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El doloroso recuerdo de un fotoperiodista colombiano que vivió el atentado 11/S
Se cumplen 20 años de los atentados perpetrados el 11 de septiembre de 2001 por Al Qaeda. En la ciudad de Nueva York, las Torres Gemelas fueron derribadas tras el choque de dos aviones ocasionando la muerte a casi 3.000 personas y miles de desaparecidos.
Luis Evelio Salgado, un fotoperiodista colombiano adscrito a las Naciones Unidas, se encontraba en su apartamento en Nueva York a unos 20 minutos de la Zona Cero. Al enterarse y quedar en shock por la noticia, decidió montarse en su bicicleta y llegar al World Trade Center, lugar del atentado.
En entrevista con SEMANA; Luis Evelio cuenta su dolorosa experiencia, que aún trae consigo amargos recuerdos de su trabajo como rescatista voluntario, un rol que asumió durante los días posteriores al atentado. El desespero y la impotencia lo hicieron experimentar momentos impactantes y catastróficos, recordando algunas historias con la nostalgia y el dolor de lo vivido.
¿Cuál era su labor en Nueva York antes del atentado?
Estaba adscrito a las Naciones Unidas como fotoperiodista freelance. Me levanté como era normal en mi día, cuando comencé a ver por la televisión lo del primer avión que se estrelló. Me subí a la terraza de mi edificio y alcancé a ver el humo que estaba produciendo el colapso del primer avión. Cuando bajé de mi apartamento en la televisión vi que había caído el segundo avión en la otra torre.
Yo estaba siguiendo la transmisión por RCN con Juan Gossaín, me acuerdo mucho, ellos no podían transmitir lo que estaba pasando, lo que le escuché era que parecía que iba otro avión posiblemente en la Torre 2. Al cambiar de canal y saber que era un atentado terrorista, me monté en mi bicicleta y me fui para la Zona Cero, la gente salía corriendo de Manhattan mientras yo entraba con mi bicicleta. Era impresionante ver cómo salía la gente de Manhattan y yo era de los pocos que entraba, a excepción de las ambulancias.
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¿Cuál es su primera reacción al ver las Torres Gemelas caídas?
Es un colapso, entré en un shock de nervios. No podía comprender la magnitud de la gravedad de lo que estaba pasando, la mente estaba en blanco. Yo llegué a la Zona Cero como a las dos de la tarde y no veía una organización concreta. Yo veía muchos carros de la ciudad esperando que los dejaran entrar para ayudar a sacar escombros, era muy poco lo que uno podía hacer.
Al otro día que yo fui, como a las ocho de la mañana, eso todavía seguía echando humo y ya estaban habilitando a las personas para remover los escombros manualmente. Las cantidades de toneladas de acero y de material que se veían encima y nosotros en galones echábamos de a pedacitos para sacarlos, había más de dos mil personas. Había una cadena humana impresionante, pasaban un galón de persona en persona y terminaban vaciando para saber qué venía ahí adentro. Era impresionante y conmovedor. Empezar a narrar lo que sucedió ese día me produce un shock como si lo estuviera viviendo ahora.
¿Cuándo llega al área del atentado, qué le preguntan?
Nada. Utilicé mi credencial de las Naciones Unidas como para poder cruzar los controles de seguridad y que vieran que no era cualquier persona. Donde era Burger King, tenían habilitado eso para rescatistas y vi que a todo el mundo le estaban pasando guantes y botas usadas. Yo cogí mis guantes y las botas, la misión era que uno ayudara, me dieron un tapabocas y guantes, no preguntaron si uno era rescatista, después me dieron una careta de minero y me puse a trabajar desde ese día aproximadamente 18 días más, trabajando hasta las siete u ocho de la noche.
