Estados Unidos
Después del caos en Washington ¿Dónde está Melania Trump?
La primera dama no ha aparecido públicamente en 2021 y no hay información sobre cómo habría vivido la caótica jornada de protestas del miércoles en Washington. “Se esfumó”, publica la prensa.
Este miércoles pudo ser uno de los días más difíciles de Washington en la historia reciente. El caos y la violencia que se vivió en el Capitolio no tiene antecedentes en ese país. Por cuenta de ese espectáculo, a Donald Trump todos le piden que se vaya de la Casa Blanca. El Washington Post y The Wall Street Journal le pidieron la renuncia. El Congreso analiza aplicar la enmienda 25 que permite que el vicepresidente asuma el poder cuando el primer mandatario no está capacitado para gobernador. “Está mentalmente inestable”, han sostenido sus más allegados. “Ese día fue un mounstro”, dijo uno de los miembros del gabinete. Sus más cercanos colaboradores han comenzado a renunciar en cascada. Twitter, Facebook e Instagram le suspendieron sus cuentas. Y en ese mar de noticias que salen cada minuto, hay alguien sobre la cual no se sabe nada: Melania Trump.
Durante las últimas semanas, diferentes medios han especulado sobre el inminente divorcio de la pareja. Algunos aseguran que ella ya habría hablado con abogados para hacer cuentas de cuánto le representaría un acuerdo económico y otros que tendría vista una residencia para irse apenas se acabe el mandato. Nada de eso se ha confirmado. Sin embargo, el caos que se vive en la Casa Blanca ha aumentado los rumores y la curiosidad sobre cuál será la posición que asumirá de ahora en adelante.
Por lo pronto, solo se sabe que la última vez que trinó fue el 1 de enero para desear un feliz año y paz para 2021. Todo lo contrario sucedió esta semana.
Wishing everyone a #HappyNewYear! May 2021 be filled with the blessings of joy, good health & peace throughout the year!
— Melania Trump (@FLOTUS) January 1, 2021
Con las protestas en Washington, se ha dicho que Melania quedó sola en la Casa Blanca. Su mano derecha, Stephanie Grisham, la jefa del gabinete de la primera dama, presentó de inmediato su renuncia ante el estruendo que ocasionó su marido. Por lo pronto, Melania ha guardado un silencio sepulcral frente a ese hecho.
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“Melania Trump ha optado por no pronunciarse con respecto a lo sucedido, ni a la situación política ,ahora que está a punto de dejar la casa blanca. Aunque es algo habitual en ella el no pronunciarse sobre las polémicas más fuertes”, advierte la revista Vanity Fair. Ivanka Trump, por el contrario, salió a defender a su papá en medio de esa violenta jornada y fue duramente criticada.
No. Peaceful protest is patriotic. Violence is unacceptable and must be condemned in the strongest terms. https://t.co/GwngZTqzTH
— Ivanka Trump (@IvankaTrump) January 6, 2021
Como un hecho bastante inusual, la primera dama había compartido hace unas semanas un mensaje en el que dejaba ver que estaba de acuerdo con la tesis de Trump de que había fraude en las elecciones. “El pueblo estadounidense merece elecciones justas. Cada voto legal, no ilegal, debe contarse. Debemos proteger nuestra democracia con total transparencia”, era su mensaje.
Lo que sucedió este miércoles muy seguramente le generó muchas reflexiones. Faltan menos de 15 días para que dejen la Casa Blanca, y eso contando con que no prosperen muchas de las propuestas que buscan sacarlos antes. Y, por ahora, Melania, de su futuro, no ha dejado pistas.
Melania, una primera dama que siempre generó misterio
La mirada fría y la actitud distante de Melania la han convertido en la primera dama más enigmática que ha tenido Estados Unidos en los últimos tiempos. Durante los cuatro años del mandato de su marido Melania hizo todo lo posible por mantenerse al margen de cualquier asunto político. Cumplió con las responsabilidades de la agenda, pero no fingió por un momento estar a gusto en su rol de esposa norteamericana.
Y es que Melania no se casó con un político, se casó con un magnate. La supermodelo, de origen esloveno, habla siete idiomas y comenzó su carrera a los 16 años. A los 28 conoció a Donald Trump en una fiesta en Nueva York cuando él era un empresario de los bienes raíces y ella la imagen de una marca de ropa en Yugoslavia. Seis años después, cuando ella modelaba en revistas para adultos y él presentaba ‘El Aprendiz’ se casaron.
Era el primer matrimonio de Melania y el tercero de Trump. La celebración sentó el tono de la relación, solo el anillo de compromiso costó $3 millones de dólares, el vestido de novia costó $80.000 dólares y la lista de invitados superó el centenar de celebridades. Los Trump eran la pareja del momento y Melania encajó en la vida de lujos que tenía su esposo en Nueva York.
