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“Esta es la mejor decisión para América”: Joe Biden defiende su retirada de Afganistán
El presidente de Estados Unidos habla tras el retiro total de las tropas americanas de ese país. “Arriesgamos nuestras vidas en una misión de misericordia”, dijo.
El discurso de Joe Biden este martes puede ser uno de los momentos más tensos de su vida en la Casa Blanca. El presidente citó a una rueda de prensa que generó mucha expectativa, al final de la retirada de sus tropas de Afganistán y tras el vencimiento del plazo del 31 de agosto que habían dado los talibanes para que abandonaran el país y terminaran el proceso de evacuación. “Tomo la responsabilidad de todas las decisiones que se tomaron”, aseguró el presidente.
En su discurso, Biden defendió su decisión de salir de Afganistán y entregó algunos detalles de lo que ha sido el proceso de evacuación. “Ningún país del mundo ha hecho más por sus residentes en otros países que lo que hemos hecho”, dijo. Aseguró que el 90 % de los americanos lograron salir del país y que muchos se quedaron voluntariamente.
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Lo que dejaron las últimas semanas es aterrador: la desesperación de miles por salir y una seguidilla de atentados terroristas que evidenciaron que allí se refugiarán y crecerán los enemigos más grandes de los Estados Unidos. A pesar de eso, Biden elogió el “éxito extraordinario” de la misión de evacuación. Agregó que su país sigue comprometido a evacuar a sus nacionales que siguen en el territorio.
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Agregó que el terror ha hecho metástasis en muchos países, pero que el deber de un presidente era cuidar a América y que no le veía sentido a perder miles de vidas y millones de dólares en una guerra ajena. Al EI le envió un mensaje: “No he acabado con ustedes”.
Al final, Biden concluyó con esta frase: “Creo que esta es la mejor decisión para América”.
Acabar la última “guerra eterna” surgida de los atentados del 11 de septiembre de 2001 fue una de las mayores promesas electorales de Biden. Y la idea era abrumadoramente apoyada por la opinión pública. Pero tras 2.356 muertes de militares estadounidenses, muchos miles de heridos y un gasto estimado de 2,3 billones de dólares, la ofensiva en Afganistán para derrocar a los talibanes termina con los mismos insurgentes regresando al poder.
Y para muchos la retirada, que culminó con un solitario avión despegando a medianoche de Kabul con las últimas tropas y diplomáticos, realmente equivale a una derrota impactante. Biden, dueño de esa derrota, se encuentra ahora en un territorio políticamente peligroso.
Después de dos semanas de vuelos de evacuación, un esfuerzo titánico empañado por un atentado suicida que mató a 13 militares estadounidenses y decenas de afganos, Biden, el Pentágono y el Departamento de Estado anunciaron el final de la intervención el lunes. El domingo, el mandatario había recibido los ataúdes que contenían los restos de esos 13 militares abatidos, los últimos estadounidenses uniformados que murieron en una guerra no deseada por sus compatriotas desde hacía ya mucho tiempo.
El lunes, Biden apareció brevemente en público, durante una reunión virtual con funcionarios para discutir la respuesta al huracán Ida. Pero no aceptó preguntas de los periodistas. Y cuando el Pentágono anunció que el último avión había partido de Kabul, Biden emitió solo una declaración escrita pidiendo una “oración de agradecimiento” a las fuerzas estadounidenses.
Los republicanos, encabezados por Donald Trump, el siempre crítico predecesor de Biden, describen la salida como un fracaso humillante, una derrota que supera incluso a la evacuación de Saigón de 1975 y una señal para el mundo de que Estados Unidos se ha rendido. Es probable que Biden presente un argumento bastante diferente: que acabar una guerra al otro lado del mundo nunca será lindo y que es el primer presidente en 20 años con el coraje de llevar a cabo lo que todos sabían que tenía que suceder.
¿Victoria o derrota?
Si bien la salida de Afganistán tenía apoyo popular, la forma en que se concretó sorprendió a los estadounidenses. El caos comenzó con el repentino colapso del Ejército afgano entrenado por Estados Unidos, lo que permitió a los talibanes desplegarse por todo el país prácticamente sin obstáculos.
Ese cambio abrupto en el equilibrio de poder dio lugar a un extraordinario operativo de evacuación que duró dos semanas, en el que unas 120.000 personas, la mayoría aliados afganos, fueron trasladadas fuera del país por avión. No faltan las críticas sobre cómo se ejecutó esta operación.
Hasta 200 ciudadanos estadounidenses pueden haber quedado varados en suelo afgano por no haber podido llegar al aeropuerto de Kabul. El atentado suicida que mató a los 13 militares fue especialmente cruel, dado que cinco de las víctimas tenían solo 20 años, apenas habían nacido cuando comenzó la guerra.
Y el hecho de que toda la evacuación se hizo porque los talibanes lo permitieron fue una dolorosa constatación de la realidad.