Daban bebida y comida, habilitaron algunos edificios alrededor para descansar. La gente tenía equipos de campaña y ahí dormían, descansaban un rato y volvían a trabajar, les daban comida. Otra gente aparecía con carretas de comida que enviaban los restaurantes y la gente del área. La gente quería colaborar de una u otra forma, brindando atención a la gente que estaba cansada. Al salir un poco de la Zona Cero veía señoras con niños mostrando fotos de sus papás, hermanos o hijos, algún familiar, corriendo y pegando fotos alrededor de la zona, por si de pronto los reconocían. Se habla de 3.000 personas desaparecidas.
¿Tiene alguna historia particular que recuerde?
Muchas historias, pero que recuerde, un niño que estaba con la mamá, él veía que no lo estaba entendiendo porque hablaba en inglés y él con un poquito de español en medio de su desespero, me decía que si no había visto al papá y me mostraba la foto pero yo no sabía qué responder. Eso lo marca a uno tremendamente.
¿Qué pasó con Nueva York en esos días?
Nueva York es una ciudad que nunca duerme, siempre escuchas alarmas, sirenas, el puesto de bomberos y ambulancias porque es una ciudad que se mueve mucho sobre todo Manhattan, que se mueve las 24 horas del días. El área donde yo vivía, como a 20 minutos de Manhattan, las tiendas y supermercados abren las 24 horas del día y los 365 días del año.
Esa tragedia marcó la diferencia porque uno escuchaba ambulancias, el cuerpo de bomberos, los hospitales y ambulancias privadas, permanecieron evacuando la zona y más de una semana la policía moviéndose en un shock permanente.
¿Qué lo marcó y desde ese instante en que se empeña ahora en su vida?
Marcó por muchas cosas, yo había escuchado muchos atentados a nivel mundial pero uno que se esperaba que fuera pasar una cosa tan grande, con pasajeros que no tuvieron nada que ver, un atentado suicida y en masa. Me marcó, periodísticamente es un privilegio estar metido en una cosa tan grande como noticia, pero por la cantidad de gente que murió ahí, por los inocentes y los pasajeros, cambió la seguridad a nivel mundial.
En Nueva York no había tantas medidas de seguridad como las que empezaron a operar al otro día después de los atentados, en los aeropuertos, terminales de buses y estaciones del tren. Esto marcó en muchos aspectos mi vida y la vida cotidiana de muchas personas y de lo que era Nueva York, hubo un cambio total en muchos sentidos.
¿Cómo explica usted esa impotencia en medio de tanto caos?
La impotencia al llegar a la zona y ver que continuaba echando humo, a pesar de que el fuego ya lo habían controlado, además que yo conocía bien el área. Yo era una de las personas que tenía un pase de acceso especial al World Trade Center para personas que ya lo habían visitado mucho. Cuando llegaba alguien de visita yo los acompañaba, la mayoría de personas tenía que pagar pero yo tenía un pase de la compañía con el cual entraba gratis y no tenía que hacer fila. Once días antes del 11S, había estado con mi papá hacia la hora que ocurrió el atentado.
Yo pude haber sido una de las víctimas, visitaba mucho el sitio y conocía bien la zona. Por la hora, no había entrado la totalidad de personas que trabajaban allá. Miles de turistas ahora entran más protegidos después de 9/11 y ahora más con la pandemia. Yo me imaginaba que eran entre 7.000 y 8.000 personas debajo de los escombros. Yo me encontraba trabajando encima de los escombros y por debajo las personas estaban enterradas y atrapadas dentro la montaña de escombros de más de 40 metros de altura.
¿Qué sucede posterior a sus 18 días de su trabajo como voluntario?
Recuerdo porque eso no se borra de la mente, por ejemplo; la gente que apareció irreconocible, todo lo vi ahí. Yo no era capaz de hacer fotos, cuando sonaba una alarma porque veían restos de una persona no era capaz de estar ahí, siempre recuerdo esas imágenes.
No era capaz de tomar ese tipo de fotografías, no sabía quién estaba al lado mío si era un rescatista u otro policía encubierto, me di cuenta que había mucho policía encubierto que estaba controlando el área porque en sótano funcionaba la Reserva Federal de los Estados Unidos, los lingotes de oro de la Reserva Federal estaban ahí, por ende había mucha seguridad encubierta, estaban cuidando todo lo que pertenecía a la Reserva Federal de Estados Unidos.
