FUNCIONA EL GRAN GARROTE
Managua presenta nuevo plan de paz para Centroamérica tras violento ataque verbal de la Casa Blanca
Que no son santos de su devoción, eso ya se se sabía. Pero el barullo que armaron la semana pasada el Presidente Reagan y su canciller Shultz contra el gobierno de Nicaragua, excedió el tono (ya de hecho subido) de las declaraciones más agresivas que la Casa Blanca viene haciendo sobre Managua. En la primera rueda de prensa de su segundo mandato, Reagan calificó al régimen sandinista de "cruel y brutal" y "sin un elemento de decencia en qué apoyarse". En su ráfaga verbal, el mandatario de la superpotencia estuvo a punto de revelar lo que todo el mundo admite sotto voce en los pasillos de Washington: que la actual administración quiere aplastar la revolución que derrocó la tiranía de los Somoza en 1979. Se debe luchar por la "remoción" de la "actual extructura" del gobierno de Managua, fue la formulación de Reagan la noche del 21 de febrero cuando le preguntaron si lo que buscaba con su pedido de apoyo a los "contras" era la caída del régimen sandinista. "Indeseable" fue la palabra escogida por Geol ge Shultz para referirse al gobierno de Nicaragua, cinco días después de que el jefe del ejecutivo norteamericano asegurara que el gobierno de Managua es una "dictadura brutal" desde 1979, un "satélite de la URSS y Cuba" y un régimen que "exporta drogas para envenenar a la juventud", en discurso radial que para asombro de muchos incluyó una comparación entre los mercenarios antisandinistas y Simón Bolívar, Lafayette y Kosciusko.
Hubo una frase empero que causó enorme escozor en Managua: "Los combatientes por la libertad (contras) son dirigidos por los que se opusieron a Somoza y sus soldados". La embajada sandinista en Washington la rechazó de inmediato con una digresión histórica: "Por el contrario, los contrarrevolucionarios lucharon hasta el fin para mantener la dictadura de Somoza. Cuando no lo consiguieron abandonaron el país y más adelante, organizados, adiestrados y equipados por la CIA, trataron de subvertir la revolución respaldada por el pueblo nicaraguense". La mal calculada frase también suscitó un comentario del Washington Post, que afirmó que "Reagan ignora los matices de la situación nicaraguense" pues entre otras cosas, los elogiados "luchadores de la libertad" son, según el Post, sólo "ex esbirros de Somoza que siguen comportándose como tal".
El escándalo no tardó en saltar a Europa. Olaf Palme, primer ministro sueco, acusó al Presidente norteamericano de violar el derecho internacional por haber afirmado su deseo de reemplazar el gobierno de Managua y comparó la política de Washington en Centroamérica con la presencia soviética en Afganistán.
"El respaldar la agresión armada, maniobras militares masivas en la región y amenazas de una superpotencia, no pueden contribuir en caso alguno al proceso democrático. La llamada cruzada contra el comunismo no es más que el saqueo del pobre", agregó. En París, el acatado diario Le Monde caracterizó las afirmaciones de Reagan como un intento de "empujar a sus últimos atrincheramientos a un régimen muy debilitado económicamente, no dejándole ninguna esperanza de normalización de las relaciones".
La vigorosa retórica del Presidente norteamericano apuntaba, sin embargo, a convencer al Senado de otorgar a los "contras" los 14 millones de dólares que desde octubre pasado están congelados dada la oposición de la mayoría de la Cámara Baja a financiar las cover actions en Nicaragua, tan desacreditadas desde el minado de puertos nicas (lo que produjo un pronunciamiento adverso para Washington de la Corte Internacional de Justicia) y por los continuos asesinatos de civiles desarmados en Nicaragua a manos de los "contras". La insistencia del Presidente reflejaba claramente la desventaja que él tiene en la Cámara Baja ante ese debate, donde su déficit es de 50 votos, cuando en el Senado supera en cinco votos a la oposición, correlación que se podría ver confirmada en las próximas escaramuzas parlamentarias. Y para colmo de males del jefe del ejecutivo, cuando éste aclaraba que sólo buscaba con sus palabras "modificar las posiciones de los sandinistas", un funcionario de Washington, que pidió no ser identificado,-reveló a la prensa que a comienzos de 1982 la CIA elaboró un plan para derrocar el régimen de Managua a finales de 1983, a pesar de que el gobierno aseguraba en esos días que el derrocamiento de tal gobierno no era un "objetivo norteamericano". "Siempre hubo dos vías",dijo el funcionario.
