MUNDO
El poder de los encapuchados
Barricadas ardientes, saqueos, gases lacrimógenos, son rastros de la violencia por parte de manifestantes y fuerzas de seguridad. ¿De dónde viene tanta violencia incontenible? ¿Qué nos pasa cuando no somos reconocibles?
En Alemania, desde 1985 está prohibido cubrirse el rostro durante manifestaciones de protesta. Normas similares están vigentes en muchos otros países. El trozo de tela que cubre el rostro no solamente impide la identificación de las personas, sino que también las lleva a representar un papel distinto. "Se trata de un cambio de identidad. ¡Con una capucha puedo dejar mi propio marco normativo!”, explica el psicólogo criminalista berlinés Hans-Joachim Clausen.
Este tipo de encapuchado es muy distinto de los asaltantes de bancos, que cubren su rostro para n ser reconocido. La mayoría de los psicólogos e investigadores coinciden en que cubrirse el rostro causa desinhibición. "Si me tapo el rostro, dejo de reflejarme en los sentimientos de los demás. Por eso se descarga energía emocional, sin que importe la reacción de los otros. No lo vería necesariamente como una transformación de la psique, sino como una descarga y desplazamiento de emociones”, dice Richard Weihe, investigador del uso de máscaras.
La persona es la misma, y su mente también, pero su comportamiento cambia: "Una máscara, naturalmente, puede ayudarnos a ser más decididos”, dice Clausen. "Las cosas son más sencillas. Cuando oculto mi identidad, tengo menos inhibiciones y, por ende, soy más poderoso.”
Violencia contenida
La desinhibición tenía un efecto positivo, por ejemplo, en los bailes de máscaras, durante los cuales la aristocracia podía evadir las estrictas reglas de su vida normal, y divertirse más allá de ellas. Algo parecido sucede en el carnaval, durante el cual los enmascarados o disfrazados asumen otro papel, y hacen o dicen cosas que rebasan sus normas usuales.
Del mismo modo, emociones negativas pueden desatarse también detrás de las máscaras, cuando no se tiene que tomar en cuenta los convencionalismos sociales. "Las personas se apartan de la responsabilidad y la propia conducta, en la medida en que se ‘transforman‘ en figuras abstractas. Pueden actuar, hasta cierto punto, sin enfrentar consecuencias”, dice Richard Weihe, profesor en teoría y práctica del teatro en Tessin, Suiza.
Cubrirse el rostro es experimentar una transformación, incluso en el comportamiento. El encapuchado ve a su "enemigo” solo a través de una ranura, sin que el otro alcance a reconocer sus sentimientos. "Mi enemigo no reconoce mi miedo”, explica el psicólogo Clausen.
Masas y poder
No es casualidad que manifestantes violentos se mezclen en grupos poco diferenciados, o en un "contingente negro”. Esto no solamente protege al individuo, sino que también aumenta la potencia de ataque. "Así ya no se manifiesta la rebelión del individuo, sino la coreografía de la protesta. Con el poder unificado de los enmascarados, cada protesta adquiere un efecto gigantesco y un carácter de revolución”, dice Weihe.
La dinámica del grupo altera el comportamiento del individuo. "Uno se traslada a una zona en la cual la transgresión es tal, que no existe ya posibilidad de negociación. Uno ya no puede salirse de esa situación, sino que busca liberarse de la misma a través de la violencia", afirma Clausen.
El grupo está convencido de tener la razón. "Fundamentalmente estos grupos luchan por un fin elevado, por un objetivo u organización moralmente superiores. Se proclaman, por así decirlo, en instancias superiores”, considera el psicólogo criminalista berlinés.
La adopción de un solo rostro permite la identificación con el grupo. (archivo)
Excesos de ambas partes
Las "fuerzas de seguridad” también se ven como depositarias de la razón. En un caso ideal, se encargan de garantizar el respeto a las normas vigentes: "el derecho y el orden”. Esto no significa que siempre tengan la razón, o que actúen conforme a las reglas, sin excepción. Una y otra vez se habla de excesos de violencia por parte de las fuerzas policíacas, sobre todo cuando no son identificables como individuos.
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El uso de máscaras protectoras, uniformes o armamento puede incentivar los ataques con violencia, si es que los policías sienten que no serán reconocidos ni identificados, y por tanto, no serán llamados a rendir cuentas. También ellos se forman en grupos para enfrentar a los manifestantes, a fin de incrementar su potencia común y proteger a los individuos.
Por eso, en la Unión Europa es obligatorio que los policías estén identificados, ya sea con una placa con su nombre, o con el número de identificación.
Manifestantes adoptan el rostro del presidente chino, en Hong Kong. (archivo)
Protesta creativa
A raíz de las protestas recientes, el gobierno de Hong Kong también decretó la prohibición de taparse el rostro durante las manifestaciones. Los manifestantes eludieron esta norma con ideas originales, como usar todos máscaras con el rostro de la encargada del gobierno, Carrie Lam, o del presidente chino, Xi Jinping. "¡Una idea genial! La máscara es también una imagen que causa un efecto determinado. Con esos retratos, disminuye la disposición de los enemigos a atacar”, afirma Richard Weihe.
Estas creativas estrategias son necesarias, pues el gobierno de China presionó a la Corte Suprema de Hong Kong para que reactivara la prohibición de cubrirse el rostro, que había sido dejada sin efecto.