reportaje
Estos son los capos de la droga en Colombia que estaban tapados en plata
SEMANA recopiló los casos de hombres que se enriquecieron por el narcotráfico en Colombia y a los que las autoridades les confiscaron sus bienes.
Colombia siempre se ha caracterizado por su potencial económico, y esto contrasta con la considerable suma que representa la deuda externa: hasta agosto, entre el sector privado y público, representaba 52,3 por ciento del producto interno bruto (PIB). Es decir, según el Banco de la República, la deuda externa del país ascendió a 165.168 millones de dólares –alrededor de 627,6 billones de pesos a una tasa de cambio de 3.800– para el cierre de agosto pasado.
Paradójicamente, organizaciones criminales han amasado fortunas que también se cuentan en billones de pesos. Si se recaudara el dinero incautado a lo largo de toda la historia de Colombia, se reuniría buena parte de la deuda, pues según el general de la Policía, Fernando Murillo solo en los últimos cinco años en la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijín) se han ejecutado afectaciones a 6.618 bienes, por un avalúo comercial de 15,06 billones de pesos, producto del narcotráfico. Las fortunas han estado centradas en capos capaces de asesinar y cometer cientos de atrocidades para no soltar las propiedades de clanes familiares, aquellas por las que han vivido en un mundo de excentricidades. SEMANA conoció los primeros lugares de los delincuentes más ricos del último quinquenio.
William Herrera, alias W o Tony, es sobrino de Pacho Herrera. Trabajó con él durante años y conoció su contabilidad mejor que nadie. Cuando su tío murió, desempolvó dos libros en los que tenía, escrita a mano, la lista de 35 testaferros de la organización. Conservó la información, que incluía folios de matrícula en uno de sus apartamentos de lujo, guardados en el armario de su habitación. Contrató gente del Clan del Golfo para que buscaran, uno a uno, a los testaferros y les ofreció el 30 por ciento del valor de los bienes recuperados.
Una de las personas que aparecía en la lista era el exalcalde de Cerrito, Valle, Silvio Montaño. Según los investigadores de la Dijín, él se habría negado a entregar uno de los predios y, por esa razón, lo asesinaron, como les sucedió a muchos. La mayoría de los activos del clan Herrera pertenecían a la finca raíz, ubicados en el norte de Bogotá y sectores exclusivos del Valle del Cauca, entre otras ciudades. Solo una de sus megahaciendas valía 3,3 billones de pesos, ubicada en Lago Calima y con una extensión de 137 hectáreas. A William Herrera, entre febrero de 2020 y enero de 2021, le afectaron 2.327 bienes, avaluados comercialmente en 10,4 billones de pesos.
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Seguido de él, aparece Pedro Nel Rincón, alias Pedro Orejas, quien prácticamente compraba el área rural de una población para que su familia ejerciera poder en el territorio, ya que varias de las fincas ubicadas en Otanche, Maripí y otros municipios de Boyacá y Cundinamarca estaban a nombre de hermanos, cuñados y sobrinas. Tan solo en tres años le embargaron 2,5 billones de pesos.
En tercer lugar, Carlos Felipe Toro Sánchez, alias Pipe Montoya, exintegrante del cartel del Norte del Valle y primo de Diego León, alias Don Diego. Su fortuna era camuflada –entre tantas fachadas– en el criadero Nuevo Amanecer, donde comercializaban caballos de paso fino. Solo uno de sus equinos podría costar 3 millones de dólares. En total, le han afectado bienes por 1,2 billones de pesos. El exparamilitar Marcos de Jesús Figueroa García, alias Marquitos Figueroa, no se queda por fuera del podio.
Él formó una alianza político-criminal con el exgobernador de La Guajira Juan Francisco Gómez Cerchar, condenado a 55 años por el delito de homicidio. Según los investigadores, el emporio criminal de esta organización se ha estructurado mediante el apoyo financiero de políticos y reconocidas personalidades, quienes son objeto de extinción del derecho de dominio. A Marquitos Figueroa se le han afectado hasta el momento 7.783 bienes, avaluados en 900.000 millones de pesos. Actualmente, se encuentra detenido en la cárcel Picaleña de Ibagué.
Una de las personas que más se benefició del narcotráfico fue Dairo Úsuga, alias Otoniel, como jefe del Clan del Golfo, pues las autoridades identificaron varios de sus testaferros con restaurantes de lujo, carros clásicos y cadenas de supermercados. Será tarea de la Sociedad de Activos Especiales (SAE) que los recursos que han sido recuperados realmente se puedan utilizar en beneficio de un país que está endeudado hasta los dientes.