¿Por qué se va después de 18 días?
El último día que estuve ahí, el día que llegaba el presidente George W. Bush a la Zona Cero y había mucha seguridad. Tuve un susto bien grande porque había una de las torres alternas donde sonaban alarmas que anunciaban que ese edificio podría colapsar. Ese día sonaron tres veces las alarmas y yo salí corriendo, cuando me caí, la gente me pasó por encima. Finalmente tuvieron que demoler edificios que se encontraban en la zona. Ese día me fui temprano y al siguiente día ya me llamaron de una compañía para continuar con el trabajo.
¿Cómo quedaron los alrededores?
Todo quedó lleno de polvo, como si hubiera habido una explosión de polvo y era asbesto. Muchas personas no sabían el peligro de eso. Muchas compañías contrataban para limpiar un edificio y llamaban a cualquiera para trabajar ahí. Esa gente estuvo limpiando ese polvo y no les dieron ninguna protección especial, estaban trabajando sin nada. Son muchas las demandas que tiene el gobierno y han tenido que indemnizar las personas que contrajeron diferentes tipos de enfermedades porque fueron expuestos al asbesto.
¿Le dejó secuelas el atentado? ¿Cuáles?
Sí, conozco gente que está enferma, que trabajaron posterior al atentado limpiando los edificios cercanos que se llenaron de un polvo y ese polvo en un 90% era asbesto. Mucha gente tiene cáncer.
Físicamente gracias a Dios no he tenido secuelas pero psicológicamente sí, me produce nervios, se me hace un nudo en la garganta cuando tengo que recordar y hablar sobre este episodio, lo hago con esfuerzo. Es algo que lo deja uno marcado de por vida. De hecho, la Torre 1 que es el edificio que volvieron a construir lo abrieron en el año 2014, solamente he entrado dos veces, entré a conocer el Monumento a los Héroes y hace 3 meses entré, a pesar de que tengo el mismo pase de acceso que tenía en esa época, no me llena entrar y no me siento bien.
¿Cómo fue esa época de trabajo para la limpieza de la Zona Cero?
Abusaron de mucha gente, las compañías por lograr la limpieza pusieron a trabajar a muchas personas que no tenían la experiencia. Yo mismo estuve ahí y no entré a ningún edificio afortunadamente, no había mucho polvo porque las máquinas de agua de los bomberos estaban esparciendo agua todo el tiempo y yo tenía una careta de gases. La mayoría de las personas trabajaban sin protección, con las uñas y ahora están viviendo las consecuencias. Algunos han sido indemnizados y otros están esperando para que se mueran y no tengan derecho a cobrar.
Ya han pasado 20 años y son pocas las personas que han sido indemnizadas y las que les han dado no han recibido gran cantidad. La persona que conozco le dieron 40.000 dólares de indemnización y ya está en Colombia, para que ese dinero si tiene cáncer y además ya se los gastó, no tiene la posibilidad de volver a reclamar porque no tiene documentos para entrar de nuevo a Estados Unidos.
¿Qué pasó con los indocumentados?
La suplantación de los papeles para ir a trabajar en ese momento hace que no se pueda contar la cantidad de muertos con exactitud porque muchos trabajadores de limpieza y otras labores usaban documentos falsos. Las personas que trabajaban en labores de limpieza estaban fuera de los libros, por ende no han sido reconocidas.
¿Qué pasó con los policías y bomberos?
Mueren muchos porque los que llegaron no tenían un plan adecuado, muchos bomberos subían y eran atropellados por las estampidas por la gente que venía bajando.
¿Qué reflexión tiene sobre lo que sucedió?
Son cosas que uno cree que no pueden pasar, escuché una historia de unos colombianos que fueron a visitar las Torres Gemelas y fueron víctimas del atentado, se habían ido del país por el orden público y cayeron en el atentado del 11 de septiembre.