ELECCIONES

Elecciones europeas, odio y esperanza

Con los resultados de los comicios, al Parlamento Europeo, por primera vez, no lo dominarán ni la derecha ni la izquierda. Será una tribuna continental para los nacionalistas.

1 de junio de 2019
Debido a la falta de mayorías en el Parlamento, se estima que la elección de la comisión y el Consejo tardarán | Foto: afp

Un día vendrá en el que ustedes, Francia, Rusia, Italia, Inglaterra, Alemania, ustedes, naciones del continente, sin perder sus cualidades distintivas ni su individualidad gloriosa, se fundirán estrechamente en una unidad superior y constituirán la fraternidad europea”. Cuando Víctor Hugo pronunció esta frase, en 1849, nadie hubiera podido imaginar, ni él mismo, que su sueño de poeta utopista se convertiría parcialmente, un siglo después, en una realidad llamada Unión Europea. Esta semana, 400 millones de electores de 28 Estados fueron llamados a escoger el nuevo Parlamento del continente y continuar así a darle vida a la profecía del autor de Los miserables.

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Paradójicamente, ese proyecto democrático corre el riesgo de volverse una simple quimera luego de esos comicios, pues los nacionalistas ganan terreno en el hemiciclo. Según los últimos conteos, la ultraderecha ocupará 115 de los 751 escaños, 78 más que en la legislatura precedente. En Italia y en Francia, los extremistas obtuvieron sus mejores resultados. La Liga del ministro del interior, Matteo Salvini, aplastó a sus contrincantes con 34,3 por ciento de los votos, mientras que el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen llegó primero en su país con 23,3 por ciento.

Marine Le Pen y Matteo Salvini obtuvieron los mejores resultados entre los partidos nacionalistas. Sin embargo, guardan grandes diferencias programáticas.

Esos resultados sacuden la estabilidad tradicional del órgano legislativo pues, por primera vez, la derecha y la izquierda no suman la mayoría absoluta. El grupo parlamentario conservador obtendría 175 escaños, 42 menos que antes, y los socialdemócratas se quedarían con 149, 37 menos que en la legislatura anterior. Los demás bancos serán repartidos entre los centristas, los verdes, la derecha soberanista y la izquierda radical.

Con esa configuración, el Parlamento, visto como un órgano tecnócrata alejado de las querellas ideológicas, podría convertirse en una arena de confrontación entre los progresistas y los nacionalistas. Hoy, los populistas están fragmentados en cuatro grupos en el hemiciclo con posiciones divergentes. Por eso, sus representantes se encontraron en Bruselas luego de los resultados para empezar las negociaciones. La idea sería constituir un supergrupo histórico liderado por los radicales franceses e italianos.

Los populistas van a enfrentarse a una oposición férrea de los progresistas.

Si los 115 diputados de ese borde político logran constituir ese grupo, tendrán peso para trastornar la actividad del hemiciclo. Según como le explicó a SEMANA Robert Chaouad, especialista de política europea del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, “la extrema derecha no dispondrá de la mayoría para imponer sus textos, pero dada la cantidad de diputados que tienen y sin otro movimiento mayoritario, podrían perturbar el voto de las leyes y obligar a los otros partidos a crear alianzas para votar cada texto legislativo”.

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Pero los populistas van a enfrentarse a una oposición férrea de los progresistas, que harán todo lo posible para limitar su poder. “La extrema derecha va a adquirir visibilidad pues su tiempo de intervención será más importante, pero va a continuar a ser minoritaria en comparación a los dos tercios del Parlamento compuestos de partisanos de la integración europea”, explica a SEMANA Jean-Yves Camus, director del Observatorio de radicalismos políticos de la Fundación Jaurès.

Por eso, ante la amenaza nacionalista, los progresistas buscarían una personalidad fuerte para reemplazar a Jean-Claude Juncker, hoy presidente de la comisión. Este será propuesto por los miembros del Consejo, es decir, los jefes de Estado de los 28 países, la mayoría proeuropeos, y validado también por la mayoría de los diputados.

La idea, según algunos mandatarios, entre ellos el francés Emmanuel Macron, es escoger a alguien capaz de enfrentar a la ultraderecha y de representar a la Unión Europea ante los Estados Unidos de Donald Trump, la Rusia de Vladímir Putin o la China de Xi Jinping. La danesa Margrethe Vestager, comisaria de la Competencia, es una de las personalidades preferidas para presidir el nuevo hemiciclo. Muchos ven en ella a una política fuerte pues fue capaz de oponerse a grandes grupos como Google o Apple durante los cinco años de su mandato.

Margrethe Vestager, danesa socialista, podría reemplazar en las próximas semanas a Jean-Claude Juncker, el actual presidente de la comisión.

Como respuesta a la nominación de una personalidad liberal, los gobiernos nacionalistas podrían intentar nombrar comisarios de sus rangos. “La única esperanza de la extrema derecha para tener un verdadero peso es que los euroescépticos nombren comisarios del mismo borde, como Italia, Polonia, Hungría”, explica Camus. Sin embargo, de nuevo, los gobiernos proeuropeos intentarán bloquear esos nombramientos gracias a su influencia en el Consejo y en el Parlamento.

Para ganar ese pulso, los progresistas creen contar con las señales positivas de los resultados de los comicios. El aumento de la participación en estas elecciones en 20 de los 28 Estados es un buen síntoma. Más de 50 por ciento de los electores fueron a las urnas, lo que no sucedía desde 1994. Los analistas consideran que se trata de una reacción a los eventos que han estremecido al continente, como el brexit y la llegada de los nacionalistas a la cabeza de grandes países occidentales, como Italia.

El ultraderechista y populista italiano, Matteo Salvini.

También, el excelente marcador de los candidatos verdes en el continente, sobre todo en Alemania, donde obtuvieron 20 por ciento, o en Francia, donde sorprendieron con un tercer lugar, y el avance de los centristas, profundamente europeos, fortalece la postura antinacionalista.

Además, esos resultados en favor de los progresistas fueron impulsados en buena parte por los jóvenes, lo que podría significar que el proyecto continental es apoyado por las nuevas generaciones. Según las encuestas, fueron ellos los que dieron una segunda posición a los verdes en Alemania, un resultado honorable a los ambientalistas en Francia y reforzaron la victoria a los socialistas en España.

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En las próximas semanas, las negociaciones entre los diferentes partidos consolidarán las nuevas alianzas. La extrema derecha tendrá que enfrentar a una Europa que, titubeante y herida, resiste con terquedad al nacionalismo. Quién sabe si el augurio político de un continente de libertad de Víctor Hugo se cumpla completamente: “Un día vendrá en el que no habrá más campos de batalla que los de los mercados que se abren al comercio y de los espíritus que se abren a las ideas”.