“Los últimos 17 días han visto a nuestras tropas ejecutar el puente aéreo más grande en la historia de Estados Unidos, evacuando a más de 120.000 ciudadanos estadounidenses, ciudadanos de nuestros aliados y aliados afganos de Estados Unidos”, dijo Biden en su declaración el lunes. “Lo han hecho con un coraje, profesionalismo y determinación incomparables”, destacó.
En esa declaración, Biden también reiteró las garantías de los funcionarios estadounidenses e internacionales de que los talibanes acordaron permitir la salida de aquellos que todavía permanezcan en Afganistán. Para el presidente, esto no fue un fiasco, sino un audaz escape de una pesadilla.
Una larga guerra
Más de 120.000 personas huyeron en un accidentado puente aéreo del estricto régimen impuesto por los talibanes, que retomaron el poder 15 días antes, dos décadas después de ser derrocados por una coalición liderada por Estados Unidos. Afganistán, que ya había rechazado al imperio británico y la Unión Soviética, reservó así la misma suerte a la mayor superpotencia moderna.
Desentendidos desde hace años de esta guerra, los estadounidenses quedaron impactados con la muerte de 13 de sus militares en un ataque suicida perpetrado por el Estado Islámico durante la evacuación de civiles en el aeropuerto de la capital afgana.
La imagen del presidente Joe Biden parado ante sus féretros envueltos en banderas en una base aérea de Delaware, el domingo, podría ser la última que queda de esta guerra. Cinco de los muertos eran niños cuando Al Qaeda, protegida por los talibanes, lanzó los ataques del 11 de septiembre de 2001, que detonaron el conflicto.
Irónicamente, Estados Unidos dependió de los talibanes para asegurar el aeropuerto contra la amenaza del Estado Islámico. “Los talibanes han sido muy pragmáticos y negociadores”, dijo el general Kenneth McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos.
Primer frente de la “Guerra contra el terror” declarada tras los atentados del 11 de septiembre, el país prácticamente pasó al segundo plano cuando la administración de George W. Bush decidió invadir Irak en 2003. Y Estados Unidos asumió tareas de construcción nacional para las que no estaba preparado.
Mientras tanto, el gobierno afgano, respaldado por Estados Unidos, resultó corrupto e ineficiente para consolidar el poder, en tanto los talibanes persistieron como una poderosa insurgencia. Decenas de miles de civiles y tropas afganas murieron. El costo también fue inmenso para Washington: 2.356 soldados estadounidenses murieron, y se gastaron 2,3 billones de dólares, según el Instituto Watson de la universidad de Brown.
El final de la guerra
El final empezó en el gobierno del expresidente Donald Trump, quien llegó al poder en 2016 prometiendo acabar las “guerras eternas” y comenzó a negociar con los rebeldes. En febrero de 2020 Washington se comprometió a retirarse para el 1.° de mayo del siguiente año, a cambio de que los talibanes iniciaran negociaciones de paz con Kabul y no atacaran tropas estadounidenses.
Pero los insurgentes islámicos intensificaron luego su campaña contra las fuerzas afganas, que dependían enormemente de Estados Unidos. Cuando Biden reemplazó a Trump el 20 de enero, quedaban unos 2.500 soldados estadounidenses en Afganistán. La retirada se pospuso al 31 de agosto en tanto la Casa Blanca llegó a la conclusión de que los afganos no podían o no querían luchar solos.
“Fuimos a Afganistán por los terribles ataques que ocurrieron hace 20 años. Eso no justifica que sigamos allí en 2021”, dijo Biden. “Es tiempo de acabar la guerra eterna”.
“Lo estropeamos”
Washington había planeado una retirada ordenada, esperando evitar imágenes de debacle como las que se vieron en Vietnam, en especial la foto de vietnamitas intentando escalar a un helicóptero desde el techo de un edificio en el que había oficinas estadounidenses en Saigón. “Bajo ninguna circunstancia” verán una escena similar en Afganistán, había dicho Biden el 8 de julio.
Pero cinco semanas más tarde, unos helicópteros chinook aterrizaron en los terrenos de la Embajada estadounidense para rescatar a diplomáticos. Una escena quizás aún más dramática ocurrió en el aeropuerto de Kabul, en donde decenas de miles de afganos se reunieron en un desesperado intento por huir del país. Algunos incluso se subieron a aviones en pleno despegue y se estrellaron en el suelo. “La gente está disgustada porque sus altos dirigentes le han defraudado. Y ninguno de ellos está levantando la mano y aceptando la responsabilidad o diciendo: ‘Lo estropeamos’”, dijo el teniente coronel de Marina Stuart Scheller. Scheller fue luego retirado del cargo.
Biden entregó su discurso este martes con los ojos del mundo encima y ante un país que aterrado comienza de nuevo una era sangrienta y temible.
*Con información de la AFP.