Nunca se vio a obligada a construir relaciones con los hijos mayores de Trump, a los que les lleva apenas unos años. Su rol en la mansión Trump era más de modelo que de madre. Hasta que en 2006 quedó en embarazo y se dedicó a su único hijo, Barron William. “Donald no está muy involucrado en su crianza”, dijo en una entrevista, “pero está bien, lo importante en un matrimonio es saber a qué se dedica cada uno”.
La inmensa sonrisa que porta Melania en las fotos de su boda no apareció en los primeros días de la Presidencia de su esposo. La primera señal de que las cosas en la Casa Blanca serían diferentes con los Trump llegó al poco tiempo de las elecciones de 2016. Melania anunció que ni ella ni su hijo Barron se mudarían a Washington. Aunque en un principio justificó la decisión con las actividades escolares del menor de los hijos de Trump, más tarde se supo que se trató de una táctica de presión para que su esposo firmara nuevas capitulaciones en su acuerdo prenupcial.
Ella creía que con la Presidencia las condiciones de su matrimonio cambiaban, y estaba dispuesta a todo, incluso a aprovechar las acusaciones de mujeriego contra su esposo para que él accediera a modificar algunos de sus tratos previos. Su plan funcionó: Trump aceptó y, unos días después, ella llegó con su hijo a la Casa Blanca y volvió a sonreír en las fotos.
Los frecuentes desplantes de Melania a Trump alimentaron la idea de que en realidad viven en un matrimonio donde hace rato se acabó el amor si es que alguna vez lo hubo. El 20 de enero de 2017, Trump asumía la Presidencia y en el fondo Melania abría los ojos en terror. El hashtag #FreeMelania (liberen a Melania) fue tendencia durante horas y el episodio marcó el tono con el que el público leería la relación por el resto de la administración.
“Es un matrimonio extraño”, confesó la mucama de una de sus propiedades. “Nunca los veo como una familia normal, sentados en la misma mesa, comiendo juntos, hablando. Nunca. Pasan tiempo en el mismo lugar, pero nunca interactúan”.
La distancia en el matrimonio Trump choca frente a las imágenes de presidentes anteriores que siempre mostraron el lado más amable de su familia. Incluso Bill Clinton se veía más cercano a Hillary a pesar del escándalo por sus infidelidades en la oficina oval. Trump no se esforzó demasiado por mantener la fachada y desde el principio dejó claro que confiaba más en su hija Ivanka que en su propia esposa para asuntos oficiales.
Melania nunca pretendió cambiar el mundo desde su posición de poder y no se espera que esta vez lo intente. En repetidas ocasiones dio pasos en falso que demostraron que su papel era más figurativo que activo. Su primer error fue leer un discurso plagiado de Michelle Obama en la convención republicana de 2016 cuando su esposo estaba en plena campaña a la Presidencia. Desde entonces no confía en su equipo cercano y prefiere guiarse “por su propia intuición”, aunque no siempre con éxito.
En las contadas ocasiones en las que Melania se involucra siempre hay un detalle que aparece para nublar sus acciones. En el lanzamiento de su iniciativa “be best” para luchar contra el cyberbullying y el uso de drogas, los comentarios se centraron en el que el nombre no era gramáticamente correcto. En su visita a las víctimas del huracán Harvey, los comentarios se centraron en sus tacones de $540 dólares. A veces lo hace con la intención de molestar a su marido, otras simplemente se equivoca.
Pero a pesar de su relativa discreción, Melania ha encontrado la manera de demostrar su poder en la Casa Blanca. En más de una oportunidad ha logrado que Trump despida a asesores que la desautorizan. El caso más sonado fue el de Mira Ricardel, asesora adjunta de Seguridad Nacional, quien discutió con la primera dama en un viaje a África. Melania le pidió discretamente a su esposo que la apartara del cargo y ante la negativa, publicó un comunicado sin precedentes en el que decía que “es la posición de la Oficina de la Primera Dama que Ricardel ya no merece el honor de servir en esta Casa Blanca”.
Nunca antes una primera dama había pedido públicamente la cabeza de una funcionaria. Pero la estrategia funcionó: Trump, enfurecido por la vergüenza que le estaba haciendo pasar su esposa, no tuvo más remedio que apartar a Ricardel de sus funciones.
A pesar de las señales confusas, el libro de Mary Jordan, corresponsal en la Casa Blanca del Washington Post, asegura que Melania es más feliz de lo que parece en su cargo. En vez de presentarla como una mujer sumisa y atrapada en su matrimonio, la describe como una persona manipuladora, interesada y perseverante. “Es mucho más parecida a él de lo que parece. Ambos son ávidos creadores de su propia historia”, asegura Jordan.
Ahora que su esposo deja la Casa Blanca, su rol sigue generando rumores. Se ha dicho que ella aceptó primero que él la derrota y que es quien más le ha insistido en hacer un transito más sencillo para su salida. Por ahora, nada es seguro sobre lo que vendrá en enero el día de la posesión de Joe Biden, cuando la pareja tenga que dejar el poder.