Nayib Bukele, de 39 años, asumió el poder en 2019 y capitalizó el descontento de la población contra los partidos tradicionales. Hoy tiene las tres ramas del poder a su favor.
Nayib Bukele, de 39 años, asumió el poder en 2019 y capitalizó el descontento de la población contra los partidos tradicionales. Hoy tiene las tres ramas del poder a su favor. | Foto: AFP

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El Salvador: Nayib Bukele completa su segundo año en la presidencia

El mandatario llegó al poder en 2019 de la mano de la derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional, aprovechando el descontento nacional por los políticos tradicionales. Sin embargo, en los dos años de mandato ha generado más de una polémica.

31 de mayo de 2021

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, cumple dos años en el cargo, con elevados índices de popularidad, pero distanciado de la comunidad internacional, que lo cuestiona por tratar de concentrar el poder con la ayuda del Congreso. “El Salvador vive tiempos que solo pueden calificarse de inquietantes y peligrosos. A pesar de la poca claridad de hacia dónde se dirige el país, una importante mayoría de la población confía ciegamente en el presidente y apoya sus decisiones con independencia de las consecuencias”, advierte en un editorial la influyente Universidad Centroamericana (UCA).

Con una imagen fresca y de gorra con la visera hacia atrás, Bukele capitalizó el descontento popular sobre los partidos tradicionales Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), que se habían alternado el poder de 1989 a 2019.

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El gobernante difundió la última semana una encuesta del Centro de Investigaciones de Estudios Sociales (CIESCA), donde un 89 % se mostró de acuerdo con su trabajo. Para la directora del Instituto de Opinión Pública de la UCA, Laura Andrade, hay una “avalancha publicitaria” del gobierno en redes que “distorsiona la forma en que la población salvadoreña interpreta la realidad, con un contenido que no les proporciona elementos que la empoderan sino que la fragmentan”.

A dos años de gestión, “el logro es mantener la baja de homicidios” en un país sin guerra que se presentaba como uno de los más violentos del mundo, reconoce el exdiputado socialcristiano Juan José Martel.

Bukele recibió el país con un promedio de 50 homicidios por cada 100.000 habitantes, una cifra que descendió en 2020 a 20 muertes por 100.000, fruto de un plan contra las violentas pandillas. Además, a juicio de Martel, Bukele “minimizó” la crisis económica producida tras el estallido de la pandemia, entregando 300 dólares a las familias más necesitadas y repartiendo alimentos. Así, en las elecciones parlamentarias de febrero, sus aliados se quedaron con 61 de los 84 escaños de la Asamblea Legislativa.

En mayo, una vez en el mando, el nuevo Congreso destituyó a un grupo de magistrados de la Corte de Justicia y al fiscal general, colocados allí por las pasadas legislaturas, provocando una condena internacional y de sectores de la oposición, que denunciaron un atropello a la separación de poderes. Por su parte, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, aseguró que Washington debía “responder”. Su gobierno ya cesó la cooperación a la Policía y al Instituto de Acceso a la Información y reorientó esos fondos en la lucha contra la corrupción.

El 9 de febrero, Bukele entró a la Asamblea Legislativa acompañado de un pelotón de militares con el objetivo de presionar a los parlamentarios a aprobar un millonario préstamo.

Tras el distanciamiento con Estados Unidos, El Salvador ha estrechado lazos con China, con un acuerdo de cooperación de 500 millones de dólares. “El presidente ha tomado la relación con China como una competencia con la cooperación de Estados Unidos”, y eso “es un juego negativo para el país”, explicó el exembajador de El Salvador en Washington Rubén Zamora.

El distanciamiento con Washington ocurre en momentos en que Bukele negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 1.300 millones de dólares, en un país cuya deuda externa bordea el 90 % de su PIB. El FMI solicita a cambio un ajuste fiscal del 4 %.

Bukele ya había sido criticado por tener actitudes autoritarias al haber llegado escoltado por militares al Congreso en 2020 - en ese momento controlado por la oposición- para pedir la aprobación de un préstamo para seguridad ciudadana.

Con información de AFP.