Ucrania

El “compatriota”: la importante estrategia de política exterior de Rusia

La estrategia hace parte del repertorio imperial de Putin, que ya logró anexar la península de Crimea haciendo uso de este discurso.

16 de febrero de 2022
Foto de referencia sobre Ucrania
Ucrania es un importante activo geoestratégico para las políticas expansionistas de Rusia. | Foto: Getty Images

El mundo ha experimentado un alto riesgo de enfrentamiento bélico luego de que Rusia trasladara, a finales del año pasado, casi cien mil efectivos militares a la frontera con Ucrania.

A pesar de los continuos esfuerzos diplomáticos, los gobiernos de los países involucrados han lanzado campañas disuasivas, difundiendo señales y mensajes mixtos con información confusa y poco comprobaba.

Para entender el interés de Rusia en este país es necesario tener en cuenta factores geopolíticos y también algunos factores históricos.

En términos geopolíticos, Ucrania representa para Rusia un importante centro de control de sus fronteras en Europa del este, además de ser un país proxy (intermediario o de acercamiento) con Europa occidental. Con la caída y disolución de la Unión Soviética en 1991, y las posteriores independencias de los países que la conformaban, Rusia perdió una importante cercanía fronteriza y de control político con esta región de Europa.

Ucrania es —junto con Bielorrusia que se encuentra bajo el control del gobierno del Kremlin— la puerta de entrada rusa a Occidente y su esfera de influencia, representando la posibilidad de controlar fronteras con países como Polonia, Rumania, Eslovaquia y Hungría. Estos países, si bien no son completamente prooccidentales, sí son contrarios a las políticas expansionistas del Kremlin.

Además, Rusia es un país con una gran extensión territorial y con una baja densidad poblacional. Este país tiene una extensión de 17.098.242 km² y cuenta con apenas 21 ciudades pobladas, gran parte de ellas con menos de un millón de habitantes.

La extensión y los climas agrestes de las estepas y la región siberiana hacen que sea casi imposible habitar buena parte del territorio ruso. Estos factores, que fueron beneficiosos para repeler invasiones durante la Segunda Guerra Mundial y las guerras napoleónicas, resultan ahora un limitante para una de las potencias mundiales.

El número de la población y su ubicación en diferentes centros poblados que permitan el desarrollo económico de un país, son de vital importancia en la carrera por el liderazgo del mundo. Es por eso que el control de Ucrania le daría a Rusia la posibilidad de expandir su población en nuevas ciudades y territorios.

La gran extensión territorial de Rusia, sumada a la independencia de las republicas exsoviéticas, ha hecho que Rusia pierda, además, importantes salidas al mar, específicamente al Mar Negro, el cual es la puerta a territorios africanos y de Oriente Medio.

La estrategia del “compatriota”

En este sentido, el gobierno del Kremlin ha lanzado sobre Ucrania una política de expansión que ha mezclado diferentes estrategias de política exterior que no necesariamente suponen un enfrentamiento bélico entre los países. Entre estas estrategias se encuentra la de “el compatriota”.

Ucrania, además de hacer parte de los “pueblos eslavos” que conformaban la Unión Soviética, fue parte del imperio ruso cuando este se encontraba en su máximo esplendor.

Cientos de manifestantes prorrusos se tomaron las calles en la península de Crimea en el año 2014. | Foto: AP.

La cantidad de tiempo que Ucrania estuvo vinculada a este país creó lazos culturales, étnicos, del lenguaje y supranacionales entre las personas que se quedaron viviendo en Ucrania después de la caída de la Unión Soviética, pero que se consideran rusos.

Putin ha sabido hacer uso, además, de un discurso que es nostálgico del imperio ruso. Así, la estrategia imperial de Putin busca reestablecer los antiguos territorios del imperio ruso, devolviéndole a Rusia la fuerza y extensión territorial de un pasado que ha sido visto como glorioso.

El compatriota es, en este discurso, cualquiera que pertenece a la patria. Esto puede hacer referencia a personas de etnia rusa, rusohablantes (es decir, que hablan ruso y no ucraniano), o que simplemente se identifican con la nación rusa y quieren verla en su nuevo esplendor.

La estrategia fue directamente utilizada durante el proceso de anexión de Crimea en el año 2014. Rusia aprovechó la presencia de “compatriotas” que vivían en esta región de Ucrania para azuzar sentimientos nacionales y lanzarse en cruzada de rescate de los rusos que habían sido apartados de su tierra natal.

Esto llevó a que en el año 2014 se votara en Crimea un referendo para determinar el estatuto político de la península con respecto a la Federación Rusa. Los resultados, debido a la cantidad de personas identificadas étnica y lingüísticamente con los rusos, fueron arrolladores, determinando que casi un 83,1 % de la población quería que la península se anexara a Rusia.

Si bien Putin logró, acudiendo al argumento del compatriota, anexarse una importante región de Ucrania, las aspiraciones imperiales de Putin no han sido por completo satisfechas y no sería extraño que, en la actual crisis, se utilizara de nuevo la retórica del compatriota para justificar una completa anexión de este territorio.

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