África
Egipto enfrenta escasez de agua potable debido a tuberías perforadas
A los pies de un mausoleo del siglo XIII, en el Viejo Cairo, la hierba silvestre crece en un charco fangoso, prueba de que unas tuberías con fugas dejan escapar gran parte del agua potable del país árabe más poblado, en plena crisis hídrica.
Estas matas verdes que rodean el mausoleo de Al Ashraf Jalil y sus delicadas caligrafías coránicas no tienen “un origen natural, sino en agua suministrada artificialmente”, explicó a la AFP la arquitecta May Al Ibrashy. Esta especialista en conservación del patrimonio y su equipo analizaron el agua estancada al pie de los monumentos no renovados del barrio histórico de Al Jalifa.
“Cada vez, el resultado es el mismo: se trata de agua potable mezclada con aguas residuales, lo que demuestra que hay fugas” en las tuberías que abastecen a los más de 20 millones de habitantes de la segunda capital más grande de África, afirmó.
Con casi un metro de agua acumulada en el subsuelo, las mezquitas y mausoleos del Viejo Cairo, construidos bajo el nivel de la calle, son la manifestación más extrema del fenómeno.
Red deteriorada y estrés hídrico
Las cifras oficiales son claras: en el ejercicio 2021/2022, el 26,5 % del agua potable producida en Egipto nunca llegó al consumidor, que ya se ve afectado por la escasez, en un país que podría “quedarse sin agua en 2025″, según la ONU.
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Para los expertos, esta proporción podría ser aún mayor. “La producción de la empresa pública de aguas no se corresponde con el consumo registrado, por lo que parte del agua se pierde en los suelos”, indicó Mohamed Hassan Tawfik, experto en gestión del agua.
Lo que los expertos denominan “agua no facturada” provoca cada año la pérdida de decenas de miles de millones de metros cúbicos de agua en todo el mundo. En Egipto, según Tawfik, “estas fugas se producen porque la red de tuberías está deteriorada y llena de agujeros, y porque se roban el agua” a través de tomas no autorizadas en la red pública.
La empresa de aguas, por su parte, se niega a hacer comentarios. En las megalópolis como El Cairo, donde se pierde el 23,5 % del agua potable, el agua gotea “en tierra de nadie del subsuelo”, entre tuberías y edificios descuidados, dijo Ibrashy.
Y la situación es aún peor en las regiones de Suez y Puerto Saíd, a orillas del Canal de Suez, en el este, donde se pierden más de dos tercios, según cifras oficiales. Según Tawfik, doctorando de la Universidad neerlandesa de Wageningen, se trata de un despilfarro inaceptable en un país que atraviesa la peor crisis económica de su historia.
Por un lado, Egipto no puede “pagar para producir un agua que no le sirve a nadie”. Por otro, cada gota cuenta en un país donde cada habitante sólo tiene acceso a 550 metros cúbicos de agua al año, dos veces menos que el umbral de inseguridad hídrica. Para 2025, las autoridades esperan que esta cifra descienda a 500 metros cúbicos.
Nuevos espacios verdes
Reparar las tuberías que abastecen a los hogares, hospitales y otras infraestructuras de los 105 millones de egipcios “podría costar miles de millones”, advirtió Tawfik. Un costo prohibitivo dada la crisis actual, pero que puede reducirse identificando los puntos de fuga, argumentó Ibrashy.
Para ello, haría falta que los ayuntamientos acepten revisar su funcionamiento tradicional. “Actualmente, en los lugares históricos, establecen sistemas para desviar el agua, con el fin de evitar daños hídricos o salinos, y luego enviarla a la red de aguas residuales”, explicó la arquitecta.
“Es un círculo vicioso, así que proponemos otro sistema: desviar el agua y reutilizarla en otro lugar”, añadió. Ese “otro lugar” se encuentra enfrente de la cúpula de Al Ashraf Jalil: la marquesina arbolada del parque de Al Jalifa, 3.000 metros cuadrados de jardín público y un parque infantil “totalmente irrigados con agua del subsuelo” del mausoleo y de otro cercano, el de Fátima Jatún, explica la especialista.
“Por supuesto, no podemos utilizar este agua para cultivos alimentarios por el riesgo de contaminación”, matizó. Pero crear un nuevo espacio verde en El Cairo equivale ya a oponer resistencia en una ciudad en expansión donde el hormigón gana terreno cada día a los árboles.
*Con información de AFP.