El Papa Francisco - Getty Images

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El papa Francisco: la reflexión del sumo pontífice sobre la vejez que le da la vuelta al mundo

Acompañar a los adultos mayores, así como brindarles todo lo que requieran para su bienestar, son algunos puntos de esta iniciativa de la Iglesia católica.

10 de febrero de 2021

Este martes, la Academia Pontificia para la Vida emitió un documento donde pide reevaluar la manera como se cuida a las personas mayores, reflejando además una resistencia al hecho de enviar a las personas de avanzada edad prematuramente a ancianatos.

El Vaticano, a través de su pronunciamiento, dijo que es importante adaptar los lugares donde residen los adultos mayores a sus necesidades particulares; es decir, evitar que tengan que subir o bajar escaleras, dejar a su disposición los elementos de uso diario, mantenerlos en lugares cómodos donde puedan descansar plácidamente y donde además se puedan resguardar del frío.

Así mismo, la entidad indicó que se estas sugerencias son muy necesarias en medio de lo que calificó como “la masacre” del coronavirus, enfermedad que ha afectado en mayor proporción a las personas mayores de 70 años.

Al respecto, el arzobispo Vincenzo Paglia, titular de esta iniciativa, señaló que solo una cuarta parte de los ancianos que fallecieron a causa de la covid-19 en Italia vivía en sus propias casas, lo que evidencia que cuando surgió la pandemia, más de la mitad de esta población vivían en asilos, una situación que ocasionó que la enfermedad alcanzará fácilmente a más adultos mayores quienes por su edad y comorbilidades, luego de contagiarse, fallecieran rápidamente.

“El saldo de muertes es brutal en cuanto a su crueldad. Se trata de una verdadera masacre de ancianos”, señaló Paglia.

En relación a esto, el papa Francisco en varias oportunidades ha mencionado la importancia de cuidar a los adultos mayores, así como de acompañarlos durante la pandemia así sea a través de llamadas. Así mismo, el sumo pontífice ha indicado que pese a la experiencia y sabiduría que los ancianos pueden ofrecer a la juventud, muchos de ellos son remitidos por sus familias a ancianatos, quitándoles así la oportunidad de compartir con sus hijos y nietos y relegándolos a estar solos.

El papa Francisco designó el cuarto domingo de julio como el Día Mundial de los Abuelos y Ancianos. | Foto: Getty Images

De hecho, el pasado 31 de enero, el máximo líder de la Iglesia católica, designó el cuarto domingo de julio como el Día Mundial de los Abuelos y Ancianos.

“La vejez es un don y los abuelos son el eslabón entre generaciones, para transmitir a los jóvenes la experiencia de la vida y la fe. Los abuelos son a menudo olvidados y nosotros olvidamos esta riqueza de custodiar las raíces y transmitirlas”, señaló el papa al dar a conocer la noticia.

Así mismo, el papa Francisco recalcó la importancia de forjar la relación entre abuelos y nietos, dado que así los adultos mayores encontrarán una motivación y los nietos, verán un ejemplo para seguir adelante.

“Es importante que los abuelos se encuentren con los nietos y que los nietos se encuentren con los abuelos, porque –como dice el profeta Joel– los abuelos ante los nietos soñarán, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerza de sus abuelos, irán hacia adelante, profetizarán”, concluyó tras el rezo del Ángelus en la biblioteca del palacio apostólico del Vaticano.

Desde el inicio de la pandemia los adultos mayores fueron clasificados como la población de más alto riesgo frente a la covid-19, razón por la que en muchos países su cuarentena fue más estricta y larga que la de otras poblaciones.

Incluso en Colombia, el pasado mes de julio, un grupo de personas mayores de 70 años lograron que un juez de Bogotá fallara la tutela que instauraron pidiendo un trato igual al de todos los ciudadanos frente a la pandemia, pues según ellos, sentían que pasaron a ser “excesivamente protegidos por el Estado”, una situación que sumó más soledad y desamparo a los adultos mayores que debido a la pandemia fueron en muchos casos prácticamente abandonados por sus familias, que excusándose en los riesgos que corren los ancianos frente a la enfermedad, dejaron de visitarlos y cortaron todo tipo de contacto.