UNIÓN EUROPEA
Europa en la encrucijada: la crisis de migración en el ‘viejo continente’
En las costas de Lampedusa, en Italia, se ha visto el exponencial crecimiento de inmigrantes: cerca de 127.000 en lo que va de año, casi el doble que en el mismo periodo de 2022. La cooperación no ha sido la mejor.
La Unión Europea se mantiene alerta por el incremento de inmigrantes que intentan llegar a Europa desde el norte de África pasando por sus costas. Un ejemplo claro es la pequeña isla de Lampedusa, ubicada en el mar Mediterráneo, que sin ‘querer queriendo’ se ha convertido en símbolo de la llegada de migrantes a Europa en busca de un mejor futuro.
Esta situación ha mantenido alerta a la polémica primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien desde el primer momento de asumir su mandato decretó en abril estado de emergencia migratorio por seis meses, que, en teoría, brinda facultades para agilizar los trámites.
Sin embargo, según expertos, esto le habría otorgado a la ultraderechista Meloni medidas para deportar rápidamente. Más allá de esta controversia, la mandataria italiana escaló el debate en la Asamblea de Naciones Unidas que se llevó a cabo en Nueva York y enfocó su discurso en la crisis y el tráfico de migrantes. Responsabilizó a los contrabandistas de personas, describiéndolos como una “mafia” equiparable en ganancias a los traficantes de drogas.
También enfatizó que Italia tiene la capacidad de abordar las causas subyacentes y brindar apoyo a las naciones africanas para su desarrollo y prosperidad. “África no es un continente pobre. Por el contrario, es rico y tiene recursos estratégicos”, añadió.
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Por su parte, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, visitó hace una semana la isla y precisó: “La inmigración ilegal es un desafío europeo y requiere una respuesta europea”. Anunció un plan de acción a nivel europeo destinado a controlar la migración irregular y colaborar en la gestión de la llegada de migrantes a las costas italianas.
Además, se comprometió a reforzar la supervisión aérea en el Mediterráneo mediante la colaboración de agencias europeas. De igual manera, planea trabajar en conjunto con los países de origen para establecer procedimientos que garanticen el retorno seguro de los migrantes que no califiquen para recibir asilo en Europa.
Aunque la grave crisis repercute en toda la Unión europea, la cooperación entre naciones no ha sido la mejor. Por ejemplo, el Gobierno alemán decidió suspender el “mecanismo voluntario de solidaridad europea” para acoger migrantes procedentes de Italia. Según Berlín, el mecanismo debe ser complementado con una mayor vigilancia de la migración secundaria irregular hacia Alemania, junto con la implementación rigurosa de las regulaciones de Dublín.
De acuerdo con estas normativas, el país donde un migrante llega inicialmente es responsable de procesar su solicitud de asilo. En caso de que la persona se desplace a otro país europeo, debe ser posible regresar al país encargado de gestionar su caso.
El papa Francisco, en los Encuentros Mediterráneos celebrados en Marsella, instó a que se ofrezca una recepción equitativa a los migrantes y a “expandir en la medida de lo posible las vías legales de ingreso”, argumentando que “el rechazo no constituye la respuesta adecuada”.
“Las dificultades para acoger, proteger, promover e integrar a las personas no deseadas están a la vista de todos, pero el criterio principal no puede ser la conservación del propio bienestar, sino la salvaguardia de la dignidad humana”.
Por último, Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha sido de los pocos mandatarios que se han mostrado dispuestos a trabajar: “Debemos desempeñar nuestro papel como europeos y no dejar solos a los italianos”, irónicamente, estas palabras se dan tras las disputas bilaterales debido al cierre parcial de la frontera en Ventimiglia, Italia, de parte de Francia, y poco después de la visita de dos días del papa Francisco en Marsella.