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15 claves para entender cómo llegó el Estado Islámico a amenazar al mundo

El grupo es una máquina de matar alimentada por el fanatismo islámico, los errores de EE. UU. y Europa, los conflictos Religiosos y la exclusión de los musulmanes en el Viejo Continente.

21 de noviembre de 2015

1. ¿A qué aspira Estado Islámico?

Estado Islámico (EI) busca reunir bajo un mismo gobierno a la umma, es decir, a todos los musulmanes del mundo. De ahí que la palabra ‘Estado’ aparezca en su título oficial –Califato del Estado Islámico– y que sus militantes rechacen nombres como Isis o Daesh, que consideran despectivos. Dentro de sus aspiraciones también está conquistar un territorio y sobre todo crear una entidad gubernamental muy diferente de los países que ya existen. Eso lo distingue de otros grupos islamistas, como los Hermanos Musulmanes, que quieren llegar al poder en Egipto, o de Al Qaeda, que tiene en mente una lucha mucho más prolongada. Y aunque pocos saben en qué consiste vivir bajo el yugo de EI, en algunos de sus videos y en los pocos reportajes periodísticos que han permitido, sus miembros han insistido en su capacidad de cobrar impuestos, dirigir el tráfico o garantizar la educación (religiosa) de sus ciudadanos. Pero también en su decisión de castigarlos con la muerte ante la menor muestra de desacuerdo con sus políticas.

2. ¿Quieren tener un país como los actuales?

El país que EI quiere crear es diferente de las naciones modernas porque no tiene límites territoriales definidos ni espera tenerlos. Su esencia misma consiste en crecer mediante las armas y su gobierno se basa en un régimen muy estricto en el que hasta las ofensas menores se pagan con la vida. De hecho, las ejecuciones sumarias se practican con regularidad y, como en la Edad Media, son una de las ‘diversiones’ públicas. Sin embargo, a diferencia de otros regímenes genocidas como los jemeres rojos de Camboya –que tenían una delegación en Naciones Unidas– o de los propios talibanes –que mantenían relaciones diplomáticas con un puñado de países–, EI no reconoce ninguna autoridad política ni ningún gobierno diferente del suyo. De ahí que sus seguidores quemen y pisoteen sus propios pasaportes, pues consideran que fueron emitidos por una autoridad ilegítima. Solo su líder Abu Bakr al Bagdadi, el ‘califa del Estado Islámico’, puede interpretar el Corán y decidir cómo deben organizarse las sociedades.

3. ¿Qué tan retrógrado es Estado Islámico?

Las expresiones y las acciones de EI resultan incomprensibles si no se tiene presente que sus miembros quieren literalmente crear un califato, es decir, un gobierno medieval en el que la política y los preceptos de la religión musulmana son indistinguibles. A su cabeza, se encuentra el califa, heredero de Mahoma y la persona más calificada para ‘interpretar’ el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. El término se desarrolló en los primeros años del islam, cuando el profeta y sus seguidores emprendieron una campaña de conquista territorial en el siglo VIII. Durante los siglos siguientes, los primeros califas lograron a su vez una dramática expansión a expensas de los Imperios persa y bizantino, que los llevó a tener un territorio casi tan grande como la China contemporánea. Allí impusieron la sharía, la versión más estricta de la ley islámica. En el siglo XVII, el último gran califato –el del Imperio otomano– conquistó amplias regiones de Europa central, y sus combatientes estuvieron a punto de tomarse Viena. A ‘corto’ plazo EI quiere recuperar esos territorios, incluida España, y aplicar los mismos preceptos que los primeros califas impusieron hace más de 1.000 años. Pero su plan es a la larga conseguir dominar el mundo para imponer su idea de que solo puede existir la religión musulmana.

4. ¿Qué papel jugó Estados Unidos en su origen?

El islamismo radical ocupó los titulares internacionales por primera vez en Afganistán, cuando en plena Guerra Fría tropas soviéticas ocuparon ese país para defender al régimen comunista que lo gobernaba. Lo que pocos tienen presente es que la propia CIA desde finales de los años setenta puso en práctica la Operación Ciclón, que movilizó, reclutó, entrenó y armó a jóvenes musulmanes del mundo para convertirlos en muyahidines, o sea, en ‘guerreros de la yihad’. En su momento Ronald Reagan los presentó como ‘combatientes de la libertad’. Entre ellos se encontraba el propio Osama bin Laden, un rico heredero saudí que financió con tal éxito la guerra contra los soviéticos, que a principios de los años noventa salieron derrotados de Afganistán. Poco después, la Unión Soviética colapsó.

5. ¿Cuándo se abrió la caja de Pandora?

