Home

Mundo

Artículo

| Foto: A.P.

ELECCIONES ESTADOS UNIDOS

Elecciones EE. UU. 2020: Ego, poder y polémica: Donald Trump, en busca de la reelección

Demostrando un verdadero talento político, el actual mandatario captó las ansiedades de un Estados Unidos predominantemente blanco y bastante mayor. Claves del mandato del 45° habitante del Despacho Oval.

3 de noviembre de 2020

El actual presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, ha escrito un capítulo extraordinario en la historia de Estados Unidos a punta de provocaciones, burlas e incluso insultos contra sus detractores.

Tanto es así que la elección de este martes, en la que buscará un segundo mandato, se plantea casi como un referéndum sobre su persona y un estilo de presidencia completamente nuevo.

A la vez síntoma y multiplicador de miedos y fracturas de Estados Unidos, el mandatario de 74 años ha sido calificado incluso como un “showman” que siempre se negó, una vez instalado en la Casa Blanca, a asumir el rol de unificador.

Incluso en el pico de la pandemia de covid-19, que de momento ha cobrado más de 226.000 vidas en Estados Unidos, cuando el país buscaba una voz estable y tranquilizadora, rechazó obstinadamente cualquier muestra de empatía.

Durante cuatro años, los estadounidenses han presenciado, entusiastas, angustiados o asustados, el espectáculo sin precedentes de un presidente que llegó al poder con estruendo y que no se impuso ninguna restricción.

La deriva autoritaria o el colapso económico anunciados por algunos el 8 de noviembre de 2016, día de su sorpresiva elección, no se produjeron.

Las instituciones, a menudo abusadas, han demostrado su solidez y una serie de indicadores -empezando por las cifras de empleo- fueron buenos durante mucho tiempo antes del impacto devastador del coronavirus.

Pero en un mandato plagado de escándalos, que contrasta fuertemente con el de su predecesor Barack Obama, el septuagenario de la larga corbata roja dañó la función presidencial, atacó a jueces, legisladores y funcionarios, y alimentó tensiones raciales.

Más allá de fronteras, intimidó a los aliados de Estados Unidos, mostró una inquietante fascinación por los líderes autoritarios, desde Vladimir Putin hasta Kim Jong Un, y asestó un golpe brutal a la movilización contra el cambio climático.

Propenso a las exageraciones, rostro triunfante de un populismo desenfrenado, el hombre que, según el escritor Philip Roth, utiliza “un vocabulario de 77 palabras”, ha hecho perder el sentido de la mesura a sus admiradores y detractores.

El 45° presidente de Estados Unidos también sufrió la deshonra de un juicio político en el Congreso que quedará como una mancha indeleble en su mandato.

El show es Trump, y hay actuaciones con entradas agotadas en todas partes. Me divierto haciéndolo y seguiré divirtiéndome”.

La frase, tomada de una entrevista que el magnate inmobiliario concedió a la revista Playboy en 1990, pudo haber sido pronunciada ayer. Y aplicarse a cada uno de sus días al frente de la máxima potencia mundial.

Dotado de un verdadero talento como tribuno, capaz de encender a multitudes en las gradas de la campaña, el multimillonario de peculiar peinado rubio ha logrado la hazaña de posicionarse como el vocero de los “olvidados” y los “deplorables”, por citar a la expresión desdeñosa de su rival demócrata de 2016, Hillary Clinton.

Demostrando un verdadero talento político, Trump captó las ansiedades de un Estados Unidos predominantemente blanco, bastante mayor, que se sentía despreciado por las “élites” de la costa este y las estrellas de Hollywood de la costa oeste.

Este gran consumidor de hamburguesas y Diet Coke, que se había hecho conocido en los hogares estadounidenses gracias al ‘reality show’ “El aprendiz”, aplicó sin descanso una regla simple: ocupar el espacio, a cualquier costo.

Desprecio por la ciencia, estimaciones, falsedades: sus declaraciones obligaron al equipo de verificadores de datos del Washington Post a crear una nueva categoría: “El Pinocho sin fondo”, para afirmaciones falsas o engañosas repetidas más de 20 veces.

Desde el Ala Oeste de la Casa Blanca donde se concentran las oficinas presidenciales, Trump cavó la brecha entre dos Estados Unidos: el rojo (republicano) y el azul (demócrata).

Lejos de apelar, como Abraham Lincoln en 1861, a “la parte de luz en cada uno de nosotros”, jugó incansablemente con los miedos.

Con información de AFP.