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Fiscalía de Japón acusó formalmente a presunto asesino del ex primer ministro Shinzo Abe

El presunto asesino pasó meses sometido a una evaluación psicológica.

13 de enero de 2023
Primer ministro Japon Shinzo Abe
El ex primer ministro asesinado, Shinzo Abe. | Foto: REUTERS

La fiscalía japonesa inculpó este viernes 13 de enero al hombre sospechoso de asesinar al ex primer ministro Shinzo Abe, luego de que una evaluación psicológica determinara que está en condiciones de enfrentar un juicio, informó la prensa local.

Tetsuya Yamagami fue detenido inmediatamente después de la muerte a tiros del exgobernante en julio cuando daba un mitin en la ciudad de Nara.

El hombre, de 42 años, pasó meses sometido a una evaluación psicológica que concluyó esta semana con su traslado a una estación policial en Nara.

Yamagami enfrenta cargos de asesinato y violación de las leyes de control de armas, según el diario Yomiuri y la agencia Kyodo, y podría enfrentar la pena de muerte en caso de ser condenado.

Ex primer ministro japonés Shinzo Abe murió tras ser tiroteado, el viernes 8 de julio de 2022.
El momento en que Tetsuya Yamagami fue detenido. | Foto: REUTERS

La fiscalía del distrito de Nara no se pronunció al ser consultada por AFP.

Yamagami admitió matar a Abe, según medios locales, y las imágenes tomadas en el momento lo muestran disparando lo que parece ser un arma de fabricación casera.

Supuestamente mató a Abe por considerar que tenía vínculos con la Iglesia de la Unificación.

Según reportes, Yamagami estaba resentido con esta iglesia por las cuantiosas donaciones que hizo su madre, las cuales dejaron a su familia en la quiebra.

Abe no era integrante de la Iglesia de la Unificación, pero una vez se dirigió a un grupo afiliado, al igual que lo han hecho otros dirigentes mundiales, como el expresidente estadounidense Donald Trump.

Fundada en Corea en 1954 por Sun Myung Moon, la secta alcanzó relevancia mundial en los años 1970 y 1980.

La iglesia negó estar implicada en actividades ilegales y se comprometió a evitar las donaciones “excesivas” de sus miembros.

Primer ministro Japon Shinzo Abe
Shinzo Abe asistiendo a la reunión de líderes económicos de APEC en Danang, Vietnam, el 11 de noviembre de 2017. | Foto: REUTERS

Investigaciones posteriores a la muerte de Abe revelaron vínculos estrechos entre la iglesia y muchos legisladores conservadores del partido de gobierno, incluyendo un ministro que renunció.

Las revelaciones causaron enojo en Japón y afectaron la imagen del gobierno del primer ministro Fumio Kishida.

La historia de la violencia política en Japón

el magnicidio de Abe traslada a las décadas de 1920 y 1930, cuando los asesinatos de primeros ministros y ex primeros ministros (Hara Kei, Hamaguchi Osachi, Inukai Tsuyoshi, Takahashi Korekiyo y Saitō Makoto) eran una característica de la política japonesa. No asociamos fácilmente el asesinato político y la violencia con el Japón democrático y pacifista de la posguerra mundial.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, no es sorprendente que muchos análisis se hayan centrado en la violencia política en Japón como algo “casi inaudito”. Sin embargo, como en cualquier país, los actos inesperados y extremos de violencia política no carecen de precedentes en el país asiático.

Durante el segundo período de Abe en el poder (2012-2020), una de sus iniciativas más controvertidas fue la reinterpretación del derecho de Japón a la autodefensa colectiva, lo que fue visto como parte de un cambio hacia un Japón más militarizado, y dio lugar a dos casos de personas que se quemaron a lo bonzo en junio y noviembre de 2014 como protesta. En el último caso, la persona murió.

En el primer período de Abe en el cargo (2006-2007), el alcalde de Nagasaki Itō Icchō fue asesinado a tiros por un miembro del Yamaguchi-gumi, el mayor sindicato del crimen organizado de Japón, por un asunto aparentemente trivial de indemnización por daños en su vehículo.

En 1990, el predecesor de Itō, Motoshima Hitoshi, también fue objeto de un intento fallido de asesinato por parte de un extremista de derechas por los comentarios públicos que hizo sobre la responsabilidad bélica del emperador Hirohito.

Este martes se realizará el funeral del exprimer ministro japonés, Shinzo Abe
El funeral del ex primer ministro Shinzo Abe. | Foto: AFP

En 2006, la casa del político del Partido Liberal Democrático Katō Kōichi fue objeto de un ataque incendiario por parte de un derechista enfadado por los comentarios que Katō había hecho criticando la visita del primer ministro Koizumi Junichirō al santuario de Yasukuni. El santuario ha sido durante mucho tiempo un controvertido símbolo del legado bélico de Japón.

El fallido golpe de Estado del mundialmente famoso escritor Yukio Mishima en 1970, que conmocionó a Japón, estuvo arraigado en sus opiniones políticas ultranacionalistas. Dos años antes del golpe, Mishima había fundado la organización paramilitar Sociedad del Escudo reclutando a sus miembros entre ultraderechistas que querían restaurar los poderes políticos del Emperador. Como es sabido, Mishima se suicidó ritualmente cuando el intento de golpe fracasó.

1960 fue un año tumultuoso en la historia japonesa de la posguerra como consecuencia de la revisión del tratado de seguridad entre Estados Unidos y Japón. El propio abuelo de Abe, Kishi Nobusuke, fue víctima de un intento fallido de asesinato en julio de ese año.

También en 1960, el líder del Partido Socialista de Japón Asanuma Inejirō fue apuñalado hasta la muerte por un estudiante ultranacionalista radical. Asanuma criticaba abiertamente los lazos de Japón con Estados Unidos mientras buscaba estrechar las relaciones con los estados comunistas de Asia. Una fotografía del ataque ganó el premio Pulitzer.

Todos estos ejemplos son acciones de individuos. Pero Japón no es ajeno a la violencia política organizada por grupos de personas. El incidente más devastador de la violencia política de posguerra fue, sin duda, el ataque con gas sarín en Tokio en marzo de 1995. En nombre de un culto religioso, Aum Shinrikyō, y con el objetivo de iniciar el fin del mundo, fueron atacadas varias estaciones de metro en áreas donde se ubicaban las principales instituciones políticas de Tokio. El agente nervioso se cobró 14 vidas e hirió a más de 1 000 personas. El líder de la secta, Asahara Shōkō, y varios de sus principales miembros fueron ejecutados en 2018.

Durante las décadas de 1970 y 1980, Japón fue testigo del terror interno a manos de una serie de grupos revolucionarios de izquierda. El más famoso de ellos fue el Ejército Rojo japonés, que secuestró aviones, atacó embajadas y negocios, y a civiles. Los carteles de “se busca” con los rostros de destacados militantes del Ejército Rojo siguen apareciendo en las estaciones de tren japonesas, y recientemente la Policía de Tokio ha realizado videos recordando a la población que sus miembros siguen sueltos.

*Con información de AFP.

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