La derrota de Moscú en Afganistán fue una victoria pírrica para Occidente. De hecho, los muyahidines que Washington entrenó y armó en Asia Central se volvieron en su contra en 1991, durante la primera guerra del golfo Pérsico. Ese año, George H. Bush (padre) expandió las bases que su país tenía en Arabia Saudita, y también creo nuevos centros militares. Para sus antiguos aliados, eso equivalió a una profunda agresión a sus ideas religiosas, pues en ese país se encuentran La Meca, Medina y otros sitios sagrados del islam. En ese entonces, Bin Laden aprovechó la experiencia adquirida en Asia Central y refundó en su país Al Qaeda, que en árabe quiere decir ‘la base’. De hecho, la CIA había usado primero el término en el marco de la Operación Ciclón, para referirse a las instalaciones en las que entrenaba a los muyahidines. Menos de una década más tarde, sus esbirros atentaron contra las Torres Gemelas.

6. ¿Cuál es el tema entre chiitas y sunitas?


Desde la Revolución islámica de 1979, la chiita Irán está en conflicto con Arabia Saudita, la más importante de las naciones sunitas. Desde un principio, el régimen del ayatolá Jomeini vio a ese país como un enemigo debido a sus diferencias religiosas, pero también por sus estrechas relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, la guerra entre las dos ramas del islam solo explotó cuando George W. Bush invadió a Irak para castigar a Sadam Huseín por complicidad con Al Qaeda y por sus supuestas armas de destrucción masiva, todo lo cual resultó falso. A su vez, el gobierno iraquí sectario y prochiita de Nuri Al Maliki, apoyado por Estados Unidos, favoreció el surgimiento de milicias sunitas violentas en ese país, que desde 2006 se convirtieron en uno de los grandes grupos armados del país. En buena medida, el apoyo de algunos sunitas en Irak a las acciones de EI se explica porque ven a ese grupo sunita como una milicia que, pese a sus excesos, constituye un mal necesario ante el poder excluyente de los chiitas.

7. ¿Cómo se relacionan EI y Al Qaeda?

Estado Islámico desciende directamente de Al Qaeda. De hecho, primero se llamó Al Qaeda en Irak (AQI), fundado en 2003 para enfrentar la intervención estadounidense. Aunque ambos grupos comparten una ideología islamista sunita, también tienen grandes diferencias, que los han llevado incluso a enfrentarse. Por un lado, mientras para EI es crucial formar un califato, Al Qaeda se opone, por lo menos en el corto plazo, pues considera que puede ser una fuente de división. A su vez, el grupo fundado por Osama bin Laden siempre se ha opuesto a actos de terrorismo que afecten a musulmanes y a difundir imágenes brutales de decapitaciones y otras ejecuciones, por considerarlas antiislámicas. De hecho, entre Al Qaeda y EI el segundo es el menor de los males.

8. ¿Y de dónde salieron sus tropas al comienzo?

El 23 de mayo de 2003, el Gobierno Provisional de Coalición de Irak, dirigido entonces por el ‘virrey’ norteamericano Paul Bremer, desbandó al Ejército de Sadam Huseín. Sus consecuencias fueron nefastas, pues dejó en la calle a los 400.000 militares entrenados y sin nada qué hacer. Se trataba de los soldados que en los años ochenta se enfrentaron a Irán y que en los noventa se batieron contra la Otan. Muy pronto, Al Qaeda en Irak (el primer nombre de EI) entendió la oportunidad que representaban los conocimientos armamentísticos, de inteligencia y logísticos de esos hombres. Además, captó para su causa a excomandantes baathistas como Fadel al-Hayali, quien dirigió las operaciones del grupo en Irak y Adnan al-Sweidawi, que dirigió su consejo militar hasta 2014.

9. ¿Quiénes son sus líderes?

El jordano Abu Musab al Zarqawi fundó el grupo y el iraquí Abu Bakr al Bagdadi lo expandió al nivel actual. A ambos los unía su crueldad, que se ha convertido en la marca del grupo. Sus biografías, sin embargo, tienen poco en común. Mientras que de joven el primero fue bebedor, tenía tatuajes y pasó un tiempo en la cárcel por ladrón, el segundo era un clérigo sunita algo miope con un doctorado en Teología, que ni siquiera tenía formación militar y que se radicalizó solo tras la invasión de Estados Unidos. De hecho, tras la muerte de Al Zarqawi durante un bombardeo ese año, Washington redujo la recompensa por el cabecilla de la organización de 5 millones a 100.000 dólares. En 2011, el monto subió a 10 millones. Pero era demasiado tarde, pues el vacío institucional en Siria e Irak fue el terreno fértil para que EI se convirtiera en la máquina bélica más sanguinaria de los tiempos modernos. Y en efecto, el 10 de junio de 2014 sus tropas se tomaron Mosul, la tercera ciudad de Irak. A finales de ese mes Al Bagdadi se autoproclamó califa del Estado Islámico.

10. ¿Por qué tanto odio?


