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Escalofriante: mujer en Reino Unido es sentenciada a cuatro años de cárcel por golpear y humillar a su esposo durante 20 años
La víctima trabaja como gerente de proyectos en una reconocida empresa británica y adquirió múltiples deudas por presión de su esposa.
Sheree Spencer, de 45 años y madre de tres hijos, fue sentenciada a cuatro años de cárcel por haber convertido la vida de su esposo en una tortura, de acuerdo con el veredicto del Tribunal de la Corona de Hull, según reseña el diario británico Daily Mail.
La mujer hizo de la vida de su esposo Richard Spencer un infierno, al golpearlo con fuerza varias veces al día, haciendo quedar al hombre muchas veces casi inmóvil, además de realizar contra él duros ataques verbales y tratos humillantes.
Spencer trabajó como jefe de prisión durante años, ocupando cargos muy altos en el Servicio de Prisiones y Libertad Condicional, y llegó a someter a su esposo a actos tan humillantes como obligarlo a limpiar sus propias heces dentro de la casa.
De acuerdo con el diario, la mujer sonrió en el banquillo mientras le dictaban la sentencia.
Jueza asombrada por el caso
La jueza Kate Rayfield que dictó la sentencia, dijo que el abuso que había sufrido Richard Spencer es: “el peor caso de comportamiento controlador y coercitivo que he visto”.
La mujer además recibió una orden de restricción absoluta contra su víctima.
De acuerdo con el diario, Spencer se jactaba por tener una supuesta relación muy cercana con el ex primer ministro Boris Johnson y además había trabajado en investigación, para calcular el efecto de las sentencias privativas de libertad, en la familia de los afectados.
Un examigo de la mujer declaró sobre ella: “Ella se jactaba de estar solo dos niveles por debajo del primer ministro en su campo y tenía reuniones con Boris Johnson, de quien hablaba como si fuera un amigo”.
El maltrato
La mujer habría sometido a su esposo a golpes tan fuertes, que en una ocasión lo golpeó con una botella de vino con tal fuerza, que le desfiguró la oreja con efectos irreversibles.
Las agresiones incluían patadas, puñetazos, golpes, mordiscos y escupitajos. Además, dañaba sus elementos de trabajo, sus computadoras portátiles, los teléfonos y la ropa.
Los malos tratos iniciaron a los pocos meses de haberse convertido en pareja en el año 2000, cuando Richard Spencer empezó a notar con asombro los ataques de ira violentos, que ocurrían tanto si estaba borracha como si estaba sobria.
Richard Spencer era físicamente más grande y fuerte que su esposa, pero no respondió nunca con golpes, según declaró. De acuerdo con su testimonio, se volvió casi inmune al abuso físico que ella le infligía, a pesar de que le causaba un dolor inmenso con ciertas acciones, como por ejemplo clavarle los dientes.
De acuerdo con Richard Spencer, las cicatrices mentales dejadas por 20 años de violencia son las que tendrán un efecto más duradero para él.
Spencer dijo este lunes 27 de febrero en la corte: “Desde septiembre del año 2000 hasta junio de 2021, Sheree me sometió a cientos de episodios de abuso físico, mental y emocional perpetrados en un patrón de comportamiento que se remonta a más de 20 años, casi la mitad de mi vida”, aseguró.
Además, agregó: “El abuso de Sheree hacia mí evolucionó y se intensificó con el tiempo, usó actos repetidos de agresión física, amenazas, abuso verbal y humillación para castigarme y ejercer control sobre mí” y aceptó que había ocultado al mundo exterior, a sus amigos y a familiares, lo que pasaba al interior de su hogar.
Richard Spencer trabaja como gerente de proyectos en una reconocida empresa británica y adquirió múltiples deudas por presión de su esposa.
¿Cómo logró probar el caso?
A partir de un momento, el esposo decidió grabar en secreto los videos y audios de los ataques de su esposa. Cuando llegó la Policía al caso, después de que un agente del servicio social alertara sobre la situación que se vivía en el hogar, el hombre entregó 43 imágenes de su rostro magullado, tomadas en diferentes fechas luego de los salvajes ataques que sufría.
Spencer tenía por costumbre enviarse por correo electrónico a sí mismo las imágenes y luego las borraba de su teléfono, para que su esposa no se diera cuenta del registro que llevaba.