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"El Gobierno solo ha dado ayudas a mayores y discapacitados": habitante de Wuhan
SEMANA habló con Celia Esquivel, una guatemalteca que vive en la ciudad origen de la epidemia. La mujer contó cómo controlaron la enfermedad, están reactivando la vida normal y evitan que aparezca un nuevo brote.
Cuando un estudiante colombiano decidió quedarse en Wuhan, en el momento en el que el Gobierno colombiano dispuso de un vuelo para repatriar a los colombianos que se había quedado atrapados en la ciudad epicentro de la pandemia, muchos pensaron que era una locura.
Pero el tiempo parece haberle dado la razón al joven, pues ahora Wuhan tiene controlada la enfermedad, mientras que en Colombia crecen los casos día a día.
A pesar de haber cometido errores al comienzo por el desconocimiento de la enfermedad, Wuhan se ha convertido en ejemplo mundial sobre el manejo de la enfermedad y ya está volviendo a la normalidad después de tres meses de encierro de sus habitantes.
SEMANA habló con Celia Esquivel, una ciudadana guatemalteca que vive allí desde 2011 y que ha sido testigo de primera mano de cómo se ha vivido la situación en el lugar en el que nació la enfermedad.
Cuando todo empezó, la mujer publicó un diario de la cuarentena en su cuenta de Instagram @chapinaenchina en el que relata las diferentes situaciones que debió vivir desde que empezó este difícil episodio que puso en jaque al mundo.
SEMANA: ¿Cómo llegó a Wuhan?
Celia Esquivel.: Mi esposo es de Wuhan y vivo aquí desde 2011. Vivimos en el centro de la ciudad a 4 kilómetros del mercado donde iniciaron los contagios. Además estamos cerca a varios hospitales y dos farmacias que proveían a las personas afectadas por la enfermedad.
SEMANA: ¿Cuánto comenzó la preocupación por el covid-19?
C.E.: La enfermedad comenzó a finales de diciembre y las autoridades no le prestaron la atención. Como las autoridades no pusieron atención, la población tampoco. El 23 de enero, un doctor que había estudiado el MERS confirmó que se trataba de un coronavirus y que se transmitía entre personas.
A partir de ahí empezaron las medidas preventivas y se pidió que compráramos mascarillas. Le dije a mi esposo que lo hiciéramos para mi hijo y pero él me dijo que me preocupaba de más, de todos modos lo hice y fue una medida de protección importante.
El 23 de enero estábamos como si fuera cualquier día normal y recibimos un mensaje en el teléfono celular con ocho indicaciones para la prevención del coronavirus. 10 minutos encontramos otro mensaje en el que se decía que se iba a paralizar todo el transporte de Wuhan, metros, taxis y autopistas y así aisló la ciudad del resto de China. El aislamiento no tuvo aviso previo.
Nos permitían salir de casa para abastecernos. Fui tres veces en un mes pero hubo indicios de que los supermercados eran fuente de contagio.
El 20 de febrero inició un nuevo proceso más fuerte. Las primeras autoridades debieron renunciar por indicios de que no presentaron datos correctos y llegaron otras más con medidas más certeras y ahí se dio el aislamiento total. Cerraron las comunidades y los condominios.
SEMANA: ¿Cómo vivió la cuarentena más fuerte?
C.E.: La comida había que comprarla a través de la administración del condominio. Solo alimentos y medicamentos porque no se vendían de otra forma. Intentamos adquirir mascarillas pero nos dimos cuenta que no las estaban vendiendo.
Dos veces a la semana nos daban paquetes de comida con vegetales y carné a 15 USD aproximadamente. En caso de tener síntomas nos debíamos avocar a la administración y ellos hacían todo el proceso para la atención.
SEMANA: ¿Qué pasaba con los infectados?
C.E.: En comienzo a los que estaban infectados los enviaban a casa pero luego los empezaron a internar. Se adaptaron 14 centros para recibir a las personas que tenían sospecha de contagio o estaban infectadas.
