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El infierno en la India
El gigante asiático vive sus peores días desde que inició la pandemia. La falsa sensación de seguridad y el triunfalismo fueron las mejores armas para que la covid-19 generara un dramático escenario.
Las imágenes que llegan desde la India le duelen al mundo. La segunda ola de contagios golpea al gigante asiático y lo tiene contra las cuerdas. Los centros de salud están desbordados, mientras que a sus puertas siguen llegando personas que buscan salvar su vida.
El margen de acción es tan corto y el tiempo tan limitado, que los crematorios de sus principales ciudades han tenido que improvisar piras funerarias en estacionamientos y parques para incinerar los cuerpos que se acumulan todos los días.
En febrero, un mes después de que las jornadas de vacunación iniciaran en India y cuando la curva de contagios y muertes parecía haber sido controlada, las autoridades y las personas se llenaron de argumentos para creer que lo peor de la pandemia ya había pasado.
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La necesidad de volver a la normalidad los empujó a flexibilizar medidas y bajaron la guardia, un error que están pagando muy caro. Los líderes políticos y religiosos le restaron importancia a la pandemia y convocaron encuentros masivos. El Gobierno permitió que millones de creyentes se reunieran para celebrar el Kumbh Mela, el evento religioso más grande del país. Pero los contagios aumentaron y las alarmas se activaron cuando los casos positivos superaron los 93.000 diarios, la cifra más alta registrada durante la primera ola.
Las alarmas se encendieron y se implementaron de nuevo confinamientos para mitigar el contagio. Sin embargo, el virus ya había tomado mucha ventaja. Los casos confirmados en un solo día superaron los 350.000 y 2.236 personas murieron diariamente, el doble de lo registrado en la primera ola. Al cierre de esta edición, India reportó 17.313.163 casos y superó los 200.000 muertos.
La infraestructura del sistema de salud está derrumbada, lo que expuso décadas de subinversión y la falta de un plan para frenar la propagación del virus. Así se creó un efecto dominó: los laboratorios se saturaron y los resultados de las pruebas demoran hasta tres días en entregarse, por lo que se estima que las cifras están por debajo de la realidad.
Además, apareció una nueva variante originada en la India, que ya se ha expandido a 19 países y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que podría ser más contagiosa. El director de la OMS Europa hizo un llamado para no bajar la guardia: “La pandemia sigue siendo un desafío enorme para los sistemas sanitarios de cualquier país en los que se relajan las medidas de protección personal, hay reuniones de masas, circulan variantes más contagiosas y la cobertura de vacunación es todavía baja”.
Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido brindaron ayuda a India. Enviaron suministros médicos y personal sanitario, pero el futuro no es alentador, pues aunque se realice un excelente trabajo y la capacidad hospitalaria aumente exponencialmente, las muertes seguirán creciendo en las próximas semanas.
Esta situación preocupa y podría ser catastrófica de cara a la lucha de la humanidad contra la covid-19, como le explicó a BBC Ravi Gupta, profesor de Microbiología Clínica en la Universidad de Cambridge: “La numerosa población y su densidad es una incubadora perfecta para que este virus experimente mutaciones –dijo–, pues podría aumentar y alargar la gravedad de la pandemia en el mundo, ya que mientras más oportunidades de mutar tenga el virus, existen más posibilidades de que encuentre la forma de infectar incluso a las personas inmunizadas”.
La fatiga pandémica se expande por todo el mundo con rapidez. La llegada de las vacunas y su administración es una luz al final del túnel para terminar de una vez por todas con la crisis sanitaria. Sin embargo, esta es una carrera de resistencia, mas no de velocidad, por lo que las precauciones y los cuidados se deben mantener hasta el final, de lo contrario la pesadilla se podría alargar.