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Francisco hizo el tradicional lavatorio y la misa de Jueves Santo con un fuerte mensaje a los sacerdotes: “no caigan en la hipocresía clerical”
El sumo pontífice realizó esta tradición en una silla de ruedas, aunque se le vio con más energía que en días pasados.
El papa Francisco, sensible al universo carcelario, lavó este jueves los pies de 12 mujeres detenidas en una prisión de Roma, un rito que marca el jueves antes de la Pascua.
El jesuita argentino visitó a media tarde la cárcel de mujeres de Rebibbia, en la periferia noreste de la capital italiana. Ya había realizado este rito en 2015, pero es la primera vez que lo consagra solo a mujeres.
Sentado en una silla de ruedas, Jorge Bergoglio lavó los pies de cada una de las 12 reclusas, algunas de ellas llorando, antes de limpiarlas con una toalla y besarlas.
El papa de 87 años apareció en buen estado a pesar de que su salud había sido motivo de preocupación en los últimos días, debido a las repetidas infecciones que le han impedido leer sus discursos en varias ocasiones.
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“Todos conocemos grandes y pequeños fracasos”, lanzó el papa Francisco en una homilía improvisada durante la misa celebrada en el patio de este centro de detención, donde están encarceladas unas 370 mujeres.
El papa Francisco, que ya visitaba a presos en Buenos Aires, destacó que el lavatorio de los pies “es un gesto que nos llama a servir a los demás”.
En la tradición cristiana, el Jueves Santo conmemora el día en que Cristo lava los pies a los apóstoles en su Última Cena. El ritual fue perpetuado en el cristianismo, excepto en algunas ramas del protestantismo.
Desde su elección en 2013, el jefe de la Iglesia católica ha visitado en varias ocasiones cárceles o centros de acogida para refugiados, lavando los pies a exmafiosos, enfermos o marginados.
El viernes por la noche debería presidir el viacrucis en el Coliseo, al que no habría podido asistir en 2023 por razones de salud.
También presidió la misa del Jueves Santo
Previamente al lavatorio de los pies, el sumo pontífice presidió la misa del Jueves Santo. El argentino instó a los sacerdotes a evitar la “hipocresía clerical” y a tratar a su congregación con misericordia.
Francisco, de 87 años y que este invierno sufrió problemas respiratorios, parecía en buen estado en la misa matinal. Leyó una larga homilía, tras renunciar a leer su texto en el último minuto durante la misa del Domingo de Ramos el pasado fin de semana.
En sus palabras, el papa advirtió a los sacerdotes que no cayeran en la “hipocresía clerical”, o en predicar una cosa a sus fieles y hacer otra en su propia vida espiritual. En su lugar, les instó a mostrar siempre misericordia hacia los fieles y a no juzgarlos, sino a llorar por sus propios pecados.
Hacer esto, apuntó, “significa mirar hacia dentro y arrepentirse de nuestra ingratitud e inconstancia, y reconocer con dolor nuestra duplicidad, deshonestidad e hipocresía”.
La misa fue la primera gran liturgia papal en la basílica desde que el gran baldaquino de Bernini fue cubierto con andamios para su renovación y limpieza.
Francisco tiene por delante unos días de mucha actividad que pondrán a prueba su resistencia.
*Con información de AP y AFP.