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Elecciones en Estados Unidos: ¿Llegó la cuenta de cobro a Trump?

En las elecciones legislativas de este martes la oposición demócrata podría recobrar las mayorías en la Cámara de Representantes, lo cual le complicaría la segunda mitad de la presidencia a Donald Trump. Incluso se abriría paso su destitución.

6 de noviembre de 2018
El 30 de octubre, una multitud salió en Pittsburgh a protestar por la visita de Trump y algunos miembros de su familia para presentar condolencias por la masacre en una sinagoga. Los manifestantes culpaban a la retórica de odio del presidente.

Donald Trump se juega su futuro político este martes. Este día los norteamericanos celebran las elecciones de de mitad de mandato para renovar la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 senadores. Esos comicios, en un país tan polarizado como el que preside el controversial magnate, plantean además un referendo sobre la polémica gestión que cumple Trump en Washington desde el 20 de enero de 2017. Los republicanos controlan hoy ambas Cámaras. En el Senado cuentan con 51 votos contra 47 demócratas y dos independientes. En la cámara baja ocupan 23 curules más que la oposición.

Trump se aproxima a las elecciones en un buen momento. En octubre el desempleo se mantuvo en el 3,7 por ciento, la cifra más baja desde 1969. La economía en el tercer cuatrimestre del año creció 3,5 por ciento, una estadística muy positiva. Y hace tres semanas el Senado ratificó en la Corte Suprema de Justicia al juez Brett Kavanaugh, el candidato de la Casa Blanca, que superó así las acusaciones de la profesora Christine Blasey Ford de haberla agredido sexualmente cuando ella tenía 15 años y él 17.

Hillary Clinton y Barack Obama han salido a la palestra política para denunciar por divisiva a la presidencia de Trump. Obama pronunció un fuerte discurso el 28 en Milwaukee. 

El caso de Kavanaugh partió en dos a la sociedad estadounidense y constituyó un triunfo para el presidente que transformó la Corte Suprema en un tribunal mayoritariamente conservador. Todo eso explica por qué la BBC afirmó en un artículo reciente que “octubre fue el mejor mes en lo que va de gobierno”.

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Las encuestas lo reflejan. El jueves pasado Trump contaba con la aprobación del 49 por ciento de los ciudadanos según la encuesta Rasmussen. El porcentaje es superior al que justo antes de las primeras elecciones de a mitad de mandato obtuvieron Barack Obama, Bill Clinton y Ronald Reagan que a estas alturas alcanzaban 46, 41 y 42 por ciento, respectivamente.

Pero el presidente está angustiado, y con razón. El mes pasado, 14 paquetes con explosivos les llegaron por correo a diversas personas y entidades. La lista incluye al filántropo George Soros, al expresidente Obama, a la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, al actor Robert De Niro, al exvicepresidente Joe Biden y a la CNN. El común denominador de todos ellos es que han sido blanco de los insultos de Trump. El principal sospechoso, Cesar Sayoc, un trumpista redomado, vivía en Florida, había pintado su camioneta con algunos de esos personajes en medio de una mira y fue detenido. Esos hechos, a los que el presidente ha calificado de fake news, parecieron enardecer a los votantes demócratas y poner a la defensiva a sus adversarios. Sobre todo desde que tanto el expresidente Obama como la excandidata Hillary Clinton salieron a la palestra para apoyar candidatos y participar en foros universitarios y escolares. Obama pronunció discursos en Milwaukee y Detroit, en uno de los cuales dijo, para entusiasmar a salir a las urnas, que “el carácter de nuestro país está en la boleta de votación”.

Por eso, Trump radicalizó su campaña. Comenzó a ir de ciudad en ciudad para agitar a sus huestes con temas migratorios. Afirmó, por ejemplo, que piensa quitarles el derecho a la nacionalidad a los hijos de extranjeros ilegales nacidos en Estados Unidos. Envió más de 15.000 soldados a la frontera con México para impedir el paso de los miles de centroamericanos que quieren entrar por la frontera sur en lo que él considera “una invasión”. Y ha dicho incluso que esos soldados podrían dispararles a los migrantes si estos les lanzan piedras. Según Ishaan Tharoor, de The Washington Post, Trump está empleando “una retórica fascista en vísperas de estas elecciones”.

El 26 de octubre Trump celebró uno de sus histriónicos mitines de campaña en Charlotte, Carolina del Norte. 

