Entrevista
“Es un error que le va a costar caro al Ecuador”: expresidente Guillermo Lasso critica al gobierno de Daniel Noboa por la toma de la embajada de México
En un diálogo con SEMANA, el expresidente Guillermo Lasso habla del ingreso de la policía ecuatoriana en la embajada mexicana.
SEMANA: ¿Cuál es su opinión del presidente Daniel Noboa en estos primeros meses?
Guillermo Lasso: Más que hablar del presidente Noboa, quiero referirme al Ecuador. Creo que Ecuador tiene grandes desafíos en materia de seguridad, en la estabilización de su economía y en temas sociales. Tenemos problemas de inequidad, de desigualdad, altos niveles de pobreza. Y creo que también hay desafíos como llevar a cabo una agenda medioambiental que permita la convivencia con un ecosistema que tanto la humanidad como Ecuador requieren. En los dos años y medio que estuve en el gobierno, yo hice lo mío en materia de seguridad y de economía. Recibí un país con un déficit fiscal de 8 puntos porcentuales y con un desafío inmediato: salvar a los ecuatorianos de un virus que amenazaba a todos los seres humanos.
SEMANA: ¿Qué piensa del estado de excepción para atacar las mafias?
G.L.: Me parece muy bien. En su momento, a mí también me tocó decretar estados de emergencia para luchar contra la delincuencia. Yo también lo hice. Lo único que me queda es ratificar que la política del presidente Noboa es correcta para enfrentar con dureza a estos grupos delincuenciales.
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SEMANA: ¿Y una intervención directa de Estados Unidos con agentes federales?
G.L.: También estoy de acuerdo. Tanto estoy de acuerdo que firmé un convenio con los Estados Unidos para dar un estatus migratorio especial a aquellas fuerzas que llegan para apoyar al Ecuador en la lucha contra la violencia del narcotráfico. Hay determinados temas claves de la agenda de Latinoamérica en los que hay que ser pragmáticos. Nadie puede estar de acuerdo con la violencia. Lo que ha pasado en Ecuador lastimosamente es que hemos tenido Gobiernos y líderes políticos que se han conectado con la violencia.
SEMANA: ¿Qué piensa de la irrupción de la policía del Ecuador en la Embajada de México para capturar al exvicepresidente Jorge Glas?
G.L.: Yo me defino como un demócrata, y un demócrata tiene que respetar el Estado de derecho en lo local y también en lo internacional. Yo creo que es un error que le va a costar caro al Ecuador. Había alternativas como rodear la Embajada de México para evitar que se escapara o demandar a México ante la Corte Internacional de Justicia. No comparto la decisión de ingresar a la Embajada de México. No la comparto desde ningún punto de vista. No hay una justificación para violar territorio internacional. Recuerdo la operación Causa Justa de los Estados Unidos cuando invadió Panamá para capturar al dictador Noriega. Cuando él ingresó a la embajada del Vaticano, los Estados Unidos llegaron afuera, pero no violaron el territorio del Vaticano. El papa Juan Pablo II entonces dijo desde la plaza de San Pedro que el territorio del Vaticano en países extranjeros, en sus embajadas, era inviolable. Creo que ahí tenemos un ejemplo muy parecido al que tuvo que vivir el Ecuador.
SEMANA: ¿Cómo mejorar esa relación con México?
G.L.: Ahí tenemos que hacer una precisión. Hay un problema entre el presidente y el Gobierno mexicano. Pero no existe ningún problema entre el pueblo de México y el pueblo de Ecuador. Somos pueblos hermanos. No es un conflicto de un pueblo contra otro pueblo, sino una desavenencia de nuestros Gobiernos. Ojalá que, con la intervención de países amigos, como Estados Unidos y los europeos, se supere pronto.
SEMANA: Ecuador y Colombia siempre han sido países hermanos. Pero desde hace años hay problemas en la frontera. ¿Cuál es la situación hoy?
