AMÉRICA LATINA

El narcotráfico sigue extendiendo sus tentáculos por América

El atentado terrorista de Ecuador puso de manifiesto que el narcotráfico ha extendido sus tentáculos en casi todo el subcontinente. El fenómeno no solo se intensifica, sino que además se expande peligrosamente por la región.

3 de febrero de 2018

Un inusual ataque estre-meció en la madrugada del sábado pasado a la población de San Lorenzo, una ciudad costera al norte de Ecuador. Un carro bomba estalló frente a una estación de Policía y dejó 28 personas heridas, 37 casas afectadas, el edificio destruido y una enorme intranquilidad. Las autoridades determinaron que el Guacho, un disidente ecuatoriano de las Farc, ordenó el atentado para vengarse por los constantes operativos del gobierno contra el narcotráfico en la frontera. Ese mismo día, el presidente Lenín Moreno decretó el estado de emergencia, envió efectivos oficiales a la zona y calificó el hecho como el primer acto terrorista ocurrido en ese país.

En efecto, en Ecuador nunca se había presentado un incidente así. Si bien la presencia de traficantes no es nueva, pues el país es un paso para sus rutas, la violencia no había llegado a ese nivel. Lo ocurrido allá evidencia las nuevas dinámicas y los amenazantes alcances del narcotráfico en la región. El aumento de cultivos en Colombia, Perú y Bolivia, el tráfico entre los países productores y consumidores al alza, la diversificación del mercado hacia África y China y la impunidad hacen que el narcotráfico amenace a cada vez más países de América Latina.

Puede leer: El drama de los venezolanos mulas del narcotráfico

1. México: el dueño del negocio

Los capos mexicanos se apropiaron del multimillonario negocio desde que desaparecieron las grandes organizaciones criminales en Colombia. Sin embargo, desde hace unos años ellos no solo quieren controlar el transporte y la venta, sino todas las fases de la producción. De ahí que ahora sea común encontrar narcos mexicanos en países como Colombia (vea el desarrollo de este tema en Semana.com). También, cada vez es más frecuente la aparición de laboratorios tanto en México como en sus vecinos Guatemala y Honduras. Como explicó a SEMANA un oficial de la Policía Antinarcóticos, “los mexicanos simplemente evitaron los intermediarios. Carteles como el de Sinaloa, el Golfo, el Pacífico o Jalisco Nueva Generación mandan su gente a Colombia. Y hoy negocian directamente con cualquiera e imponen sus condiciones”. No pretenden abrirse paso a sangre y fuego, sino hacer negocios y reafirmar su poder mediante alianzas con las mafias locales y el monopolio del mercado. Por el contrario, en México la lucha entre los capos, la disputa por el control del mercado y la guerra frontal declarada desde el gobierno desangran al país. El año pasado cerró allá con uno de los índices de asesinatos más altos de su historia, con un promedio de 80 por día.

2. Venezuela: ¿un narcoestado?

“No hay arroz, no hay harina. En Miraflores solo hay es cocaína”. Con ese canto, cientos de estudiantes de la Universidad Central de Venezuela pusieron el dedo en la llaga. El mensaje iba dirigido a los sobrinos de Nicolás Maduro, condenados a 18 años de cárcel por tratar de ingresar esa sustancia a Estados Unidos para financiar la campaña al Parlamento de su tía, la primera dama, Cilia Flores. No es la primera vez que este fenómeno permea las altas esferas en Venezuela. Por un lado, Estados Unidos acusa a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, dirigidos por Diosdado Cabello, de pertenecer al cartel de los Soles. Por el otro, la DEA tiene los ojos puestos en varios funcionarios, incluido el vicepresidente Tareck El Aissami, por no solo facilitar, sino por participar activamente del narcotráfico. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, cerca del 80 por ciento de la cocaína transita por territorio venezolano. Todo indica que el beneficio que obtiene el Estado financia una dictadura cuyo deterioro es más que evidente.

