Bebé refugiado en Bangldesh
Tras el golpe de Estado del 1 de febrero, la junta prometió respetar los planes de repatriación de los refugiados en Bangladés, que siguen sin aplicarse desde hace años. (AP Photo) | Foto: AP

MUNDO

En fotos: las tristes imágenes de los refugiados birmanos

A su llegada a Bangladés, miles de rohinyás son trasladados a una isla en medio de los complejos procesos que se viven en ese país.

15 de febrero de 2021

Una migración conmueve al mundo. Las fotos de miles de rohinyás en enormes lanchas dan cuenta de la gravedad de la tragedia humanitaria que se vive allí. Los rohinyás de Birmania, golpeados por años de conflictos y errancias, viven con temor el retorno de los militares al poder pues temen más persecuciones en su región de origen, el estado de Rakáin, del que cientos de miles de miembros de esta minoría musulmana tuvieron que huir.

Gran parte de esta comunidad musulmana apátrida, perseguida durante mucho tiempo, ha pasado años en campos para desplazados, sin libertad de movimiento ni acceso a cuidados, viviendo en condiciones calificadas de “apartheid” por defensores de derechos humanos.

Bangladesh envía más refugiados rohinyá a controversial isla
Más de un millón de rohinyás han huido de su Birmania natal, tras la persecución violenta por parte del ejército, una campaña que la ONU ha calificado de limpieza étnica y posible genocidio.(AP Photo) | Foto: AP

Siguen profundamente marcados por la represión militar de 2017, cuando sus pueblos fueron arrasados y unos 750.000 rohinyás tuvieron que huir de la violencia, las ejecuciones extrajudiciales y las violaciones, para refugiarse en el vecino Bangladés.

“Con un Gobierno democrático teníamos la leve esperanza de poder volver a nuestros hogares”, dice un rohinyá de 27 años, que pide el anonimato, en un campamento cerca de Sittwe, la capital del estado Rakáin. “Pero ahora es seguro que no podremos volver”, agrega. Birmania fue denunciada ante la Corte Internacional de Justicia (CPI), acusada de genocidio en la represión del 2017 en el estado de Rakáin, donde vivían la mayoría de los rohinyás en Birmania antes de su éxodo.

El jefe del Ejército, Min Aung Hlaing, que dirige la junta desde el golpe de Estado, ha afirmado varias veces que la represión fue necesaria para poner fin a la insurrección en Rakáin.

Refugiados
(AP Photo) | Foto: AP

“Hay un verdadero riesgo de que (este régimen) conduzca a nuevas violencias en Rakáin”, opina Tun Khin, presidente de la oenegé británica Burma Rohingya Organisation. Tras el golpe de Estado del 1 de febrero, la junta prometió respetar los planes de repatriación de los refugiados en Bangladés, que siguen sin aplicarse desde hace años.

Pero “nadie cree una palabra de lo que dicen”, asegura Tun Khin. Aung San Suu Kyi, derrocada por el golpe militar y que era jefa de facto del Gobierno durante la represión de 2017, defendió al Ejército birmano de las acusaciones de genocidio ante la CPI en 2019.

Bangladesh refugiados
(AP Photo) | Foto: AP

Del otro lado de la frontera, en Bangladés, refugiados rohinyás enviaron mensajes de apoyo a los manifestantes que desafían a diario a la junta, pidiendo el retorno de Aung San Suu Kyi. Algunos colgaron en las redes sociales fotos en las que hacen un saludo con tres dedos, convertido en un símbolo de resistencia al régimen militar.

Rakáin, donde vive la minoría rohinyá y una gran mayoría budista, es escenario desde hace años de múltiples conflictos. Los combates en este estado, que se extendieron hasta el vecino Chin, enfrentan al Ejército birmano contra los insurgentes de las fuerzas de Arakan, que reclaman más autonomía para la población budista.

Refugiados en Bangladesh
(AP Photo) | Foto: AP

En la región, algunos comparten el miedo de los rohinyás ante el regreso del régimen militar, incluso si la década democrática bajo la dirección de Aung San Suu Kyi tampoco mejoró las condiciones en el lugar. Tun Maung, que vive en esta zona, todavía se acuerda de cómo se escondía en los pozos para escapar de los disparos bajo el último régimen militar.

“He vivido bajo la dictadura militar y bajo el gobierno civil (...). Veo la diferencia”, afirma este hombre de unos 60 años, que pidió ser identificado con un pseudónimo. “No podemos aceptar vivir de nuevo bajo un régimen militar”, insiste.