La dificultad más grande fue que no teníamos seguridad sobre cómo se transmitía el virus. El gobierno nos dio indicaciones pero no sabíamos que si haciendo otras cosas nos podíamos contagiar. Los países que vivieron esto después tuvieron esa ventaja.
SEMANA: ¿Estar en el foco de la pandemia le generó intranquilidad?
C.E.: Yo he estado tranquila y no he tenido pánico porque el Gobierno ha mantenido mucha atención. Mi familia me dijo que me fuera pero pensé en qué podía pasar si llevaba el virus a Guatemala y tampoco iba a dejar mi familia acá e irme de Wuhan. Del gobierno de Guatemala me ofrecieron apoyo pero no lo contemple. Tuve 75 días de cuarentena total.
Nunca pensamos que se diera este giro porque Wuhan terminó siendo el lugar más seguro. Pero siempre existen riesgos de rebrote. El Gobierno nos ha dicho que toca mantenernos seguros.
SEMANA: Para controlar la pandemia les han pedido tener una aplicación, ¿cómo funciona?
C.E.: Nos dieron un código QR de salud. En China todoas las personas usan dos aplicaciones WeChat, que es como WhatsApp, o Alipay, que es como Paypal, en cualquiera de estos dos se gestionaba el código QR de salud. En principio se debía ingresar y contestar 10 preguntas como si tiene fiebre, malestar o si ha tenido contacto con infectados.
Después de hacer la recopilación, el código QR se divide en tres colores dependiendo de la situación de la persona. Verde que está sana, amarillo es que está en riesgo y rojo es que está infectado.
Con esos códigos tenemos acceso a los diferentes lugares que podemos visitar. Tenemos que tener verde para poder acceder a los supermercados o a los servicios de transporte. De esta manera el Gobierno recopila información sobre quién entró a algún lugar en cierto momento. En caso de que se presente un sospechoso se alerta a las personas que pudieron tener contacto y generar riesgo de contacto.
Ahora que hubo un rebrote y todos los residentes de esta comunidad se puso rojo y nadie puede salir ni ingresar.
SEMANA: ¿En algún momento el Gobierno chino les dio ayudas a las personas afectadas económicamente por los cierres?
C.E.: Esto es muy cultural porque la cultura china es muy ahorrativa. En ellos se promueve usar un centavo como si fuera dos centavos, ellos han sufrido mucho y siempre tratan de ahorrar. Hemos pagado todos los servicios y nada nos han dado.
El gobierno ha dado productos gratis y ayudas solo ha personas necesitadas como mayores y discapacitadas.
SEMANA: ¿Cómo ha sido el proceso de volver a la normalidad y les han dado fechas sobre el retorno total?
C.E.: Acá se ha vuelto a la normalidad, pero gradualmente, no hemos recibido indicaciones de cuánto tiempo. En principios de mayo se reanudó el transporte parcialmente y el 8 de abril casi por completo. Ya se puede comer en los restaurantes respetando las medidas de aislamiento. Las salas de cine siguen y los bares siguen cerrados pero se espera que se puedan reabrir próximamente.
El 6 de mayo ya reanudaron clase el tercer nivel de secundario pero los universitarios siguen en modo virtual. Dicen que en septiembre cuando empiece el siguiente semestre se reabrirán.
SEMANA: ¿Qué les dicen de una posible vacuna?
C.E.: La última información no oficial fue que 8 vacunas son las más avanzadas, una de ellas fue probada en 108 humanos y las investigaciones están avanzando. La población es muy paciente acá.
En Latinoamérica hay mucha ansiedad y temor por quedarse en casa y acá nadie protestó y todas las personas han colaborado. Yo viví algo que nunca esperaba y fue salir al centro y que la calle era un completo silencio.
SEMANA: ¿Siguen siendo sometidos a pruebas?
C.E.: Acá cualquier persona se puede hacer la prueba. Hay dos, una de 160 yuanes, que son USD 2 y otra de 260, que son USD 38. La persona que se la quiera hacer solo va a un centro especial adaptado para esto.