ESTADOS UNIDOS
El regreso de Obama
El expresidente rompió la regla no escrita de no criticar a su sucesor y se ha convertido en una piedra en el zapato de Trump. Este no ha desaprovechado la oportunidad para crear una campaña de desprestigio para debilitarlo a él y a su candidato, Joe Biden.
En la política estadounidense los expresidentes no suelen aparecer en el radar de la administración siguiente y Barack Obama no había transgredido esa regla. El demócrata, activo en sus redes sociales, goza del cariño de buena parte de los estadounidenses. Y a pesar sus marcadas diferencias con Donald Trump, se había mantenido al margen. Hasta ahora.
El manejo errático y negacionista que el magnate le ha dado a la crisis del coronavirus pareció colmar la copa de Obama. Y no era para menos: el país se convirtió en el epicentro de la pandemia en cuestión de días, con más 1,5 millones de personas contagiadas y casi 100.000 muertas. Asimismo, la crisis golpeó duramente la economía y ha dejado casi 40 millones de desempleados, la peor cifra en su historia. Este aterrador panorama hizo que Obama saliera del habitual retiro de los expresidentes. Al reaparecer dejó en claro que está dispuesto a hacer lo que esté a su alcance para evitar que Donald Trump permanezca cuatro años más en la Casa Blanca, pues el país no lo resistiría.
“Es un desastre absolutamente caótico”, dijo Obama sobre la respuesta de Trump frente a la pandemia. Lo hizo en medio de una llamada que difundieron varios medios de comunicación estadounidenses, en la que se dirigió a más de 3.000 personas de la Asociación de Antiguos Alumnos de su Gobierno. El grupo incluye a los colaboradores de su administración, y en la reunión también los invitó a unirse a la campaña de Joe Biden para la presidencia.
Trump no desaprovechó la oportunidad para atacarlo y, de paso, a su rival Biden, quien, aunque con poco margen, le lleva ventaja en las encuestas. Para nadie es un secreto que la figura de Obama ha sido fundamental para fortalecer la campaña de su exvicepresidente. “Un punto clave que diferencia a Obama de Trump es la competencia. En las encuestas esta es una debilidad del magnate, así que cuanto más pueda recordarle Obama a los votantes ese contraste, mejor el resultado para los demócratas y Biden”, le explicó Joel Payne, analista político y estratega demócrata, al periódico político The Hill. Trump es consciente de ello y evidentemente la presencia de Obama es una piedra en el zapato para el republicano.
"Ante la incertidumbre por el coronavirus, muchos pedían a gritos el regreso del expresidente para tener una voz empática, amable y confiable en medio del caos".
El caso Flynn: la gota que rebosó la copa
Por esos días, y de forma paralela a los comentarios del expresidente demócrata, el fiscal general, William Barr, decidió retirar los cargos contra Michael Flynn, exconsejero de Seguridad Nacional de Trump. El exfuncionario confesó haberle mentido al FBI sobre sus encuentros con el embajador ruso Serguéi Kisliak, poco después de las elecciones presidenciales de 2016, y decidió ayudar al investigador especial Robert Mueller en su pesquisa sobre la influencia rusa en las elecciones de ese año. Meses después, el exasesor cambió de abogados y el nuevo encargado de su caso resultó muy cercano a Barr. Sin embargo, la iniciativa de este último fracasó a los pocos días, cuando el juez Emmet Sullivan advirtió que él era el encargado de evaluar el proceso de Flynn y decidir su futuro judicial. De igual forma, la jugada de Barr cayó muy mal, pues el Departamento de Justicia no suele retirar los cargos de un caso en el que ya hay una confesión abierta de culpabilidad. Así que para muchos el fiscal intentó politizar el sistema de justicia para beneficiar a los aliados de Trump.
