MUNDO
El país que luce totalmente desolado y no precisamente por cuarentena
Rangún, o Yangón, es la ciudad más grande de Birmania. Una nación que hace un año vivió un golpe de Estado que tiene al país sumido en el infierno.
Una huelga silenciosa ampliamente seguida, nuevas sanciones internacionales y una investigación de la ONU por crímenes contra la humanidad son algunas de las reacciones en el mundo un año después del golpe militar en Birmania, que en birmano es Myanmar. Las imágenes en la ciudad de Rangún, también conocida como Yangón, la muestran desolada, sin vida, como si se tratara de un confinamiento por cuenta del coronavirus.
“El infierno”
“Vivimos en el infierno (...) Tenemos (constantemente) que pensar en nuestra vida cotidiana bajo esta dictadura, más que en nuestros objetivos, nuestros sueños para el futuro”, dice en el mercado de Rangún Htoo Aung, que no quiso dar su verdadero nombre por miedo a las represalias.
“Millones de birmanos necesitan ayuda humanitaria”
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“Más de 14 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, la economía está en crisis, las conquistas democráticas se han perdido y el conflicto se está extendiendo a todo el país”, declararon en un comunicado conjunto la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Corea del Sur.
“Reiteramos nuestro llamado al régimen militar a poner fin inmediatamente al estado de emergencia, autorizar un acceso humanitario sin obstáculos, liberar a las personas detenidas de manera arbitraria y reconducir rápidamente el país hacia un proceso democrático”.
“Crímenes de guerra”
“Los informes recibidos durante el último año sugieren que más de 1.000 personas han sido asesinadas en circunstancias que pueden calificarse como crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra”, dijo en un comunicado Nicholas Koumjian, jefe del Mecanismo de Investigación Independiente de las Naciones Unidas para Birmania.
“La justicia internacional tiene una memoria muy larga y algún día los autores de los crímenes internacionales más graves cometidos en Birmania tendrán que rendir cuentas”, advirtió, y recordó que los investigadores de la ONU están siguiendo los acontecimientos “muy de cerca”.
Sanciones
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aprovechó este aniversario para acentuar la presión sobre el régimen, con nuevas sanciones financieras dirigidas a responsables concretos.
Las sanciones se adoptaron en coordinación con el Reino Unido y Canadá y afectan a los principales funcionarios judiciales del país: el fiscal general Thida Oo, el presidente de la Corte Suprema Tun Tun Oo y el jefe de la comisión anticorrupción Tin Oo.
“Guerra civil inevitable”
“Birmania está al límite del colapso”, advirtió Catherine Renshaw, profesora de la Universidad Occidental de Sídney, y asegura que la situación empeorará. “Cada semana que pasa, el sufrimiento es mayor, los reproches se acumulan y la desconfianza entre el Ejército y los opositores aumenta. Una guerra civil a gran escala parece inevitable”.
“El silencio es un grito”
“El silencio es el grito más fuerte que podemos lanzar contra los soldados y su sangrienta represión”, indicó una opositora anónima en Twitter, mientras las calles y los comercios estaban vacíos este martes en todo el país. “Nuestro futuro es más prometedor que nuestro pasado (...) Insto a todo el mundo a defender lo que es justo para la gente y a hacer lo necesario para el bien de la población de Birmania”, tuiteó Thinzar Shunlei Yi, una activista prodemocracia.
Un año después del golpe de Estado en Birmania contra el gobierno civil de Aung San Suu Kyi, el país está sumido en el caos: milicias han tomado las armas contra los militares que intentar ahogar las protestas, más de 1.500 civiles han perdido la vida y otros miles están arrestados. Horas antes de que el nuevo Parlamento de Birmania se reuniera en febrero de 2021, las tropas acorralaron a los legisladores en redadas al amanecer, poniendo fin a un breve interludio democrático y preparando el terreno para meses de derramamiento de sangre.
Un año después, la junta militar del país se esfuerza por contener la reacción desatada por su toma de poder, con enfrentamientos diarios y franjas del país fuera de su control. Los analistas no ven una salida cercana a un conflicto tan enconado, que ha devastado la economía, vaciado escuelas y hospitales por todo el país y enviado a miles de exiliados a las vecinas Tailandia e India.
Con información de la AFP.