Brasil
El llanto de Bolsonaro en su despedida del poder en Brasil: esto dijo en el último discurso
Jair Bolsonaro, presidente de Brasil desde 2018 hasta hoy, pronunció su último discurso como mandatario en medio de lágrimas.
Han sido pocas las palabras y apariciones públicas de Jair Bolsonaro, quien fuera presidente de Brasil durante los últimos cuatro años, desde que el popular Lula da Silva le venciera en las urnas el pasado 30 de octubre.
Desde allí, el primer mandatario brasilero se sumió en un espiral de silencio que solo rompió para pedir a sus seguidores que despejasen las carreteras que mantenían bloqueadas tras su derrota.
Desde esas últimas declaraciones no se había vuelto a escuchar su voz en redes sociales o actos públicos, de ahí que muchos estuvieran expectantes por lo que sería su última aparición como presidente de Brasil.
Este viernes sentado en su despacho en el Palacio de Alvorada, habló durante 50 minutos para las redes sociales y, horas después, se subió a un avión de la Fuerza Aérea Brasileña y voló hacia Estados Unidos. Bolsonaro no colocará este domingo la banda presidencial a su sucesor, rompiendo la tradición entre el mandatario saliente y el recién electo.
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En medio de esa última aparición, medio millón de personas pudieron ver a un Jair Bolsonaro secarse las lágrimas y lanzar críticas al atentado terrorista que uno de los sus seguidores intentó, sin éxito, perpetrar en el aeropuerto de Brasilia.
Bolsonaro dijo que “nada justifica” un ataque semejante, pero al mismo tiempo consideró “patriotas” a los cientos que acampan frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia exigiendo una intervención militar por considerar que hubo fraude electoral vinculado a su derrota frente al popular Lula. Para cerrar, dijo que el 31 de octubre “se perdió una batalla, pero no la guerra”.
Y es que esa esperada transmisión fue el resultado de una extensa despedida en voz baja que ha hecho el presidente saliente de Brasil, pues nunca reconoció su derrota y lleva dos meses con una agenda muy limitada al ojo público y llena de críticas por su silencio en medio de las manifestaciones, muchas veces radicales y abiertamente golpistas, en contra de su opositor. Tanto así que en la ceremonia de este domingo Bolsonaro ni siquiera estará presente, marcando la ya obvia distancia con el que será el tercer mandato de Luiz Inácio Lula da Silva.
Parte de esas decisiones que van en contra de las tradiciones democráticas de Brasil llegan porque Bolsonaro se considera víctima de un gigantesco fraude en las urnas, impulsado por el Tribunal Supremo Electoral en complicidad con la oposición y los grandes medios, lo que ha llevado a miles de sus seguidores a protestar en contra de las instituciones e incluso clamar por un golpe de Estado.
Ahora bien, aunque él mismo no alentó las protestas de sus seguidores, hizo poco para detenerlas. De hecho, no fue sino hasta las cercanías de la transición de mando que Bolsonaro se animó a repudiar públicamente el plan de un empresario detenido tras colocar una bomba en un camión cargado de combustible en la capital. “Si alguien comete un error, enseguida le dicen bolsonarista. Nada justifica este intento ocurrido en Brasilia de hacer terrorismo en la región del aeropuerto. Gracias a Dios el elemento fue detenido, pero lo califican como bolsonarista, así lo trata la prensa”, dijo el mandatario.
Actualmente, la policía negocia contra reloj para que los cientos de manifestantes que aún piden una intervención militar levanten su campamento para la transición de mando, pero ha sido difícil porque Bolsonaro acompañó a esos grupos de fanáticos con una estudiada indiferencia: no los alentó, pero tampoco los condenó. Incluso este viernes los felicitó por su protesta “ordenada” y “pacífica”, pero por primera vez les pidió que ahora se organicen para ejercer una dura oposición política a Lula da Silva. “No vamos a creer que el mundo acaba este 1 de enero” con la investidura de Lula, dijo sollozando. “No debemos tirar la toalla ni dejar de hacer oposición (…) Nosotros no queremos un Brasil peor, pero tenemos que respetar nuestra ley y la Constitución. A partir de ahora, toda manifestación - en contra de su gobierno- es bienvenida”, añadió.
Del mismo modo y estilo que Donald Trump en su momento, Jair Bolsonaro abandona la casa presidencial de Brasil convencido de que le han robado las elecciones. Y es que no pasó mucho entre los primeros anuncios de los pronósticos y encuestas que lo daban por perdedor, y las primeras alegorías a las fallas del sistema electoral y la “poca transparencia” del sistema de urnas electrónicas que se usa en Brasil desde hace casi 30 años y que le dio la victoria en 2018, cuando el sistema no parecia tener mayores problemas.
En Brasilia se espera que el 1 de enero decenas de miles de personas cubran la Explanada de los Ministerios, frente al Congreso y el Palacio Planalto en un circuito diseñado en los años cincuenta por el arquitecto Óscar Niemeyer para ser escenario de grandes celebraciones populares. Pero Bolsonaro no estará siquiera en el país, pues abandonó Brasil con rumbo a Miami el viernes después de dicha transmisión.
La confirmación del viaje llegó por las vías oficiales, tras semanas de especulaciones en la prensa. Este viernes, el Diario de la Unión, el boletín oficial del país, publicó una autorización para que cuatro miembros del equipo de Bolsonaro viajen a Miami entre el 1 y el 30 de enero “para realizar la asesoría, la seguridad y el apoyo personal del futuro expresidente de la República” durante su gira internacional.
Cuando Lula sea proclamado como presidente, su rival estará a miles de kilómetros de distancia.