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El ‘impeachment’ de Bush
Aunque la idea de destituir al Presidente estadounidense ha ganado terreno, su mayoría en el Congreso y las amenazas de Irán juegan a su favor.
En Estados Unidos una palabra hace temblar a los presidentes. Es el impeachment o proceso de destitución, que en 1974 obligó a Richard Nixon a renunciar por el escándalo Wartergate, en 1998 puso en aprietos a Bill Clinton por una aventura extramatrimonial y hoy empieza a tomar más fuerza contra George W. Bush.
En condiciones normales, uno solo de los escándalos en los que se ha visto envuelto el gobierno ya le habría costado la cabeza. Episodios como el de las torturas a prisioneros en Abu Ghraib en Irak, los vuelos secretos de la CIA y la filtración a la prensa del nombre de una agente de esa agencia, además de su ineptitud ante el huracán Katrina, y, sobre todo, una serie de mentiras para justificar la guerra en Irak, serían razones de sobra para desalojar al actual residente de la Casa Blanca.
El lunes, en una encuesta publicada por el diario The Wall Street Journal, 51 por ciento de los entrevistados se mostró a favor de destituir al Presidente si no dijo la verdad para motivar la guerra en Irak. Un dato revelador si se tiene en cuenta que en 1998 sólo 27 por ciento respaldaba el Impeachment para Clinton por su affaire con la becaria Monica Lewinsky. Además, para nadie es un secreto que las armas de destrucción masiva que supuestamente poseía Irak, así como la relación de Saddam Hussein con la red terrorista Al Qaeda, nunca aparecieron.
Eso, sin contar con una opinión pública cada vez más sensible ante la guerra, en la que ya han muerto más de 2.300 soldados norteamericanos. Es por esto que en los últimos meses se han incrementado las propuestas para enjuiciar al Presidente. En diciembre, el representante demócrata John Conyer presentó una resolución para conformar un comité que investigue al gobierno por haber lanzado la guerra contra Irak antes de obtener autorización del Congreso.
La revista Harper's Magazine, que le dedicó la portada este mes, se convirtió en el primer medio de circulación nacional que plantea seriamente el tema. La publicación le preguntó a Conyer por qué había tomado esa iniciativa a sabiendas de que es muy difícil que prospere. Conyer respondió que lo hizo para que "si dentro de dos, cuatro o 10 años alguien pregunta en dónde estaba el Congreso cuando la administración Bush declaró inoperante la Constitución, nadie pueda decir que no sabía, que no nos dimos cuenta de que el Presidente se estaba estableciendo como un líder supremo exento del imperio de la ley".
Otro demócrata, el candidato a la Cámara por Michigan Tony Trupiano, ha afirmado que de ser elegido en noviembre, propondrá procesar al Presidente. Además, los concejos de tres ciudades de California, entre ellas San Francisco, han apoyado resoluciones en ese mismo sentido.
El Centro de Derechos Constitucionales publicó un documento titulado Artículos de destitución contra George W. Bush, un marco legal. Entre los argumentos están la grabación secreta de las conversaciones electrónicas de los ciudadanos de Estados Unidos, las mentiras con que se justificó la guerra de Irak, la tortura y las detenciones arbitrarias e indefinidas, y un desprecio general por la Constitución.
Hay tres factores que juegan a favor de Bush y que lo han blindado. Primero, que su partido, el Republicano, tiene la mayoría en el Congreso, por lo cual ninguna acción en su contra prosperaría fácilmente. "Tanto la Cámara como el Senado están controlados por los republicanos. Es muy improbable que ellos vayan a actuar ontra Bush, aunque su popularidad es muy baja y es el Presidente más odiado después de Nixon", le dijo a SEMANA Alan Schroeder, experto en temas presidenciales de la Universidad de Boston.
El segundo elemento tiene que ver con el estado de guerra en el que, según la Aadministración, se encuentra el país. A ese argumento contribuyen las constantes amenazas lanzadas por miembros de la red terrorista Al Qaeda y las tensiones con países como Irán, con el cual la crisis se agudizó la semana pasada (ver recuadro). Un país en guerra necesita un líder y quizás en el único punto en que Bush sale medianamente bien librado en las encuestas es en la seguridad interna. Ese mismo factor hace que la gran prensa se mantenga al margen, por el temor de ser tachada de antipatriota. Por eso, el papel de divulgación ha sido asumido por la 'blogosfera', donde se discute ampliamente.
Por último, y según lo afirmó el diario Wall Street Journal la semana pasada, está el escepticismo de los líderes del Partido Demócrata a iniciar un proceso que se les podría volver en su contra, como ocurrió en 1998, cuando los republicanos que intentaron desbancar a Clinton por el affaire con la becaria Monica Lewinsky perdieron terreno en las elecciones parlamentarias, después de haber invertido 10 millones de dólares en una campaña contra el mandatario.
Por estas razones, muchos piensan que iniciar un proceso de destitución en este momento es inadecuado. Harold Meyerson, columnista del Washington Post, señaló el miércoles que aunque no tiene duda de que Bush es un presidente "malévolo", un problema político debe ser solucionado políticamente y no por medio de una "persecución criminal".
Destituir a Bush parece una opción lejana y para muchos no es más que un arrebato de activistas de izquierda y demócratas a la caza de votos. Pero la idea tiene cada vez más resonancia dentro de la opinión pública e incluso es posible que algunos representantes del republicanismo más conservador y de estricta formación religiosa empiecen a cobrarle al mandatario algo que dentro de su visión resulta imperdonable: la mentira.
Además, la carrera por las elecciones parlamentarias de noviembre ya empezó y es muy posible que los demócratas les quiten la mayoría a los republicanos. En ese escenario, ver a Bush con sus corotos en la acera de la Casa Blanca no resultaría tan improbable.