G.L.: De la manera más respetuosa, yo le diría a Colombia que establezca cuarteles militares fuertes a lo largo de la frontera. Porque el problema que tenemos es que de nuestro lado, cuando usted sobrevuela la zona, ve cultivos de palma, y del lado de Colombia, sembríos de coca. Yo le pregunté a mi ministro de Agricultura si había mucha diferencia entre el suelo de un lado al otro del río. Me contestó que ninguno. Y le pregunté lo mismo al ministro de Defensa. Este último me contestó que Colombia abandonó su frontera. Yo pediría al actual Gobierno y a todos los Gobiernos de Colombia que establezcan sus controles también en su frontera. Eso ayudaría al control de la violencia y ayudaría a controlar el tráfico de droga que utiliza nuestras costas.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con el proceso de paz con las disidencias de las Farc que adelanta el Gobierno colombiano?
G.L.: El esfuerzo de paz siempre se justifica. En la coyuntura se critica, pero en el largo plazo el ejercicio de buscar la paz siempre tiene sentido. Lo que le deseo al pueblo colombiano es que esos frutos de la paz se concreten.
SEMANA: El discurso de gobiernos populistas en Latinoamérica se ha vuelto muy común. ¿Cuál es su opinión? Inclusive con el discurso de Gustavo Petro.
G.L.: Yo no quiero hablar del presidente Petro, por quien guardo respeto. Mantuvimos una estupenda relación cuando fui presidente. Fue muy generoso con la crisis energética de Ecuador. Me recibió de inmediato y me brindó soluciones, vendiendo energía. Me quiero referir en términos generales a los populistas, que no solamente hay en América Latina, sino que también hay en Estados Unidos y en Europa, y que llegan con ese pensamiento de que cada cuatro años se refunda a un país. Eso es vender humo. Eso es falso. Eso no es real.
Aquellos que llegan y dicen vamos a cambiar el rumbo del Ecuador en cuatro años, vamos a hacer una asamblea constituyente… pues mire los resultados. Felicito a Chile por el planteamiento que tuvieron y mire lo que resolvió la sociedad chilena. En el caso de Ecuador, lo que vivimos es un discurso populista que llevó a una asamblea constituyente, la cual produjo una constitución que de alguna forma atenta contra el desarrollo económico del país.
Por ejemplo, al decir que en sectores estratégicos, como la energía, solo puede invertir el Estado y se prohíben la inversión privada. Absurdo. Así que el gran desafío que tiene América Latina es luchar contra esos discursos populistas y luchar electoralmente. En mi caso, por primera vez, se derrotó al socialismo del siglo XXI en Ecuador cuando yo gané. Es posible ganarles. Luego ganó Noboa. Así que no hay por qué sentirse atemorizado. Lo que hay que hacer es participar, ganar elecciones e imponer una visión pragmática de la relación con el mundo, pensando en el bienestar del pueblo.
SEMANA: Hablemos de Venezuela. Con una oposición golpeada, pero que finalmente va a ir a las urnas, ¿qué mensaje les da a la oposición y a Nicolás Maduro?
G.L.: El mensaje que le doy a la oposición es el de apoyo. No hay que perder nunca la esperanza de que se les puede derrotar, y a Nicolás Maduro, con quien mi país no tuvo relación con su Gobierno. Pero yo sí tuve un encuentro con él para decirle: “Oiga, señor, respete la democracia, deje de perseguir a los opositores”.
Mire lo que sucedió con María Corina Machado. Es lamentable. Yo tuve un encuentro con él en Brasilia. Es un tipo simpático y carismático. Se acercó y me dijo: “¿Por qué no arreglamos el problema entre Ecuador y Venezuela?”. Me dijo que él no tenía presos políticos. Y le creció un poquito la nariz.
Y le dije: “No, pues está el caso de María Corina Machado, que usted no la deja ni siquiera transitar por Venezuela”. Y él se puso pensativo y me dijo: “¿Quién es María Corina Machado?”. Y luego dijo: “Yo te lo arreglo en 24 horas”. Un presidente democrático no puede comprometerse a arreglar un problema judicial en 24 horas. Ahí revela claramente que él tiene un control total del Estado.
Y lo segundo, obviamente me di cuenta de que tenía muy claro quién era María Corina Machado, pero él quería arreglar el problema de las relaciones con Ecuador. Y luego, claro, verle a uno la cara de tonto. Por supuesto que yo no acepté. Entendí que esta era una suerte de trampilla para lograr el objetivo de que Ecuador lo reconociera como gobierno. No lo hice. A la oposición venezolana le deseo lo mejor. Hay que ser optimista. No hay que perder la esperanza.