Atlas del Nazismo
El Pearl Harbor brasileño: el día en que un submarino nazi atacó Salvador de bahía
El incidente sucedió en agosto de 1942 y durante dos días la embarcación atacó a buques y vapores con bandera de Brasil. Este es el recuento de esa trágica fecha.
Eran las 18:25 horas. Los pasajeros del vapor Baependy, que había zarpado de Salvador de Bahía, acababan de cenar. El submarino nazi U-507 que estaba a 1.500 metros de distancia, disparó dos torpedos con 280 kilos de TNT, que no alcanzaron el objetivo pues la tripulación calculó erradamente la velocidad del Baependy. A las 1912 horas, el U-507 lanzó otros dos torpedos a una velocidad de 40 nudos. Ambos dieron en el blanco con treinta segundos de diferencia. Los 320 pasajeros quedaron estupefactos. El segundo torpedo destruyó el cuarto de máquinas, dejando el buque sin electricidad. Las llamas se apoderaron de cubierta. El capitán de artillería Lauro Mourinho dos Reis, uno de los 28 sobrevivientes, recordaría que fragmentos de vidrio y madera volaron en todas las direcciones, hiriendo o matando indiscriminadamente a los pasajeros. La tripulación solamente pudo lanzar al agua un bote salvavidas. No hubo tiempo para más. El barco se fue a pique en 4 minutos desde el primer impacto, naufragando por la proa esa noche del 15 de agosto de 1942.
El Baependy era un viejo navío, construido en 1899 en el astillero Blohm & Voss de Hamburgo, la misma ciudad donde en 1939 había sido bautizado el U-507.
Harro Schacht sabía que había atacado un barco de pasajeros, no una nave de guerra. El era el comandante del submarino. El Baependy tenía las luces encendidas. También el Araraquara tenía las luces encendidas cuando Harro Schacht disparó dos horas después un torpedo que explotó en la mitad de la embarcación, dejándola en la oscuridad. El Araraquara, de reciente construcción, se partió en dos y se hundió en cinco minutos con 131 pasajeros. Cuatro tripulantes se lanzaron al mar agarrados a fragmentos del barco, pero uno empezó a alucinar y se ahogó, quedando solamente tres sobrevivientes.
Esa misma noche, a las 02:10 horas, Harro Schacht lanzó un torpedo contra el vapor Aníbal Benévolo. Los 154 pasajeros y tripulantes estaban casi todos dormidos. No tuvieron tiempo de entrar en pánico, pues el buque naufragó en 45 segundos. Salvaron la vida cuatro tripulantes.
A las 08:41 horas del 17 de agosto, el Korvettenkapitän Harro Schacht atisbó el Itagiba, que transportaba pasajeros y el resto del destacamento de artillería que había naufragado en el Baependy. A mil metros de distancia el torpedo explotó en la mitad del barco, que se fue al fondo del mar en diez minutos. Horas después otro torpedo afondó el vapor Arará, que había rescatado a sobrevivientes del Itagiba. Murieron veinte pasajeros más.
Se dijo con razón que esos dos días de terror fueron el Pearl Harbor brasileño, pues los ataques devastadores tomaron por sorpresa al país. Los negocios con nombres alemanes fueron saqueados en distintas ciudades. Solo en Belém la multitud destruyó veinte almacenes, oficinas y casas de alemanes. Manifestaciones masivas se realizaron en todo el país. El Cine Jornal Brasileiro que se presentaba en los cinematógrafos entrevistó a sobrevivientes llamándolos Vítimas da Crueldade dos Totalitários!
Furia sintieron los oficiales de las fuerzas militares. Solamente en el Baependy murieron 250 soldados y siete oficiales. Los náufragos restantes eran casi todos esposas y crianças de los militares.
El gobierno de Getúlio Vargas, un dictador civil que estaba en el poder desde 1930, no podía responder a la agresión. Brasil era un país débil económica y militarmente. El ejército era más ficción que realidad. Escaseaban el carbón y la gasolina. El país no estaba preparado para declarar la guerra y, en efecto, se declaró un estado de beligerancia, pero no la guerra. El ministro de Guerra, Eurico Gaspar Dutra, luego presidente de Brasil, habló de un acto monstruoso y criminal, pero no mencionó a Alemania ni a los países del Eje en sus declaraciones.
La masacre de agosto no tenía antecedentes. Harro Schacht, el comandante del U-507, actuó como un lobo solitario. Fue uno de los más intrépidos submarinistas del nazismo. Durante la guerra, Alemania desplegó 870 U-boot para atacar la marina mercante y militar aliada. Pero 550 de esos U-boot no lastimaron un solo buque aliado. Solo treinta comandantes causaron la mayor parte de los estragos. Harro Schacht fue uno de ellos. Durante los juicios de Núremberg, el gran almirante Raeder atribuyó a la iniciativa particular de Schacht la racha mortal causada por la acometida contra el Baependy, el Araraquara, el Aníbal Benévolo, el Itagiba y el Arará.
Schacht llevaba cuarenta días sin disparar uno solo de sus 22 torpedos, cuando avistó el Baependy el 15 de agosto de 1942 e inició la embestida que en dos días cobró más de 500 vidas. Después de pasar una temporada en el puerto para submarinos que los nazis construyeron en Lorient, Francia, donde no fue recibido con vítores y medallas, regresó al litoral brasileño a final de año. Cambió de táctica. No disparó torpedos, sino que capturó a tres capitanes de barcos británicos para obtener información sobre rutas de navegación. Empero, no pudo utilizarla porque el 13 de enero de 1943 un avión Catalina de la Marina de los Estados que pertenecía a la base naval americana en Fortaleza divisó el submarino y lanzó cuatro cargas de profundidad con 884 kilos de TNT. El U-507 zozobró. Schacht tenía 35 años. De manera póstuma fue ascendido a Fregattenkapitän.
Harro Schacht no supo que su expedición aciaga obró a favor de los aliados. A raíz del Pearl Harbor suramericano desencadenado por el comandante, Brasil permitió sin dudarlo la presencia de tropas de Estados Unidos en “la protuberancia” del Nordeste. Indirectamente, Schacht terminó además socorriendo a Stalin.
Por Natal pasaron 47.874 aviones americanos desarmados, que Roosevelt envió a la URSS para combatir la invasión de Hitler. Fueron transportados de Estados Unidos a Natal y de allí por el Océano Indico a Irán, desde donde ingresaban por tierra a la Unión Soviética. Esa ruta era 16.000 kilómetros más larga que la anteriormente utilizada por los Estados Unidos, la ruta ártica por el norte de Escandinavia hasta el puerto soviético de Arcángel. Pero los alemanes la habían bloqueado. Fueron también 16.000 las tropas norteamericanas destacadas en Brasil durante la guerra. Se les llamó “técnicos” para no herir susceptibilidades, especialmente de los integralistas, un movimiento fascista, ultranacionalista, antisemita pero no ario, que simpatizaba con el nazismo desde los años treinta y que Getúlio Vargas mantuvo a raya.