Drogas sin castigo: ¿fin del mito?
En el barrio del Fin del Mundo, conocido en Lisboa por la abundancia de drogas ilegales, María se sienta bajo una carpa hecha con telas. Rodeada de jeringas desechadas y sangre, toma un cilindro de papel metálico y se pone a fumar heroína.
En casi todos los países del mundo, lo que hace María es ilegal. Pero en Portugal puede hacerlo tranquilamente, pues sabe que nadie la llevará a la cárcel.
Y no sólo puede fumar la heroína libremente sino que, incluso, organizaciones sociales y sanitarias que trabajan en este barrio la proveen de los implementos para consumir la droga.
Todo esto, porque hace exactamente ocho años, Portugal sancionó una ley que despenaliza el uso y la tenencia de drogas ilegales.
Consumo disminuyó
Con la puesta en marcha de esa polémica ley muchos pronosticaron desastres y dijeron que el país se iba a transformar en un centro turístico para los drogadictos de Europa.
Pero los resultados muestran que el consumo de drogas en el país no sólo no aumentó, sino que disminuyó. De hecho, las estadísticas del gobierno señalan que el consumo bajó 10%.
El país tenía, y sigue teniendo, serios problemas con la heroína, y es uno de los países de Europa con mayor índice de consumo de esa droga.
Ahora, el gobierno envía a quienes son descubiertos con esa u otras drogas ilegales a unas comisiones de disuasión que deciden si les cobran una multa o, si son adictos, les sugieren iniciar un tratamiento. Pero de todas maneras, el narcotráfico sigue siendo un delito grave.
Según el periodista de la BBC Mark Easton, quien visitó Portugal para investigar los resultados de la ley, cada vez más consumidores de drogas inician tratamientos para abandonarlas.
Además, el consumo de todas las drogas ilegales entre adolescentes desde 2001 ha bajado. Si bien los métodos de medición son relativos, lo sorprendente - afirma Easton - es que no hay pruebas de que el consumo haya crecido con la despenalización.
“Ninguno de los horrores”
Easton relata que los augurios de que Portugal se transformaría en una panacea de “sol, playas y las drogas que uno desee”, como pronosticaba un político antes de que entrara en vigor la ley, no han ocurrido.
Brendan Hughes, del Observatorio Europeo de las Drogas, con sede en Lisboa, dijo a la BBC: “No sabemos si es por la ley. No sabemos qué es lo que hace que la gente deje de consumir drogas. Lo que sí sabemos es lo que no ha sucedido: no ha habido una explosión en el consumo. El sentido común puede decir una cosa, pero todas las estadísticas afirman lo contrario”.
Un informe del centro de estudios estadounidense Cato afirma que “no se ha cumplido ninguno de los horrores que los opositores de la despenalización en todo el mundo suelen invocar”.
“En muchos casos sucedió exactamente lo contrario, dado que el consumo bajó en categorías clave y que en un régimen de despenalización las enfermedades relacionadas al consumo de drogas están mucho más contenidas".
En efecto, Paula Vale de Andrade, miembro de uno de los equipos sociales que asisten a los adictos, dijo a la BBC que, desde la nueva ley, sus “equipos callejeros” han podido disminuir radicalmente el número de infecciones por VIH y las muertes ocasionadas por el consumo de drogas.
"Cuando drogarse era un delito, mucho tenían miedo de acercarse a nuestros equipos. Pero desde la despenalización, saben que la policía no se meterá y vienen a nosotros. Esto ha sido un gran avance”.
No tan convencidos
Pero no todos aplauden la despenalización y muchos relativizan los buenos resultados. Mark Easton, de la BBC, patrulló las calles de Lisboa junto con policías que cuestionaron las estadísticas.
Según éstos, los delincuentes de ayer hoy son considerados “víctimas”.
Otros detractores de la ley afirman que en un tercio de los casos los consumidores de drogas no se presentan ante las comisiones.
Incluso un adicto a la heroína que la BBC encontró en un centro de rehabilitación se mostró escéptico ante la despenalización: “Si no es un delito, seguirán consumiendo hasta morir”.
En los ocho años que siguieron a la ley, la idea de no castigar a los usuarios de drogas se ha esparcido por Europa. Actualmente, en diez países de la Unión Europea la tenencia de pequeñas cantidades de sustancias ilegales no es un delito.
El gobierno de Portugal se muestra orgulloso por los resultados. Más allá de los argumentos a favor y en contra, concluye el periodista de la BBC Mark Easton, la experiencia portuguesa "parece demostrar que se puede despenalizar el consumo de drogas sin que el mundo se venga abajo”.