Este discurso, que ahonda la división de la sociedad, se vio agravado con la masacre perpetrada en Pittsburgh en una sinagoga, en la que murieron 11 personas. El peor hecho de antisemitismo de la historia del país dio lugar a que muchos responsabilizaran a la retórica de odio y violencia que despliega el presidente.

Todos esos factores podrían haber agudizado las razones para que la mayor parte de los sondeos concluyan que la oposición demócrata recobrará la cámara baja. En uno de los más recientes, publicado el miércoles por The Washington Post, el 50 por ciento de los ciudadanos votarán por los demócratas, mientras que el 46 por ciento lo harán por los republicanos.

Algunos factores ratifican el resultado de la encuesta. Así se lo explica a SEMANA Juan Carlos Hidalgo, investigador del Cato Institute, uno de los centros de análisis más conocidos de Washington: “Por lo general, en las elecciones de mitad de mandato hay un nivel más alto de abstención. Pero todo indica que estas serán atípicas, ya que en algunos comicios anticipados y en las primarias ha habido niveles récord en las votaciones y mucha participación demócrata. Y eso, sumado al hecho de que hace dos años Hillary Clinton superó en casi 3 millones de votos ciudadanos al presidente, es un mal augurio para Trump”.

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En el Senado, en cambio, los sondeos dicen que los republicanos mantendrán su ventaja y que hasta podrían aumentar sus escaños. En varios estados la competencia está al rojo vivo y la prensa centra su atención allá. Uno de ellos es Arizona. Ahí está en juego la curul del republicano Jeff Flake, un fuerte crítico de Trump que anunció su retiro. Se la disputan la republicana Martha McSally, exoficial de la Fuerza Aérea, y la dirigente demócrata Kyrsten Sinema, que de ganar se convertiría en la primera persona abiertamente bisexual en llegar a la cámara alta. En Texas la pelea está como para alquilar balcón. El radical republicano Ted Cruz busca quedarse, pero le pisa los talones un demócrata carismático, que habla español, suena para ser candidato presidencial y se llama Beto O’Rourke.

Dakota del Norte presencia otra competencia de marca mayor. La senadora demócrata Heidi Heitkamp quiere continuar en el Senado, y el republicano Kevin Cramer la tiene contra las cuerdas. Puede ganarle porque ella votó contra la confirmación de Kavanaugh y ese estado es muy de derechas. En Florida también hay un duelo a muerte. El demócrata Bill Nelson quiere seguir en el Senado, pero el gobernador republicano Rick Scott le puede hacer zancadilla.

Si, tras las elecciones del martes, los republicanos continúan mandando en el Senado y la Cámara, Trump podrá girar más a la derecha, fortalecerse políticamente frente a las investigaciones del fiscal especial, Robert Mueller, sobre la influencia rusa en las elecciones que lo llevaron al poder, armar su candidatura a la reelección, insultar a quienquiera y emprenderla con mayor ahínco contra la prensa. Y podrá seguir mintiendo, según The Washington Post, que el viernes publicó un informe donde señala que, en los 649 días que lleva en la presidencia, Trump ha mentido 6.420 veces, lo cual equivale a casi 10 mentiras diarias.

Pero si los demócratas se quedan con la Cámara de Representantes, se le complicaría la vida al presidente, pues la aprobación de cualquier proyecto de ley sería para él un calvario. Como le dijo a SEMANA desde Washington el analista mexicano José López Zamorano, “Trump podría despedirse del muro fronterizo, de la idea de revocar la reforma sanitaria de Obama y de la mayor parte de su agenda nacional. Pero su mayor angustia sería la reapertura de la investigación desde el Legislativo sobre la injerencia del Kremlin en las elecciones de 2016”.

Con un dato adicional, y es que en caso de un juicio político al presidente (impeachment en inglés), la Cámara acusa al jefe del Estado ante el Senado, que por una mayoría de dos terceras partes podría condenarlo. Si la Cámara se metiera en eso, Trump se vería entre la espada y la pared. ¿Cuál sería su reacción? Nadie lo sabe, pero de seguro la polarización alcanzaría niveles insospechados.

PODCAST

El próximo martes los estadounidenses sabrán si el Partido Demócrata podrá arrebatarle algunos escaños a los Republicanos en la Cámara de Representantes y así impulsar un juicio político a Donald Trump. De lograrlo, el magnate sentirá aún más presión durante la recta final de su gobierno. En esta ocasión conversamos con Rubén Sánchez, profesor de la Universidad del Rosario.