VENEZUELA
“Se nos han ido más de 12.000 médicos”
El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, le cuenta a SEMANA sobre la crisis hospitalaria en Venezuela.
Semana: ¿Cuál es la situación de los médicos y los hospitales en Venezuela hoy?
Douglas León Natera: Los hospitales carecen de instrumentos y medicamentos, pero también de profesionales. Desde 2003 hemos visto la huida de casi 12.830 médicos de hospitales públicos y de clínicas. Y eso ha generado un déficit, especialmente de residentes en los hospitales.
Semana: ¿Qué porcentaje del total de médicos representa esa cifra?
D. L. N.: El Ministerio del Poder Popular para la Salud tiene matriculados 100.000 médicos. 20.000 son médicos comunitarios, que es una fórmula que el gobierno inventó para que individuos sin calidad ni cualidad puedan ejercer legalmente. Luego vienen 10.000 ciudadanos cubanos de los que no sabemos si son médicos certificados o no. Entonces quedan unos 70.000, que corresponden al último censo que hicimos acá en la federación en 2007. De esos, hasta hoy 25.000 se han jubilado o han muerto. Y así restan entonces 48.000, de los cuales, como ya le dije, 12.830 abandonaron su trabajo. 7.824 se fueron al exterior y el resto se pasó a la economía informal. Por ejemplo, se volvieron taxistas.
Semana: ¿Por qué se ventila esta información solo hasta ahora?
D. L. N.: Porque la situación ya es crítica. Desde el 1 de noviembre de 2014, en Venezuela no tenemos información epidemiológica y así no conocemos, por ejemplo, la evolución del chikungunya, ni la de la malaria o la tuberculosis… Entonces, ¡imagínese! Si el gobierno no informa sobre eso, lo cual es su deber, menos va a hablar de la situación que ha generado la ausencia de los médicos.
Semana: ¿Cómo así que no están registrando el chikungunya?
D. L. N.: En Colombia hay epidemia de chicungunya y allá el gobierno lo ha publicado. Acá en cambio lo ocultan todo. Los datos los deben tener porque los técnicos de salud los recogen, pero sencillamente no los quieren publicar y no tenemos manera de saberlo mediante informes oficiales. Solo lo vemos en las consultas en hospitales ambulatorios. Y en general, ya llevamos un buen tiempo viendo cómo las enfermedades infectocontagiosas vienen repuntando. Por ejemplo, en Cedeño, municipio del estado Bolívar, 90 por ciento de la población, que es minera, ha tenido malaria.
Semana: ¿Y por qué el gobierno se guarda esa información?
D. L. N.: Vaya uno a saber. Esas son las cosas absurdas que suceden aquí en Venezuela. Ellos deberían aprovechar esa información para buscar soluciones. Sin esos datos, la gente no se puede cuidar y los equipos de salud no logran hacer diagnósticos diferenciales.
Semana: De vuelta a la fuga de médicos. ¿Qué especialidades escasean?
D. L. N.: Hay carencia principalmente de anestesiólogos y neonatólogos. Una muestra es que, en el hospital Maternidad Concepción Palacios, antes se hacían no menos de 100 partos al día y a cada niño se le brindaba una terapia neonatal. Hoy son menos los partos y casi no podemos dar terapias. También faltan infectólogos, hematólogos, endocrinólogos y cardiólogos.
Semana: ¿Y qué es lo que está generando la huida?
D. L. N.: Buscan seguridad familiar, quieren vivir más tranquilos y desarrollarse profesionalmente. Pero esa es la situación no solo de los médicos. Se calcula que en los últimos 15 años un millón y medio de personas se han ido de Venezuela.
Semana: Con todo respeto: ¿no le parece una irresponsabilidad que los profesionales de un sector tan crítico decidan hacer maleta e irse?
D. L. N.: No es una irresponsabilidad. Es querer preservar la vida y buscar posibilidades de desarrollarse. Acá, cuando hemos denunciado casos de algunas enfermedades, nos han llamado apátridas y traidores. Por ejemplo, el presidente del Colegio de Médicos del estado Aragua, Ángel Sarmiento, el año pasado tuvo que huir porque la alternativa era ser llevado preso. Yo, sin embargo, a los médicos les recomiendo que se queden y que nos ayuden a reconstruir el país.
Semana: ¿Y usted por qué no se ha ido?
D. L. N.: Por autodeterminación y por creer en esta profesión y en que siempre hay una posibilidad de cambio. Acá no hay una revolución sino una ‘robolución’. Pero hay que tratar de resolver lo que se pueda, dando la pelea desde acá.
Semana: ¿Qué otros efectos se sienten tras la fuga de médicos?
D. L. N.: La gente se muere de mengua. Los pacientes tienen que comprar hasta la solución fisiológica, el antibiótico, el analgésico, la jeringa y la gasa para que los traten, ya que nuestros hospitales carecen de todo. Y lo peor es que ahora ni siquiera hay quien los atienda.
Semana: ¿Por qué no han cerrado los hospitales?
D. L. N.: Yo doy mi voto negativo a eso, pues no se gana nada. Si se cierra un hospital, la responsabilidad, que debería asumirla el gobierno, se la echarían toda al sector salud.
Semana: En medio de la carencia, ¿cómo hace por ejemplo usted para ejercer su profesión?
D. L. N.: Usando métodos de hace 30 o 40 años. Le pongo un ejemplo. Para revisar una próstata no tenemos los líquidos especiales necesarios, y por ello o el paciente tiene que inventarse cómo conseguirlos o el médico debe esterilizar agua como se hacía antes. Hemos estado involucionando. En lo médico, siento que hemos regresado a los años cuarenta.
Semana: ¿Qué solución ve para esta crisis?
D. L. N.: Necesitamos que nuestros profesionales regresen porque no hay forma de sustituirlos desde que los cargos se hacen por dedocracia. En Venezuela no se han vuelto a hacer concursos nacionales. Además, los necesitamos porque la defensa de la patria no se hace mirando hacia afuera, sino solucionando los problemas internos. Y algo más. Es necesario que el gobierno cumpla la Constitución y sus artículos 83, 84 y 85 que hablan de la salud como un derecho que el Estado debe garantizar.
Semana: Este año el gobierno anunció que destinará 38.000 millones de bolívares para fortalecer el Sistema Público de Salud. ¿Cree que esto aliviará la crisis?
D. L. N.: No, ese dinero es insuficiente y, además, es manejado sin Contraloría. El dinero que del PIB destinan a salud no se ve en los hospitales para resolverles los problemas a los pacientes.
Semana: En 2014, ustedes pidieron decretar la emergencia hospitalaria. ¿Lo harán otra vez?
D. L. N.: Aunque este año la situación ha empeorado, esta vez no le vamos a pedir nada al gobierno. Esperamos que sean los usuarios los que se tomen la palabra, porque ellos son los que están sufriendo las consecuencias.