Los musulmanes extremistas le guardan rencor a Occidente desde épocas inmemoriales. Desde las sanguinarias cruzadas para recuperar Jerusalén entre los siglos XI y XIII, estos se han sentido víctimas de las agresiones militares de los europeos, a los que han combatido desde entonces de manera casi ininterrumpida. También ha contribuido a su odio la agresión colonialista a partir del siglo XIX en África y Oriente Medio, que condujo a una división territorial después de la Primera Guerra Mundial que no respetaba las divisiones étnicas y culturales tradicionales de esos territorios. Y, más recientemente, se han sumado a esos argumentos la discriminación de la que son objeto los migrantes en el Viejo Continente y la percepción de que Occidente les arrebató la preeminencia científica y filosófica de la que gozaban desde la Edad Media.

11. ¿Cómo captan a sus nuevos adeptos?

EI ha basado el reclutamiento militar en una intensa campaña de comunicación, que incluye videos escalofriantes que publican en sus páginas acompañados de largas justificaciones religiosas e históricas. Aunque parezca increíble, muchos jóvenes musulmanes (incluidos los de Europa) se fascinan con ellos, pues la violencia les proyecta un poder y unas perspectivas muy diferentes de la desesperanza que los agobia por falta de oportunidades y empleo. También reciben por las redes sociales un adoctrinamiento personalizado, constante y muy eficaz, que los conduce a radicalizarse rápida e irrevocablemente. Y lo cierto es que en esos documentos y en esos corresponsales muchos jóvenes desencantados con una sociedad que no les ofrece futuro encuentran respuestas sencillas a preguntas complejas. Solo tienen que entregarse totalmente a un orden religioso que les garantiza llegar al Paraíso.

12. ¿Y la Primavera Árabe qué tiene que ver?

En Occidente vieron los levantamientos populares que comenzaron en 2010 en el Magreb y en Oriente Medio como una muestra del deseo de democracia de los habitantes de los 16 países de esa región. De ahí el nombre de ‘Primavera Árabe’. Sin embargo, cinco años después, con excepción de Túnez, la democracia fracasó y, en los peores casos, la anarquía se apoderó de países enteros. En particular Libia, Siria e Irak terminaron incendiados en guerras civiles, en donde EI se ha implantado aprovechando las divisiones entre sunitas y chiitas, que ha agudizado al perseguir y asesinar masivamente a los segundos.

13. ¿Y Barack Obama, qué?

Barack Obama llegó al poder en 2008 con su promesa de acabar con las guerras absurdas en las que había metido a Estados Unidos su predecesor, George W. Bush. Y en efecto, en octubre de 2011 anunció que el retiro de todas las tropas estadounidenses en Irak. Pese a esas buenas intenciones, ese momento marcó un regreso a la violencia sectaria en el país, que superó incluso la de los años de la invasión. En efecto, pronto resultó claro que el gobierno ‘democrático’ de Irak no podía proteger sus fronteras ni mucho menos garantizar la seguridad. Paradójicamente, los vehículos, el armamento y las instalaciones que Washington le dio a Bagdad para contribuir a reconstruir el país terminaron en manos de EI, que las usaron para alimentar su máquina de guerra.

14. ¿Qué tanto amenaza Estado Islámico al mundo?


El objetivo inicial de EI es conformar un Estado bajo el cual deben vivir todos los musulmanes, y la proclamación de un califato les permite a sus miembros emprender una yihad ‘ofensiva’ contra todas las naciones que se opongan de alguna manera a su proyecto. Pero su meta a largo plazo (y ellos tienen un sentido muy largo del tiempo) es conformar el califato mundial, para que en el planeta solo exista la única religión que ellos consideran verdadera. Y puesto que hay musulmanes en los cinco continentes, la amenaza terrorista que en las últimas semanas ha cobrado cientos de víctimas en atentados en Turquía, Líbano, Francia y Malí se puede extender a otros países. Sobre todo a aquellos en los que hay grupos yihadistas que le han jurado su lealtad a EI, como Boko Haram en Nigeria, Ansar al-Khilafah en Filipinas o algunas facciones del propio Al Qaeda.

15. ¿Y qué pueden hacer los países amenazados?

Un día antes de los ataques, Barack Obama le dijo a la cadena ABC: “Desde el principio, nuestro objetivo ha sido comenzar por contener al Estado Islámico, y eso es lo que hemos hecho”. Y en buena medida es cierto que en los últimos meses esa agrupación ha sufrido importantes reveses militares, con fuertes pérdidas territoriales en Siria e Irak. Sin embargo, a la luz de las masacres del viernes en París y del atentado contra un avión ruso lleno de turistas en Egipto, es obvio que las derrotas locales no le impiden a EI emprender acciones internacionales de gran envergadura. El presidente ruso, Vladimir Putin, entendió desde el primer momento la oportunidad que representaban las masacres del 13 de noviembre, quien dos días después de la masacre se reunió con su homólogo francés, François Hollande. “Luchar contra este mal requiere una verdadera unidad de las fuerzas de toda la comunidad internacional”, le dijo. Todo lo cual hace pensar que conflictos que marcaron la agenda el año pasado, como el de Ucrania, pasarán sencillamente al olvido.