ECUADOR
¿Está Ecuador al borde del abismo político y económico?
El Fondo Monetario le apretó las tuercas al presidente Moreno: para acceder a un préstamo a fin de salvar la economía debe acatar sus recomendaciones. Pero, si lo hace, su pueblo podría derrocarlo. Entre tanto, Rafael Correa acecha.
“¡El pueblo unido jamás será vencido!”, “¡Afuera, afuera el Fondo siempre afuera!”, “¡Por la gente, gobiernen por la gente!”, gritaron 20.000 indígenas el martes mientras las puertas de la Asamblea Nacional en Quito y del Palacio de Carondelet cedían a los empujones de los manifestantes.
Con palos, machetes y antorchas, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), sindicatos, partidos de izquierda y ciudadanos en general llegaron de todo el país para exigirle al presidente Lenín Moreno acabar con el “paquetazo”: un grupo de traumáticas reformas económicas que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le exigió al Gobierno para otorgarle un crédito por 4.209 millones de dólares. Busca subsanar un poco el déficit fiscal del 3,7 por ciento del PIB, en una economía que solo creció 0,3 por ciento en el segundo trimestre de este año.
Pero no hay préstamo sin condiciones. El FMI exigió, para comenzar el desembolso, eliminar el subsidio a los combustibles (lo cual aumentó los precios en 130 por ciento), reducir las vacaciones de los servidores públicos, disminuir los aranceles, aumentar el IVA y suprimir los impuestos de las importaciones tecnológicas, para ahorrar más de 1.000 millones de dólares al año. Por supuesto, la gente no dudó en protestar.
Sin embargo, cuando llegaron a las puertas del Palacio, el presidente ya no estaba. Había partido a Guayaquil, a la que declaró temporalmente sede del gobierno, en una jugada constitucional que, sin embargo, le dio apariencia de debilidad. Aseguró que se marchaba porque su predecesor, Rafael Correa, de la mano del dictador venezolano Nicolás Maduro cocinaban un golpe de Estado por medio de “vándalos pagados” que “me habrían acabado de haberme encontrado”. “El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización, ellos son quienes están detrás de este intento de golpe”, afirmó. “Están instrumentalizando a los indígenas”.
Cerca de 20.000 indígenas, con banderas, palos y machetes, rodearon la Asamblea Nacional y otras instituciones en Quito. Lenín Moreno tuvo que abandonar el Palacio de Carondelet, según él, por el peligro de un golpe de Estado urdido por Rafael Correa y Nicolás Maduro.
La mayoría de expertos y algunos reporteros con los que habló SEMANA consideraron infundado y conspirativo ese señalamiento. En efecto, afirmaron que los indígenas ecuatorianos en los últimos 20 años han demostrado hasta la saciedad que no son títeres de ningún político. Y que no tienen reparo en derrocar a un presidente, como hicieron con los tres anteriores a Correa, si consideran que incumplió sus promesas de campaña.
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De hecho, desde un comienzo, Yaku Pérez, líder indígena de la Conaie, le dijo a la BBC que también “Correa es un oportunista. Parece que se le olvida su apoyo a los proyectos mineros y petroleros, así como la cooptación y división del movimiento indígena en su momento. Nuestra lucha es por la salida del FMI del Ecuador. No permitiremos a los que nos criminalizaron por diez años aprovecharse de nuestro movimiento”. Además, aseguró que no quieren tumbar a Moreno, sino más bien lograr que “acceda a un diálogo más sincero y rechace las imposiciones del FMI”.
Nada de eso, no obstante, significa que Correa, desde su exilio en Bélgica, no esté tratando de capitalizar la situación. Por el contrario, el expresidente demostró que todavía tiene aspiraciones políticas: “Si tengo que retomar el poder por el bien del Ecuador, lo hago”, dijo en una rueda de prensa en Bruselas. Al mismo tiempo, insistió en unas elecciones anticipadas para “derrotar en las urnas al traidor”.
Moreno reiteró que no se disculpará por hacer una reforma económica en el país. “Lo correcto no tiene matices”, comentó.
De la antigua cercanía ya no queda nada. Lenín Moreno, quien fue vicepresidente de Correa, es ahora su más férreo enemigo y uno de los primeros en apoyar las acusaciones en su contra por corrupción, plagio y secuestro. Incluso, medios respetables, como Clarín de Buenos Aires, aseguran que algunos encapuchados intentaron ocupar la Asamblea Nacional y la Procuraduría, precisamente, porque allí reposan algunos archivos del proceso por corrupción contra Correa conocido como el caso Arroz Verde.
