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El lugar del que los abuelos huyeron del Holocausto
Con homenajes en pueblos de Europa del Este, un viajero argentino está ayudando a reconstruir la historia de migrantes que huyeron de la pobreza y el Holocausto. Se trata del proyecto “Ruta de las bobes”.
El argentino Dan Lande ya tenía una carrera como emprendedor, dedicado a viajes creativos e innovadores, sobre los que escribía y generaba contenido para miles de seguidores en sus redes sociales, cuando un incidente cambió su rumbo.
Por accidente, rompió cinco platos que habían sido de su abuela, inmigrante polaca, y que habían estado en la familia por más de 70 años. Con la angustia de haber destrozado parte importante de la memoria familiar, decidió viajar a los pueblos de origen de sus abuelos y llevar trozos de estos platos, para hacer allí un homenaje.
Su idea cobró vuelo y pronto se sumaron más descendientes de migrantes en Argentina y Uruguay, en su mayoría de familias judías, que le pidieron que llegara también a los pueblos de sus abuelos y bisabuelos, que habían venido de Europa del Este, escapando de la pobreza, la guerra y el Holocausto. Así nació “La ruta de las Bobes” (“Bobes” significa ‘abuelas’ en yiddish), que ya va en su tercer año.
“Este es un viaje diferente. El hilo conductor no está guiado por los destinos, no son lugares turísticos, sino pueblitos a los que llego para reconstruir una historia”, cuenta Dan Lande a DW, en medio de su viaje por Polonia.
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Al buscar información sobre sus antepasados, los descendientes reconstruyen su historia familiar y dan las pistas para el viaje, que a veces no son muchas. La mayoría cree que el pueblo ya no existe o, a veces, los mismos abuelos no quisieron volver a hablar del pasado. “Para muchos era una historia de mucho dolor o había una barrera y a partir del homenaje de otra familia deciden saber más de su historia”, señala Lande.
Volver a las raíces
Lande lleva algún recuerdo familiar o prepara un plato con una inscripción, que rompe y deja en un lugar significativo. Y por medio de fotos y videos conecta a la familia con sus raíces. “Por más que no se tenga una dirección ni nada, me di cuenta de lo importante que es para ellos ver una imagen del pueblo. Es también una forma de conectarlos con esa historia”.
Ha hecho unos 50 homenajes en distintos países, entre otros Bulgaria, Rumania, Moldavia, y Ucrania, además de Polonia. Y, en ocasiones, ha conectado también a parientes y descendientes de familias amigas.
En una oportunidad, fue a Parkzew, Polonia, ciudad natal de la abuela Sara, quien había llegado a Argentina a los 12 años junto a su familia, justo antes de la Segunda Guerra. Falleció en 2015 y dejó unos cuadernos en los que escribió sus memorias.
Su nieta, Luciana Fuks, había grabado un audio leyendo en primera persona estos escritos. “Fue muy emocionante. Además del homenaje con el plato en que Dan escribió una frase de mi abuela, le sumó un video con un recorrido por la ciudad y con el relato de ella de fondo”, cuenta la nieta a DW.
“Pudimos visitar el lugar de su infancia y de donde vino, recorrer esas calles por esas imágenes. Estoy muy agradecida de esta posibilidad tan amorosa que hace Dan con estos homenajes, que tienen que ver también con el legado, es parte de mi historia”, dice Luciana.
Historias de sobrevivientes
“En mi primer viaje, tenía un poco de miedo. En Polonia asesinaron a toda la familia de mis abuelos y me imaginaba un lugar gris. Pero encontré una nueva mirada”, señala Lande. Sus abuelos paternos fueron sobrevivientes del Holocausto. Habían escapado a Rusia y fueron deportados a Siberia. Al regresar a Polonia, después de la guerra, descubrieron que toda su familia había sido asesinada y decidieron partir a Argentina, a donde había emigrado un hermano.
“Nunca más quisieron hablar, casi no hablaban de Polonia”, indica. El abuelo había escrito su historia en un libro, donde nombraba a una familia que escondió a once judíos, entre ellos los bisabuelos de Lande. Los nazis los descubrieron y asesinaron, también, a la familia que los había protegido. Solo sobrevivió una niña que estaba en la escuela.
“Cuando llegamos al pueblo, nos enteramos de que esta nena hoy es la señora Postek, una mujer de 90 años. Con mi hermana fuimos a visitarla y nos recibió en su casa, la misma donde vivía su familia. Compartimos una merienda, las dos familias unidas. La de ella murió tratando de ayudar a la mía, fue un momento muy fuerte”.
Acto de memoria
El proyecto se ha vuelto multidimensional, observa Lande: “Intervienen distintos actores. Los abuelos que ya no están, los nietos que están tratando de reconstruir esas historias y gente local que me recibe, a veces me dan platos de su casa para romper y se hacen parte del proyecto”. Lo hospedan, lo invitan a comer y a celebraciones familiares. O lo recibe el alcalde, como ocurrió en el pueblo de sus abuelos.
En uno de sus últimos homenajes, estuvo en el pueblo de un hombre que emigró a Argentina en 1937 en busca de una mejor vida para poder llevar a su familia. Pero estalló la guerra y nunca volvió a ver a su mujer y a su hija, entonces de cinco años. Ambas fueron detenidas y murieron en Auschwitz.
En Argentina, el hombre formó una nueva familia. Su nieta Maia le encargó a Lande un homenaje y le entregó una ilustración que hizo a partir de una antigua foto de su abuelo con su hija antes de migrar. La semana pasada, Lande llegó finalmente al pueblo y, de alguna manera, los trajo de vuelta. El proyecto interesó a la directora de la escuela, quien lo invitó a realizar una actividad con los alumnos. Ahora el dibujo quedará allí como parte de este homenaje.
La iniciativa, que se financia a través de aportes y crowdfunding, ha reunido una activa comunidad en redes que sigue los viajes, transmisiones y se emociona con los homenajes y encuentros. Esta gran ola de migración judía y de Europa del Este ha ayudado a configurar la identidad y la cultura de Argentina. “La Ruta de las Bobes” fue declarada de interés cultural por el Gobierno de Buenos Aires.
Lande quiere ampliar la iniciativa a familias de otros países latinoamericanos. Y, si bien se ha concentrado en Europa del Este, no descarta expandir la ruta. “Para mí, arrancó como un proyecto de viaje diferente y se convirtió en un proyecto de memoria, educativo, de hablar del Holocausto y reflexionar sobre estas temáticas, porque es contar lo que pasó en esta región a través de historias particulares y familiares, y al mismo tiempo conectar a estas familias con estas historias”, destaca.
Acto de memoria y reconocimiento
Aunque algunos piensan que desaparecieron, muchos pueblos siguen ahí. Son destinos alejados del turismo tradicional, a veces sin oferta de alojamiento y de difícil acceso. Llegar hasta el lugar y compartir imágenes con los familiares es parte del homenaje y del acto de memoria.
Dan Lande creó los homenajes como parte de una experiencia personal. En sus viajes honra la memoria de emigrantes que llegaron a Sudamérica desde Europa del Este y conecta a las familias con sus raíces.
El homenaje a la abuela o el abuelo no es solo dejar un plato roto en algún lugar significativo del pueblo o ciudad natal. Todo el proceso de investigar con la familia, viajar hasta el lugar y compartir fotos y videos, es parte del acto de memoria y reconocimiento.