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Estudios preliminares de la Unión Europea indican que el glifosato no es cancerígeno
Los estudios y las decisiones definitivas sobre el producto se conocerán en 2022.
La Unión Europea cruza una de las fases de mayor discusión en torno al uso del glifosato y sus posibles efectos tanto en las vidas humanas como en el medioambiente. La autorización actual para el uso del herbicida en esta región expira en diciembre de 2022, razón por la que el organismo ordenó hace algunos meses un estudio que permita dar un concepto definitivo sobre sus impactos, ante la solicitud de diferentes empresas de que se extienda la licencia de uso.
Es por esto que Francia, Hungría, Holanda y Suecia, miembros del Grupo de Evaluación sobre Glifosato (AGG) de la UE, entregaron un primer informe sobre los estudios y las investigaciones, el cual consta de 11.000 páginas, y que hasta el momento indican que la sustancia no es cancerígena, aunque sí tiene efectos sobre las fuentes hídricas, por ejemplo.
El informe señala que “la AGG propone que la clasificación del glifosato con respecto a la carcinogenicidad no está justificada”, aunque puede inducir a daños y lesiones oculares, si está en contacto con estos órganos humanos o “ser tóxico” para la vida en el agua con efectos de largo plazo.
Además, uno de los apartados señala que el uso del herbicida en otro tipo de cultivos no genera “ningún riesgo crónico o agudo para el consumidor”.
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Tras la entrega de este documento, ahora serán la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) y la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) las encargadas de entregar un dictamen oficial y concluir la evaluación de los riesgos del glifosato, con lo cual, de mantenerse los resultados, el uso del producto podría extenderse en la región europea.
Hace tan solo unos días el Parlamento Europeo aprobó un informe en el cual se pide la elaboración de una nueva Ley europea de Biodiversidad, a través de la cual también se definiría una visión sobre el uso de herbicidas en general con miras a 2030 y 2050.
De este modo, se fijarían una serie de objetivos como el apoyo a la protección de al menos un 30 % de las zonas marinas y terrestres europeas de aquí a 2030 y al 10 % de protección de estas zonas, incluyendo sumideros naturales de carbono como bosques primarios o antiguos. También incluye la petición de que estos objetivos se incluyan en la legislación y que la designación de las áreas se haga con arreglo a criterios científicos y necesidades de diversidad biológica.
Así, al menos una tercera parte de estas zonas, incluidos todos los bosques primarios y antiguos de la UE, deberá quedar prácticamente intacta –los bosques primarios suponen tan solo el 3 % de la superficie forestal–. Los objetivos nacionales deberán tener en cuenta las diferencias en extensión y proporción geográfica de las zonas naturales.
Además, reclama dedicar al menos un 25 % de las tierras agrícolas a agricultura ecológica, devolver al menos un 10 % de la superficie agrícola a elementos paisajísticos de gran diversidad de aquí a 2030 y reducir un 50 % los plaguicidas químicos y más peligrosos, entre otras demandas.
Y es precisamente en este punto en el que los eurodiputados se oponen a renovar la aprobación del glifosato a partir del 31 de diciembre de 2022 e insisten en pedir que la iniciativa de la UE sobre los polinizadores se revise urgentemente con el fin de incluir un ambicioso marco europeo de seguimiento con objetivos e indicadores claros para detener el declive de los polinizadores, cruciales para el medioambiente y la seguridad alimentaria.
*Con información de Europa Press.