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Estados Unidos cumple y reimpone las sanciones contra Venezuela. ¿Se cierra la puerta de una negociación con el régimen de Maduro?
Estados Unidos reimpuso las sanciones económicas contra Venezuela en medio del incumplimiento del régimen de Maduro del acuerdo de Barbados para unas elecciones democráticas. Sin embargo, no parece ser el punto final.
En un muy pobre inglés, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, le dio un mensaje al presidente estadounidense, Joe Biden. “If you want, I want. If you don’t want, I don’t want”, fue lo que dijo en un casi incomprensible uso del idioma intentando decir: “Si tú quieres, yo quiero. Si tú no quieres, yo no quiero”. Esto ocurrió en medio del retorno de las sanciones al gas y al petróleo tras faltar al compromiso de brindar condiciones democráticas para las elecciones. Pero aún no parece ser un punto final.
El acuerdo de Barbados es el diálogo planteado entre el Gobierno de Maduro y la oposición venezolana en un intento de que existieran condiciones democráticas para unas elecciones presidenciales libres. Sin embargo, el régimen venezolano se cansó de violar las condiciones de dicho acuerdo y vetó a María Corina Machado y a su reemplazo, Corina Yoris, para participar en los comicios.
Si bien en su momento se criticó la respuesta de Estados Unidos, el Gobierno de Joe Biden nunca se mantuvo callado frente a las violaciones electorales del régimen. “Nos preocupa que Maduro y sus representantes impidieran que la oposición democrática registrara al candidato de su elección, acosaran e intimidaran a opositores políticos y detuvieran injustamente a numerosos actores políticos y miembros de la sociedad civil”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, al conocerse la inhabilitación.
La medida que tomó Estados Unidos fue el levantamiento de la Licencia General 44, lo que significa que se vuelven a prohibir las actividades relacionadas con pagos, transacciones, venta y exportación de petróleo y gas desde Venezuela hacia Estados Unidos. Ahora, con el reingreso de estas sanciones, las empresas que mantengan operaciones de este tipo tendrán un máximo de 45 días para cancelarlas.
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Está por verse el alcance de estas prohibiciones al Gobierno venezolano y qué tanto lo podrían afectar en su economía. Por su parte, el régimen dice que no sentirá las imposiciones de las medidas estadounidenses. No obstante, las cifras parecen ser más dicientes y muestran que podría venir un momento complejo para Maduro, que afirmó que la economía de su país venía en una gran senda de recuperación.
Según distintos análisis, el régimen venezolano generó más de 740 millones de dólares adicionales durante el tiempo de la vigencia de la licencia temporal. Durante este periodo se produjeron 876.000 barriles de petróleo al día para el mes de enero, mientras que antes del alivio del Gobierno estadounidense esta cifra era 100.000 barriles menor, mostrando los beneficios que trajo dicho proceso. En total, las sanciones de Washington le costarían más de 2.000 millones de dólares a Venezuela.
“Lo que busca Estados Unidos es tratar de socavar no solo en la base electoral que puede votar a Maduro en julio, sino en la élite autoritaria que lo ha sostenido en el poder y que puede generar una serie de movimientos a favor de permitir que la oposición siga”, manifiesta Manuel Camilo González, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, a SEMANA.
Sin embargo, pareciera que la puerta de las negociaciones entre ambos países no está totalmente cerrada, ya que, a pesar de la opresión que ha mantenido el régimen venezolano, los diálogos entre ambas partes continúan. Esta semana, se conoció que hubo diálogos directos entre funcionarios del régimen de Maduro y del Gobierno norteamericano. Aun cuando no se llegó a un pacto, es una señal de que todavía hay algo de esperanza para llegar a un punto en común.
“La negociación no está cerrada, pero con las sanciones va a ser difícil llegar a acuerdos parciales. Esto aísla aún más a Maduro, complica las posibilidades de una reactivación económica, que era a lo que le estaba apostando el Gobierno, decir que todo era culpa de las sanciones. Esto, evidentemente, afecta esa tesis”, asegura Mauricio Jaramillo, profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.
Dichas conversaciones tuvieron como protagonistas a Daniel Erikson, del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y Jorge Rodríguez, negociador venezolano y hombre de confianza de Maduro. Para los expertos, esto es una muestra de que dentro de todo aún hay algo de intención de diálogo entre ambos países, y en ese contexto llegó la atropellada intervención en inglés del dictador venezolano.
El punto de quiebre tiene que ser la participación de María Corina Machado en los comicios, lo que, al parecer, bajo ninguna circunstancia, el régimen de Maduro va a dejar que ocurra, sin importar las presiones de Estados Unidos y del resto de Occidente. La dictadura sabe que la participación de Machado implicaría una derrota casi segura en las urnas. Según la firma Meganálisis, si la líder opositora lograra postularse como candidata, el 71,9 por ciento de la población votaría por ella.
“Es una apuesta arriesgada dejar que María Corina Machado participe de las elecciones. Todas las encuestas la dan por vencedora en cualquiera de los escenarios contra Maduro e, incluso, su suplente, Corina Yoris, también de alguna forma demuestra que el apoyo de María Corina Machado se le endosaría a su candidatura. ¿Cuál es el gran dilema si esto sucediera? El gran problema de los regímenes autoritarios es qué pasa el día después que dejan el poder”, manifiesta a SEMANA el profesor González.
Con esto en mente, parece un panorama más que complicado para ambas partes. Si el régimen venezolano no logra llegar a un acuerdo con el Gobierno estadounidense, tendrá que lidiar con las duras sanciones contra su industria. De igual manera, la administración de Biden fallaría en su intento de lograr la transición pacífica en Venezuela y sería un gran fracaso haber confiado en el régimen al liberar a Álex Saab y apaciguar las sanciones a cambio de absolutamente nada.
Aunque existe cierta esperanza de que se llegue a algún punto, pareciera que ninguna de las partes quiere ceder. Mientras tanto, los esfuerzos de los demás países parecen paños de agua tibia. Por ejemplo, los mandatarios de Brasil y Colombia, Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro, respectivamente, pidieron un plebiscito en Venezuela. “Que cualquiera que pierda en esas justas electorales (tenga) certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos, sobre las garantías políticas que cualquier ser humano debe tener en su respectivo país”, dijo el presidente colombiano.
La única certeza en este momento es que las sanciones de Estados Unidos al régimen venezolano han retornado y Venezuela no parece estar asustada. En caso de que Maduro siga socavando la democracia de su país, seguramente en Norteamérica tendrán que lidiar con un mayor número de migrantes ilegales. Ahora lo que seguramente ambos bandos añorarían es que los tibios diálogos que se llevan a cabo en la actualidad lleguen a un punto de satisfacción mutua y beneficien al verdadero afectado: el pueblo venezolano.