalmente en 1953. Durante este tiempo causaron decenas de miles de bajas. Puede que el resto del mundo lo haya olvidado, pero este conflicto se recuerda bien en Ucrania.
Las cacareadas fuerzas armadas rusas ya han desplegado una gran proporción de sus tropas terrestres, y tienen una capacidad muy limitada para ocupar el terreno disputado por los insurgentes o —lo que es aún más importante— para mantener las operaciones más allá de la primera fase de “irrupción” en la guerra. Lo último que quiere Putin es una guerra prolongada, con sangrientos combates urbanos y ecos de Chechenia, que es lo que probablemente le darán las fuerzas ucranianas.
La guerra sigue su propio curso, pero el enfoque ucraniano más probable y sensato será cambiar tierra por tiempo. Esperarán infligir bajas y atraer a las fuerzas rusas hacia las zonas urbanas, donde sus ventajas son menos pronunciadas. En caso de derrota en el terreno, los defensores de Ucrania podrían pasar a una insurgencia bien armada, altamente motivada y prolongada, probablemente apoyada por Occidente. Esta es la pesadilla de Putin.
La otra cara de esa moneda en particular es que el apoyo occidental podría generar una respuesta impredecible y altamente peligrosa. Putin ya ha amenazado con “consecuencias como nunca habéis encontrado en vuestra historia” a quienes “intenten obstaculizarnos”, haciendo clara referencia al vasto arsenal nuclear de Rusia. Ante la derrota o la humillación, la racionalidad puede escasear.
Por: Frank Ledwidge
Senior Lecturer in Military Capabilities and Strategy, University of Portsmouth
Artículo publicado originalmente en inglés por The Conversation