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Correa, en la cuerda floja

El 4 de febrero los ecuatorianos irán a las urnas para decidir sobre un tema definitivo en el panorama político del país: la reelección indefinida. El referendum propuesto por el presidente Lenín Moreno podría acabar con las aspiraciones de su antecesor, Rafael Correa.

30 de enero de 2018
| Foto: AFP

La propuesta salió a la luz pública a principios de octubre. En noviembre, el Consejo Nacional Electoral aprobó la convocatoria enviada por el presidente Lenín Moreno para realizar una consulta popular y un referéndum bajo el argumento de que algunas normas constitucionales necesitaban una urgente revisión.

El tarjetón que busca reformar la Constitución preguntará a los ecuatorianos por cinco temas: la inhabilidad política por corrupción, la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, la prescripción de los delitos sexuales contra la niñez, la prohibición de la minería metálica y, el tema más polémico, la reelección indefinida.

La iniciativa no tuvo una buena acogida en la recientemente formada oposición liderada por el exmandatario, Rafael Correa. Todo indica que las cosas no salieron como las planeó  cuando participó activamente de la campaña de Moreno por la Presidencia. Su heredero político no solo castigó la corrupción y la grave situación económica en la que dejó al país el antiguo gobierno, sino que su consulta podría truncar para siempre el futuro político de Correa.

La relación de estos antiguos colegas se empezó a deteriorar tan solo un mes después de la posesión de Moreno. Al principio, parecían cuestiones de estilo. La disposición al diálogo y la distancia de Moreno con los medios de comunicación, contrastaba con la personalidad contestataria y mediáticas de Correa. Después, la tensión se agudizó con la destitución y el encarcelamiento por actos de corrupción en el caso de Odebrecht del entonces vicepresidente, Jorge Glas. Mientras Moreno argumentaba que “el proceso y la sentencia demuestran que ahora el país cuenta con instituciones democráticas que operan como debe ser”, Correa calificaba todo este escándalo como una persecusión contra la izquierda en toda América Latina.

La pelea encontró su punto más álgido en las últimas semanas cuando un fallo del Tribunal Contencioso Electoral resolvió la disputa interna por la dirigencia del partido Alianza País y declaró como máximo líder del movimiento a Moreno. El expresidente calificó la decisión como un robo y acto seguido se desvinculó, junto a 28 militantes más, del partido con el que gobernó Ecuador durante 10 años. Ahora, desde el otro espectro político, ejerce una fuerte oposición a los “traidores” y en especial, al referéndum al que en numerosas ocasiones ha catalogado como inconstitucional.

Aunque las intenciones reeleccionistas del expresidente no fueron evidentes cuando se retiró de la arena política y se estableció en Bélgica argumentando que el país necesitaba descansar de él, su campaña de oposición revela sus aspiraciones políticas. Como dijo a SEMANA Mauricio Jaramillo, magíster en Relaciones Internacionales y Seguridad Internacional del Instituto de Estudios Políticos de Toulouse, “Rafael Correa estaba muy confiado de sus posibilidades para presentarse durante las próximas elecciones. Tan confiado estaba que ni siquiera participó  de los debates que aprobaron la reforma a la constitución en 2015 y que pasó por aprobación de la Asamblea Nacional con una mayoría calificada de Alianza PAIS. Luego en 2016, hubo una recolección de firmas para que él se presentara como candidato en la última elección, y tampoco quiso, siempre confiado de que volvería en 2021”.  

Su apresurado retorno, la fuerte campaña en contra del referéndum y su mediática ruptura con el presidente confirman las sospechas de que nunca quiso alejarse del poder y que esperaba que Moreno fuera un mandatario dócil y dejara todo listo para su regreso en 2021. El eventual triunfo del sí el próximo domingo podría truncar para siempre el futuro político de Correa.