PANORAMA
Cinco escenarios posibles para el desenlace en Venezuela
La única opción que no es viable es que se mantengan dos presidentes. Estos son algunos de los probables desenlaces que pueden desencadenarse en las próximas horas. El Ejército tiene la llave.
1. Maduro renuncia
Es muy poco probable. Después de los discursos del miércoles en el ‘balcón del pueblo’ del Palacio de Miraflores y del día siguiente en el Tribunal Superior quedó claro que Maduro se mantiene en su posición. El mandatario acusó a Juan Guaidó de querer instaurar un gobierno ‘títere’ de Estados Unidos y de actuar con la complicidad de países como Colombia. En otras palabras, el dictador se muestra como el defensor de la lucha antiimperialista y al deslizar su discurso hacia esas aguas se da el lujo de ignorar las multitudinarias manifestaciones de los últimos días en su contra y de calificarlas como simples intentos de desestabilización orquestados desde afuera. Por otro lado, su voluntad no sería suficiente para detener al régimen. El gobierno de Venezuela es una alianza cívico-militar en la que Maduro es solamente la cara más visible. Detrás de él hay un sistema enquistado en todos los niveles del Estado, muy difícil de remover. Maduro ya ha dicho que no renunciará. Si quisiera, tampoco es claro que pudiera hacerlo.
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2. Los militares le dan la espalda al régimen
Es la pregunta clave: ¿dejarán los militares de apoyar al gobierno de Maduro? Esa posibilidad, a su vez, abre varios escenarios. El más contundente sería que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (que comprende Armada, Guardia Nacional, Ejército, Milicia y Fuerza Aérea) retire en bloque el apoyo a Maduro y respalde la transición democrática y el llamado a nuevas elecciones. Sin embargo, es la menos factible. La cúpula militar recibe grandes beneficios económicos y controla directamente sectores que les fueron entregados por el Gobierno como el petróleo, la distribución de alimentos y la minería. Además, están vinculados a negocios ilegales como el narcotráfico, por lo que no les interesa promover un cambio profundo que podría significarles, además de la pérdida de poder, terminar exiliados o tras las rejas. Lo que sí podría pasar, es que esa misma cúpula buscara un cambio cosmético, reemplazando a Maduro por una figura menos desgastada para intentar seguir gobernando en la sombra. Eso sería “cambiar, para que todo siga igual”. Por último, podría presentarse una desbandada de las tropas. No se trataría necesariamente de un golpe militar, sino de un llamado a desobedecer las órdenes de la cadena de mando. La idea no es descabellada, pues la cúpula que se ha enriquecido con el régimen no suma ni el 1 por ciento de la tropa (se trata de alrededor de 1.200 generales), mientras la gran mayoría, unos 360.000 efectivos, de mandos medio para abajo, sufre los rigores de la crisis económica. La semana pasada algunas señales se dieron en ese sentido con militares que se negaron a reprimir las protestas. El mensaje conciliador de Guaidó al Ejército podría calar profundo, más cuando Maduro parece cada vez más arrinconado.
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3. Maduro se aferra al poder
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Es el escenario más probable e implicaría una radicalización aún mayor del régimen. Apoyado en la Fuerza Armada, Maduro buscaría perseguir y poner tras las rejas a quienes cataloga como golpistas, con Juan Guaidó a la cabeza. Al mismo tiempo, no le temblaría el pulso para cortar las relaciones diplomáticas con los países a los que considera enemigos, como ya lo hizo con Estados Unidos. Eso significaría la instauración de una dictadura al estilo de las más sanguinarias del siglo pasado y una economía aislada casi por completo. En ese contexto, países como Estados Unidos, Colombia y Brasil, entre otros le apuntarían a una guerra económica de desgaste, similar al embargo cubano, pero esa opción podría extenderse por años y afectar principalmente a los ciudadanos. La historia demuestra que este tipo de regímenes suelen acabar con intervenciones militares violentas o perpetuándose por décadas.
4. Una intervención militar extranjera
Muchos se preguntan por qué Estados Unidos y sus aliados no entran a Venezuela a sangre y fuego como ocurrió, por ejemplo, en Panamá en 1989. Pero son bajas las posibilidades de que algo así ocurra, por el mismo clima interno de Estados Unidos, en donde el presidente
Donald Trump está más preocupado por los problemas domésticos. Después de anunciar la retirada de las tropas en Afganistán y Siria no tendría sentido abrir un frente en Suramérica, y menos de cara a las elecciones de 2020: tumbar a Maduro tendría mucho menos impacto para su campaña que, por ejemplo, construir por fin el muro en la frontera con México. Pero eso no es todo. Potencias extranjeras como Rusia y China tienen sus propios intereses en Venezuela y apoyan a Maduro más por conveniencia económica que por afinidad ideológica. En un comunicado del 24 de enero, el Kremlin señaló que considera ilegal y opuesto al derecho internacional “este intento de usurpar el poder en Venezuela”. Ese mismo día China le dio un espaldarazo al régimen con una carta del Ministerio de Relaciones Exteriores en la que se lee: “China apoya los esfuerzos del Gobierno de Venezuela para mantener su soberanía, independencia y estabilidad”, y rechazó la intervención en los asuntos internos de Venezuela. En tiempos en los que el gigante asiático y Estados Unidos protagonizan una guerra comercial que tiene desacelerada la economía mundial, ninguna de las dos potencias quiere atizar el fuego. Así las cosas, la tensión de las fuerzas internacionales parece impedir una intervención. Sin embargo, cualquier cosa podría desencadenar un conflicto, como que Maduro agreda al personal diplomático estadounidense que permanece en el país, desoyendo la exigencia de Miraflores de que se retire. En la historia muchos conflictos se han desencadenado por detalles como ese.
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5. Una salida concertada
En un mundo ideal, se esperaría que las partes se sentaran a dialogar con la mediación de países garantes y pudieran llegar a un acuerdo para preservar la democracia. En ese sentido están encaminadas las propuestas de la Unión Europea y países como México y Uruguay que, sin ponerse de uno u otro lado, se niegan a romper todos los canales diplomáticos. Aunque en su discurso del jueves, ante el Tribunal Superior, Nicolás Maduro dijo estar dispuesto a un “diálogo internacional”, este escenario solo será posible cuando el régimen se vea irremediablemente perdido. Según le dijo el analista Juan Tokatlian al portal Nueva Sociedad: “Cualquier solución negociada tiene como fundamento lo que los expertos llaman un ‘estancamiento dañino’, en el cual ninguna de las partes puede triunfar y tampoco acepta ceder. Entonces, se instala la sensación (o el convencimiento) de que el conflicto entre las partes no va hacia ningún lugar”. Por eso es poco probable que la oposición acepte sentarse a dialogar justo ahora que ha vuelto a ganar un impulso importante. Juan Guaidó ha ofrecido un indulto tanto a Maduro como a los miembros del régimen, y eso demuestra que no está tentado a seguir un camino intermedio.