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El oscuro expediente de los alfiles de Trump
Racismo, tolerancia a la tortura y agresividad contra el islam hacen parte del historial de los hombres con los que se rodea el presidente electo, como confirman sus tres nombramientos clave.
Los peores temores comienzan a confirmarse y tomar forma con los nombramientos de Donald Trump. El magnate se presentó en campaña con una retórica xenófoba, racista y misógina. Aunque después intentó bajarle el tono en sus primeros discursos como presidente electo, los que creían que la victoria en las urnas lo iba a suavizar estaban pensando con el deseo.
Ya se sabía que su vicepresidente, Mike Pence, es un fervoroso religioso que lanzó cruzadas contra el aborto y los gays. Y sus tres nombramientos del viernes para fiscal, asesor de Seguridad Nacional y director de la CIA confirman el perfil ultraconservador del gobierno en ciernes. Estos son los antecedentes de Jeff Sessions, Michal Flynn y Mike Pompeo.
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Jeff Sessions, un duro contra la inmigración salpicado por el racismo
Este senador ultraconservador por el sureño estado de Alabama, con una durísima posición en materia de inmigración, será el próximo secretario de Justica, una suerte de fiscal general.
El contraste no puede ser mayor, pues mientras Obama nombró a un hombre y una mujer afroamericanos en ese cargo (Loretta Lynch y Eric Holder), a Sessions todavía lo persiguen sus palabras abiertamente racistas en los ochenta. En 1986, por ejemplo, cuando era fiscal federal en Alabama, reprochó a un abogado blanco haber defendido a un cliente negro, lo que, a su juicio, era "una vergüenza para su raza".
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El primer senador que dio su respaldo a Trump posiblemente traerá al departamento una voz sistemáticamente conservadora.
Este ex fiscal federal ha cuestionado si los acusados de terrorismo deben recibir la protección del sistema judicial estadounidense, se opone al cierre del centro de detención de Guantánamo y ha dado prominencia al tema de fraude electoral, un problema que el Departamento de Justicia bajo la dirección actual considera insignificante.
Desde 1997 representa a Alabama en el Senado, donde se hizo popular por oponerse a varios proyectos de regularización de los indocumentados durante las presidencias del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama.
Sessions afrontará una audiencia de ratificación ante sus colegas en la Comisión Judicial del Senado, posiblemente en enero. Su anterior audiencia de ratificación, en 1986 para el cargo de juez federal, terminó en fracaso ante las denuncias de sus declaraciones racistas.
Michael Flynn, un general amigo de Rusia y enemigo del islam
El hombre elegido por Trump para dirigir su Consejo de Seguridad Nacional (NSC) es un militar retirado con una brillante carrera a sus espaldas, conocido por ser un crítico implacable del extremismo islámico.
Flynn, de 57 años, dirigió la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) y fue una de las pocas figuras de la élite republicana en apoyarlo durante su campaña electoral.
En declaraciones públicas -incluso en su intenso discurso en la Convención Nacional Republicana-, Flynn ha enfatizado su filosofía de que los extremistas del grupo Estado Islámico representan una amenaza existencial a escala mundial. Ha exigido una campaña militar estadounidense más agresiva y ha expresado que Washington debe trabajar de cerca con Moscú.
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Ha atizado la polémica con sus urgentes advertencias sobre los peligros de los grupos islamistas, quejándose en junio en CNN de que Estados Unidos necesita "desacreditar" al islamismo radical, pero que "ahora no tenemos permiso para hacer eso".
En agosto, cuando habló en un evento en Dallas para el grupo antiislámico Act for America, dijo que el islamismo "es una ideología política" y que "definitivamente se esconde detrás de una religión".
La simpatía de Flynn por Rusia y el antagonismo hacia lo que los conservadores llaman "islamismo radical" ha preocupado a algunos expertos de seguridad nacional. Flynn viajó el año pasado a Moscú, donde participó en la celebración de la cadena RT, un canal de televisión controlado por el gobierno, junto con el presidente ruso Vladimir Putin y otros funcionarios rusos.
Obama lo nombró en 2012 jefe de la DIA, en la que trabajan unos 16.500 funcionarios, pero fue obligado a renunciar menos de dos años después en el marco de turbulencias internas del organismo y conflictos con la administración estadounidense.
Su nombramiento no debe ser refrendado por el Senado.
Mike Pompeo, un halcón que excusa la tortura
El nuevo director de la CIA es un republicano de línea dura del estado de Kansas que comparte la combativa ideología internacional de Trump y, al igual que él, fue empresario antes de meterse en la política.
En 1986 se graduó en la prestigiosa academia militar de West Point, pero abandonó el Ejército en 1991 para estudiar Derecho en Harvard y posteriormente meterse en el mundo empresarial creando la empresa de componentes aeroespaciales Thayer Aerospace, que luego vendió.
Pompeo ha criticado duramente el acuerdo nuclear con Irán, ha denunciado a Hillary Clinton por el ataque contra la misión diplomática en Libia y por su uso de un sistema privado de correo electrónico, y sostiene que Edward Snowden es un traidor que merece la pena de muerte.
Antes de asumir el cargo, sin embargo, Pompeo debe ser confirmado por el Senado, ahora de mayoría republicana. Un tema que podría surgir son sus opiniones en torno a la tortura de prisioneros en la guerra contra el terrorismo. Trump se ha expresado partidario de esos métodos e incluso en una oportunidad dijo que "deberíamos hacerles algo peor que el ahogamiento simulado".
Durante la campaña, Trump indicó que trataría de modificar las leyes que prohíben el ahogamiento simulado y otros tormentos. Dijo que prohibir esos métodos deja a Estados Unidos en desventaja con respecto al grupo extremista Estado Islámico.
Pompeo, de 52 años, fue elegido al Congreso durante el auge del movimiento nacionalista Tea Party en el 2010. Participó en la comisión que investigó las muertes del embajador y otros tres estadounidenses en Bengasi, Libia, en el 2012.
La comisión emitió un reporte criticando al gobierno Obama, pero no halló pruebas de actividad ilegal por parte de Clinton, quien era secretaria de Estado.
Además ha criticado duramente el acuerdo internacional según el cual Irán debe limitar sus actividades nucleares a cambio de relajar las sanciones. Pompeo dice además que los dirigentes musulmanes son "potencialmente cómplices" en ataques terroristas si no denuncian la violencia cometida en nombre del islam.
*Con AP y AFP