Este aprovechó el episodio para contraatacar a su antecesor. Empezó a promover en sus redes sociales un supuesto Obamagate, por el cual el expresidente habría urdido un plan para demostrar que los rusos habían influido en la victoria de Trump. El término lleva rondando por la web desde hace un tiempo, pero tomó fuerza cuando lo empezó a difundir. En lo que lleva del mes publicó más de 20 veces “Obamagate!” en Twitter, y cuando le preguntaron qué quería decir, solo respondió: “Se entiende por sí solo, es el peor crimen político en la historia de Estados Unidos”. Y de cierta forma se sobreentiende su juego de palabras. Usar el sufijo -gate en el país inmediatamente trae a la mente el escándalo Watergate, que le costó la presidencia a Richard Nixon en 1973. ¿Pero realmente a qué se refiere Trump con este término?
Trump se siente cada vez más inseguro ante la candidatura de Joe Biden.
Para el mandatario, Obama armó una ‘campaña en su contra’ durante el primer mes de Trump en la Casa Blanca. Hace poco, el 13 de mayo, dos senadores republicanos, Ron Johnson y Chuck Grassley, publicaron un documento que incluye nombres de funcionarios de la administración Obama que pidieron un unmasking (desenmascarar) entre 2016 y 2017. Este procedimiento, totalmente legal, les permite a algunos funcionarios conocer los nombres de las personas que aparecen en los informes de Inteligencia. Este unmasking llevó a ese grupo de demócratas, entre los cuales está Joe Biden, a descubrir el nombre de Michael Flynn. Luego de que publicaron la lista, los republicanos y, por supuesto, Trump aprovecharon para usarlo como un arma contra Obama y Biden. Según Trump, con este unmasking el expresidente demócrata difundió en su momento información malintencionada por las redes sociales sobre la injerencia rusa para difamarlo. Ante el alboroto, Obama se limitó a trinar “Vota”.
Varios analistas coinciden en que esta estrategia de Trump es una cortina de humo para distraer a la opinión pública de su criticado manejo de la pandemia. Para otros, la aparición de Obama en el panorama le dio al magnate la oportunidad de crear una nueva patraña en su contra, y, por ende, contra Biden. La llegada del virus a territorio norteamericano ha causado serios estragos y en solo tres meses llevó al piso a la economía, el punto fuerte de Trump. Sin tener esto a su favor, y con tantas críticas a cuestas por su manejo de la pandemia, el magnate necesitaba otras estrategias para recuperar terreno electoral.
Obama resucitó a mediados de abril cuando anunció públicamente su apoyo a la candidatura de Biden. Con las aplastantes victorias del exvicepresidente el panorama cambió, Bernie Sanders se retiró ante lo que sería una inminente derrota y las cosas se complicaron para el magnate. Obama se había mantenido al margen y había actuado con prudencia frente a la campaña de Biden. Pero luego del retiro de Sanders y al ver que su exvicepresidente era el virtual ganador de la candidatura del partido del burrito, decidió reaparecer. Los demócratas lo vieron como un salvavidas. Una gran parte del electorado aún necesitaba tener el aval de Obama para inclinar su voto por Biden. Además, en medio de la incertidumbre y la tragedia por cuenta del coronavirus, muchos pedían a gritos el regreso del expresidente para tener una voz empática, amable y confiable en medio del caos.
Y así fue. Obama está más presente que nunca en redes sociales, el único medio a través del cual puede tener visibilidad en la pandemia. Publica muchos más trinos que de costumbre y en la mayoría de ellos da consejos para evitar la propagación del virus, le rinde homenaje al personal de la salud y comparte historias alentadoras. Los estadounidenses necesitaban tener de vuelta esa voz líder, así fuera por redes sociales. Los mensajes amenazadores, las peligrosas recomendaciones para frenar el virus y los constantes señalamientos que Trump hace para culpar a otros de las consecuencias de la pandemia en su país tienen agotado a más de uno.
Independientemente de la razón, la presencia de Barack Obama en el panorama político es clara: hará todo lo que esté en sus manos para que Donald Trump no permanezca en la Casa Blanca y para que los demócratas, en cabeza de su exvicepresidente Joe Biden, retomen el poder y el orden del país.