Felipe VI asumió este jueves el trono con un llamamiento a que España asuma cada vez más una presencia activa en las relaciones internacionales y abogó por potenciar los lazos culturales y económicos con Iberoamérica.
Tras jurar la Constitución, Felipe de Borbón fue proclamado rey en una ceremonia austera y sobria, pero solemne, que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados, en presencia de los parlamentarios, las principales autoridades del Estado y representantes del Cuerpo Diplomático.
Un largo aplauso siguió a ese juramento, tras el cual Felipe VI pronunció el primer discurso de su reinado, que comenzó hoy tras la abdicación de su padre, Juan Carlos I, quien el pasado 2 de junio anunció su decisión de dar paso a su hijo para abrir un tiempo de impulso y esperanza.
En algo menos de media hora, Felipe VI apuntó prioridades de su reinado en diversos ámbitos, entre ellos la política exterior.
Aludió expresamente a los países iberoamericanos, de quienes dijo; "nos unen la historia y lazos muy intensos de afecto y hermandad", antes de subrayar que, además, "en las últimas décadas también nos unen intereses económicos crecientes y visiones cada vez más cercanas sobre lo global".
Europa y el Mediterráneo son otros ejes de referencia para la política exterior española, según el nuevo monarca, quien expresó su deseo de ser un jefe de Estado "leal y dispuesto a escuchar, a comprender, a advertir y a aconsejar, y también a defender siempre los intereses generales".
Proclamó su "fe en la unidad de España" de la que la Corona es símbolo" y puntualizó que esa unidad no es "uniformidad" y que la engrandece y fortalece y en la que "cabemos todos".
Asimismo apeló al acuerdo entre las fuerzas políticas en los asuntos de "interés general" y llamó a mirar hacia adelante para seguir construyendo "juntos".
El discurso de Felipe VI sirvió también de homenaje a sus padres, los reyes Juan Carlos y Sofía, a quienes elogió por su dedicación y trabajo "impecables".
En la parte central del estrado dispuesto en el hemiciclo del Congreso se situaron el nuevo rey, de 46 años, su esposa Letizia (41) y sus hijas Leonor, (ocho años), que es la princesa de Asturias y heredera del trono, y la infanta Sofía (siete).
En ese mismo estrado fueron dispuestos, sobre un cojín, la corona y el cetro, símbolos de la monarquía española.
La ceremonia fue de proclamación, no de coronación, porque en España no se hace el gesto de coronar a un rey desde la Edad Media.
Ello porque la corona actual, fabricada en plata y terciopelo rojo en el siglo XVIII, no está hecha para ser ceñida, al tener una anchura superior a la cabeza, ya que se trata de un símbolo.
Antes de la ceremonia en el Congreso Juan Carlos de Borbón impuso a su hijo un fajín que simboliza su nombramiento como capitán general de los Ejércitos o jefe de las Fuerzas Armadas.
En el acto de proclamación, Felipe VI vistió uniforme de gran etiqueta del Ejército de Tierra y con él pasó revista a las tropas, que le rindieron honores.
La reina Letizia vistió un conjunto de abrigo y vestido de color blanco roto.
Tras la proclamación el rey Felipe y la reina Letizia se desplazaron en coche descubierto por las calles del centro de Madrid hasta el Palacio Real.
Miles de personas se alinearon a lo largo del recorrido para saludar al nuevo rey, que permaneció de pié en el vehículo todo el trayecto para responder al afecto de los ciudadanos, muchos de los cuales agitaban banderas de España que habían sido repartidas por el Ayuntamiento de Madrid.
Unos 7.000 agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado se desplegaron en la capital de España para que la jornada histórica discurra sin incidentes.
Ya en el Palacio Real los nuevos reyes salieron al balcón central para responder al saludo de miles de ciudadanos congregados en la explanada.
Primero salieron los nuevos reyes y poco después se les unieron sus hijas, Leonor y Sofía, antes de que aparecieran también en el balcón los reyes Juan Carlos y Sofía, que mantendrán ese título.
Juan Carlos no había acudido al Congreso para no restar protagonismo a su hijo, pero sí lo hicieron su madre, la reina Sofía, y su hermana, la infanta Elena, que se mostró muy emocionada durante toda la ceremonia.
El último acto de la jornada fue una recepción de Felipe y Letizia en el Palacio Real a más de 2.000 personas, representativas de diversos ámbitos de la sociedad española.