Atlas del Nazismo
Ecuador, el país que aceptó el nazismo y al Tercer Reich
José María Velasco Ibarra, presidente en cinco ocasiones de Ecuador, llegó a admirar públicamente al régimen dictatorial de Adolf Hitler, y varios de sus funcionarios fueron condecorados por el mismo Führer.
En 1939, el ministro de Relaciones Exteriores, Julio Tobar Donoso, comunicó a los cónsules ecuatorianos que “como se ha comprobado una sobreabundancia de judíos en el país”, era necesario restringir “el ingreso de elementos semitas al Ecuador”. El ministro también suspendió al cónsul Antonio Muñoz Borrero, que había entregado pasaportes ecuatorianos a centenares de judíos.
¿Supo Hitler de esa “sobreabundancia”? Se conoce sí, que en 1940 el Tercer Reich confirió a Tobar Donoso la Cruz del Águila Alemana.
Estas revelaciones las hizo Francisco Núñez del Arco en 2013 en su libro El Ecuador y la Alemania Nazi, en el cual afirma: “Ecuador fue tal vez el país latinoamericano donde la aceptación a Hitler y al Tercer Reich se manifestó más evidentemente después de la Argentina”.
José María Velasco Ibarra, que fue presidente cinco veces, el pueblo en general, y sectores de la oligarquía aceptaron este modelo. En esa misma época, el diplomático Rafael Pino Roca fue fervoroso admirador del hitlerismo y fue condecorado por el mismísimo Führer.
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El expresidente Velasco Ibarra escribió en 1945 a raíz de la muerte de Adolf Hitler: “Es la muerte de un bárbaro sublime. Alemania nuevamente aniquilada, pero de manera brutal, infame. La aplastaron las bombas de fósforo líquido de los ingleses, los altos explosivos yanquis, las hordas mongólicas mandadas por Rusia, los negros senegaleses enviados por Francia. Todo fue quemado, ultrajado, violado por unos y por otros”.
El diplomático Antonio Parra Velasco, en 1938, aplaudió la anexión de Austria, el Anschluss, como un hito imitable para Hispanoamérica. Fue embajador en Francia. Para el político Jorge Luna Yepes, Hitler encarnó “la dignidad humana”, la energía de un pueblo que no se deja matar ni se deja morir.
Fruto de la inconformidad con el pueblo judío en el Ecuador, la dictadura del general Alberto Enríquez Gallo (1937-1938) los judíos fueron expulsados del Ecuador. Esa expulsión fue revocada gracias a un cable de la recitadora argentina Berta Singerman al general Enríquez, cuenta Benno Weiser, un judío austríaco que encontró refugio en Quito y que de 1939 a 1945 fue comentarista de los sucesos de la guerra en la prensa ecuatoriana.
“Llegué al Ecuador a fines de 1938. Emigré de Viena porque a otro austríaco no le gustaban los judíos. Hitler aun no pensaba en exterminarlos pero quería una Alemania judenrein, limpia de judíos. Hubo largas colas delante de los consulados. Yo tuve suerte. Cuando tenía 16 años un joven ecuatoriano fue a Viena a estudiar en el mejor colegio”, recordó Benno Weiser, que luego fue embajador de Israel, cómo se salvó del exterminio
Weiser complementó al respecto, “Fui contratado para enseñarle alemán y prepararlo para los exámenes de ingreso. Teníamos la misma edad y nos hicimos amigos. Tuve que aprender español. Nueve años más tarde, Jaime Navarro era el único individuo en el mundo libre al que podía cablegrafiar para que me enviara una visa de inmigración”.
Un capitán de las SS, Alfons Sassen, condenado en ausencia por un tribunal holandés por crímenes de guerra, también se refugió en Ecuador. Se dedicó a los negocios. Su hermano el periodista Willem Sassen, también holandés y también de las SS, emigró a Argentina, donde fue amigo de Adolf Eichmann y grabó entrevistas con él a lo largo de varios años.
Un artículo basado en las entrevistas se publicó en 1960 en la revista Life, después de la captura de Eichmann. Allí Eichmann señaló: “Si hubiéramos matado todos los 10 millones de judíos que calcularon los estadísticos de Himmler en 1933, yo podría decir: ‘Bien, destruimos a un enemigo’”.