De todas maneras, el embrollo ecuatoriano en este punto supera las peleas politiqueras, pues tiene que ver con la resistencia social a las ‘recetas económicas’ del FMI, un fenómeno de vieja data no solo en Ecuador. En la llamada década perdida de los años ochenta, varios países, como Argentina, Haití, Bolivia y Venezuela, recurrieron a préstamos del Fondo, que nunca pudieron pagar y que los sumieron en una enorme crisis económica y política de la que todavía no se recuperan.
Para muchos economistas, esto no tiene que ver directamente con los créditos, sino más bien con una seguidilla de Gobiernos dependientes en exceso del petróleo y de los demás recursos naturales, que no supieron ahorrar en época de vacas gordas y pidieron prestado sin pagar. Hasta que un día ya solo el FMI aceptó prestarles, a cambio de duras reformas. Estas, como tantas veces en la historia, afectaron sobre todo a los más pobres, que pagaron los platos rotos de la irresponsabilidad política.
El caso del Ecuador plantea una problemática aún más complicada. Jamil Mahuad dolarizó al país en los primeros años del siglo, por lo que el Banco Central ya no tiene control sobre su moneda ni puede ajustar las tasas de interés. En cambio, le toca lidiar con un dólar muy fuerte, que encarece las exportaciones y le resta competitividad, y depender de las decisiones políticas de un país que no se parece en nada a Ecuador: Estados Unidos.
Por si fuera poco, Moreno recibió una economía con un déficit fiscal del 7 por ciento del PIB adquirido en épocas de Correa, una baja competitividad en el turismo y en las exportaciones, y con un pueblo harto de la asfixia económica. En especial, en las comunidades indígenas, que todavía tienen niveles de vida muy por debajo del promedio nacional.
Para muchos, el expresidente Rafael Correa pesca en río revuelto. Pero para los indígenas “es solo un oportunista más”, dijo la Conaie.
El panorama, entonces, aparece muy oscuro. Lenín Moreno, un presidente poco carismático y con baja popularidad, deberá decidir si acepta los 4.000 millones del Fondo, con las consecuencias sociales que eso acarrea y con la posibilidad de que lo tumben. O ceder a las presiones civiles y no solucionar los problemas estructurales de la economía ecuatoriana.
Pablo Ospina Peralta, doctor en Estudios Globales y profesor de la Universidad Simón Bolívar, se decanta por la segunda opción, como le comentó a SEMANA. “El Gobierno no va a caer, no solo porque nadie quiere desalojarlo, sino porque habría pocas condiciones internacionales para dar semejante paso. Pero será un Gobierno aún más débil de lo que ya es. No podrá tomar muchas de las medidas económicas, pues no esperaba semejante capacidad de resistencia social. Lo más probable entonces es que el Gobierno de Moreno se arrastre penosamente hasta el fin de su periodo con márgenes todavía menores de acción política. Las expectativas se volverán más intensas alrededor de las elecciones del año próximo”.
Eso sucederá, a menos que el FMI acepte prestar el dinero con reformas más paulatinas y menos traumáticas para la población, y que el Gobierno logre cohesionar la sociedad y sanear las instituciones. Mientras tanto, no habrá luz al final del túnel en el embrollo ecuatoriano.
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Los derrocados
El pueblo ecuatoriano ha demostrado su capacidad para sacar del poder a los presidentes impopulares.
Los tres presidentes anteriores a Rafael Correa, en orden de descripción a continuación.
- Abdalá Bucaram: implementó un proyecto de alimentación popular en 1996, con el que desvió fondos estatales. La Corte Suprema presentó dos juicios en su contra por mal manejo de gasto público y el Congreso lo señaló de “incapacidad mental”.
- Jamil Mahuad: puso a Ecuador al borde de una hiperinflación en 2000. Quebró a más de la mitad de los bancos del país y dolarizó la economía. Al poco tiempo, las Fuerzas Armadas le quitaron el apoyo y tuvo que refugiarse en Estados Unidos.
- Lucio Gutiérrez: participó de la rebelión indígena y militar contra Mahuad. Lo arrestaron por golpista y permaneció en un fuerte 120 días, hasta que la corte le otorgó la amnistía. En 2002 ganó la presidencia, pero el aumento del costo del combustible levantó al pueblo. Lucio escapó por el techo del Palacio de Carondelet.