FRANCIA
Emmanuel Macron: ¡Marcha atrás!
Emmanuel Macron sufrió una caída considerable en su popularidad, que se acerca cada vez más al 50 por ciento. Mientras el apoyo popular baja, el presidente francés sigue firme con llevar adelante sus reformas, muchas de ellas fuertemente criticadas.
El presidente más joven en la historia de Francia, Emmanuel Macron, comenzó su paso por el Elíseo como un meteoro. Nada parecía detenerlo. No solo llegó a la Presidencia con un partido recién creado, La République en Marche (LREM), sino que consiguió que sus candidatos, la mayoría de ellos sin experiencia política, alcanzaran la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, un logro que vale oro. Además, en el plano internacional adoptó el rol de un líder necesario para el fortalecimiento de la Unión Europea.
Sin embargo, su popularidad sufrió un fuerte golpe esta semana, pues el barómetro Ifop arrojó una caída del 64 al 54 por ciento entre junio y julio. La cifra es significativa, sobre todo por la rapidez con que bajó. François Hollande, antecesor de Macron y uno de los políticos socialistas más criticados de los últimos años, tuvo solamente un descenso del 3 por ciento en sus primeros tres meses. Solo supera la caída de Macron la del expresidente conservador Jacques Chirac, que llegó a perder 20 puntos en el mismo lapso.
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Las causas del ‘desinfle’ de Macron podrían dar luces sobre cómo será el próximo lustro del gobierno ‘en Marche’. La razón más evidente tiene que ver con las elecciones presidenciales del año pasado. En la segunda vuelta Macron le ganó cómodamente a Marine Le Pen, del Frente Nacional: alcanzó el 66 por ciento con la abstención más grande en Francia de los últimos 50 años.
Sin embargo, muchos de quienes votaron por Macron no necesariamente estaban de acuerdo con sus políticas. Dídac Gutiérrez-Peris, director del instituto Affaires Européennes, afirma que aunque Macron es un presidente popular, varios estudios confirman que muchos de sus votantes lo escogieron por descarte o por utilitarismo (impedir la victoria de Le Pen). “En definitiva, Macron ganó holgadamente, pero cada voto no era sinónimo de adhesión incondicional. Ahí radica la apreciación cualitativa de su popularidad”, le dijo Gutiérrez-Peris a SEMANA.
Lo prometido es deuda
También contribuyen al desplome de la popularidad de Macron sus anuncios sobre la puesta en marcha de reformas económicas y sociales. Porque si hay algo sagrado para la mayoría de franceses son los subsidios, y precisamente por ahí comenzaron los cambios. Esta semana el debate estuvo centrado en el anuncio del gobierno de quitarle 5 euros a la Ayuda Personalizada de Vivienda (APL, por su sigla en francés).
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Este subsidio es uno de los más populares en Francia, sobre todo porque beneficia a 8 millones de estudiantes universitarios con un promedio de 200 euros al mes para pagar el alquiler. Las críticas no se hicieron esperar, pues tal como comentó el periodista Ivan Levaï en un programa matutino de radio, en vez de que el gobierno propusiera una reforma fiscal estructural, propuso una medida poco efectiva que afectará a los estudiantes más pobres.
Este caso es solo un ejemplo de los muchos que vendrán. Macron ya lo había dicho en su campaña: la mejor forma de hacer políticas sociales es ahorrar, bajar impuestos (sobre todo a los más ricos) y empujar el crecimiento, lo que eventualmente fomentará el empleo. La reducción de la APL entrará en vigencia en octubre, y podría marcar el comienzo de una fuerte reestructuración de unos subsidios que los socialistas no habían querido tocar debido precisamente al enojo popular, pero que Macron prometió desde hace meses.
Por último, el hecho de que el presidente galo se presente como un gobernante de centro genera una confusión muy alta en los ciudadanos. Mientras algunos franceses sienten que las reformas privilegian a los más afortunados, otros esperan que el gobierno cumpla su palabra de fomentar la redistribución y la igualdad de oportunidades, comenta Gutiérrez-Peris.
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Sin embargo, oscilar entre la derecha y la izquierda (sobre todo para distanciarse de los partidos tradicionales) tiene sus consecuencias en las encuestas, y la popularidad del presidente podría estar por debajo del 50 por ciento en los próximos meses. Ya el gobierno muestra rupturas (cuatro renuncias del gabinete y la salida del comandante de las Fuerzas Armadas) y la oposición ha subido poco a poco el volumen de sus protestas.
Es claro que el presidente tiene el poder y las mayorías para hacer cumplir sus reformas, sean populares o no. Pero si las protestas de la gente no se escuchan ni en el Elíseo ni en el Palais Bourbon, la sede de la Asamblea Nacional, se escucharán en un lugar que Macron no puede controlar tan fácilmente: la calle.