Le recomendamos: Con Trump el narcotráfico seguirá siendo la primera preocupación

3. Brasil: la guerra en la ciudad

El expansionismo de las bandas en Brasil tiene al país al borde del caos. En julio de 2017 el presidente Michel Temer oficializó su estrategia de militarizar las favelas para combatir el crimen organizado y reducir la inseguridad. Sin embargo, la violencia aumentó. Tanques, helicópteros e incluso piezas de artillería comenzaron a hacer parte del paisaje habitual de Río. Al mismo tiempo, bandas como el Primeiro Comando da Capital, el Comando Vermelho y la Familia do Norte aterrorizan al país en su lucha por controlar las rutas y la venta de drogas en las ciudades. Con el agravante de que Brasil, según la Universidad Federal de São Paulo, es el segundo mercado de cocaína del mundo, después de Estados Unidos, con 2,8 millones de consumidores. Aunque Brasilia ya ha invertido cerca de 3,3 millones de dólares en la lucha contra el crimen organizado, los índices de inseguridad se mantienen al rojo vivo.

4. Paraguay: frontera porosa

Al mayor productor de marihuana en la región, que provee el 9 por ciento del suministro mundial, no lo preocupaba la violencia. Sin embargo, el asesinato del criminal más prominente del país, Jorge Rafaat Toumani, y el próspero imperio que dejó detrás se convirtió desde abril en el dolor de cabeza del gobierno. Las incursiones violentas del último año demuestran que las bandas criminales de los países vecinos tienen el ojo puesto en Paraguay. Hace solo unos meses Ciudad del Este fue por tres horas un campo de batalla. Cerca de 30 hombres armados hicieron explotar carros, derribaron un edificio y robaron una bóveda con 40 millones de dólares. Las autoridades atribuyeron este hecho a Primeiro Comando da Capital, la banda criminal más peligrosa de Brasil. Y es que además de la bonanza marimbera, la ubicación estratégica y la compra de voluntades en distintos niveles del Estado hacen de Paraguay un aliado fundamental para el narcotráfico.

5. Honduras, El Salvador y Guatemala: el triángulo del terror

Donald Trump citó como una prioridad acabar con la Mara Salvatrucha en su discurso sobre el Estado de la Unión. Un día antes, el presidente de Guatemala le había pedido al Congreso tipificar a las pandillas como organizaciones terroristas y solicitó incluir a esa organización criminal en la lista negra de lavado de activos de Estados Unidos. Estos llamados ponen en primer plano un fenómeno criminal que convierte a esos países en la región sin guerra más violenta del mundo: las maras. El dominio territorial de estas pandillas las convierte en un aliado indispensable para el narcotráfico. En efecto, el triángulo del norte es un paso estratégico entre el norte y el sur, y las pandillas ofrecen el transporte y la protección fundamentales para que los cargamentos lleguen a su destino. Eso permite a esas organizaciones delincuenciales obtener cuantiosos dividendos para diversificar su acción criminal dentro y fuera de su territorio.

Le sugerimos: EE. UU. sanciona al vicepresidente de Venezuela por narcotráfico

6. Argentina: la nueva ruta blanca

Un rebrote criminal encendió las alarmas en Argentina. En los primeros 10 días del año, 14 personas murieron y 31 resultaron heridas por un ajuste de cuentas entre las dos familias dueñas del negocio de las drogas en Rosario. Los hechos evocaron la época más violenta de esta ciudad, catalogada desde 2012 como epicentro del narcotráfico de Argentina. El aumento del fenómeno queda claro en las cifras: el decomiso alcanzó un récord en 2017 con la incautación de 15 toneladas avaluadas en 155 millones de dólares. La conexión narco con Brasil también representa una amenaza. Como reveló La Nación, los comandos brasileños también miran a Argentina. En especial desde que un capo de Comando Vermelho encontró nuevas rutas desde Bolivia. Según aseguró la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, “Argentina no produce cocaína, pero sus porosas fronteras, carreteras, ríos y puertos hacen que sea un buen lugar de tránsito. Las bajas probabilidades de procesamiento judicial también parecen atraer a los narcotraficantes”.