"Una era declarar públicamente que el objetivo de la CIA era la intercepción de armas que iban de Mcaragua a las guerrillas salvadorenas y la otra, el derrocamiento del gobierno sandinista".
Desconcertante fue para los que los ven como "comunistas inflexibles" la forma como los dirigentes sandinistas encararon la amenazante avalancha de esos días de la Casa Blanca.
Para los que conocen las limitaciones militares y económicas de Nicaragua y además recuerdan la capacidad de maniobra política de los sandinistas la respuesta de Managua fue, en cambio, la más obvia. Antes de salir a Montevideo a la ceremonia de posesión de Julio María Sanguinetti, el Presidente Daniel Ortega anunció un paquete de propuestas de paz destinadas a flexibilizar las posturas de Reagan, quitarle a éste terreno en el Congreso, y a dar nuevo aire a las gestiones de Contadora. El plan cuidadosamente concebido, consiste en declarar una moratoria unilateral indefinida para la adquisición de nuevos armamentos (incluidos aviones de combate); retirar 100 asesores militares cubanos y permitir la visita de una comisión bipartidista del Congreso norteamericano para que, sin restricción alguna, visite las instalaciones militares de Nicaragua y pueda constatar así el carácter defensivo de las mismas. Ese plan también incluyó un anuncio de poner en libertad al estudiante José Manuel Urbina Lara, a pesar de que Nicaragua alega tener "la razón por ley" ya que arrestó al joven fuera de la sede diplomática de Costa Rica. Esa detención (Ver SEMANA del 26 de feb4 de marzo) de todas formas había motivado la parálisis de Contadora y fue el preludio de las candentes afirmaciones de Reagan.
La propuesta de Ortega pronto polarizó las opiniones. El grupo que sin mayores análisis la desestimó, lo constituyó el vicepresidente George Bush, el canciller Shultz, los "contras" de la llamada Fuerza Democrática Nicaraguense (FDN), y la Coordinadora Democrática Nicaraguense (CDN), expresión legal del antisandinismo. Recibieron en cambio con beneplácito la propuesta, los gobiernos de Panamá, México, Argentina, Cuba y España. El canciller de Costa Rica saludó por su parte, la posibilidad de liberación de Urbina Lara y hasta un vocero del partido de gobierno de El Salvador dijo que ellos habían recibido favorablemente la iniciativa. La sola idea de la comisión congresional dividió al personal de la Casa Blanca, pues al menos el portavoz Larry Speakes la acogió y dijo que la "alentaría". Shultz, que había salido un tanto maltrecho de un debate en el subcomité de Asuntos Externos de la Cámara sobre los famosos 14 millones de dólares (pues allí fue acusado de emplear tácticas del tristemente famoso senador Joseph McCarthy), tuvo que modificar su posición y decir que "no es que (los sandinistas) hayan creado un Estado totalitario, sino que están en proceso de hacerlo" y revelar que "no tenemos planes" de ruptura diplomática con Managua.
Esta declaración de Shultz no indica que la presión del gobierno norteamericano sobre Nicaragua va a reducirse de inmediato. Se rumoró a mediados de la semana que Washington estaba estudiando la posibilidad --para evitar otra derrota en la Cámara Baja--de reconocer un gobierno nicaraguense en el exilio o al menos caracterizar a los rebeldes antisandinistas como un movimiento "legítimo" (como hiciera en 1981 México y Francia con la oposición armada salvadoreña) para poderlos apoyar abiertamente. Tal tipo de salidas, sin embargo, encararían dificultades, pues suponen romper las relaciones formales con Nicaragua, y entorpecer aún más la labor de Contadora, opción que Reagan tampoco puede desconocer del todo dado el apoyo que sus aliados europeos, Margaret Thatcher incluída, han reiterado recientemente a esa gestión de paz.
De ahí que la reunión en Montevideo podría resultar clave en todo esto. Allí los gobiernos de Contadora, más los mandatarios de Argentina, España y el propio Presidente Sanguinetti (quien ha declarado su apoyo a Contadora) seguramente aplicarán fuerte presión sobre Shultz para que abandone su rígida actitud y busque de buena fe un entendimiento con el Presidente Ortega, quien solicitó reunirse en la capital uruguaya con el secretario de Estado. La ciudadanía norteamericana, entretanto, se aparta más y más de la linea centroamericana del Presidente Reagan. Según una encuesta del Washington Post y de la cadena televisiva ABC, el 70% de los estadounidenses se oponen al involucramiento de su país en el derrocamiento del gobierno sandinista, mientras un exiguo 18% favorece esa acción y un 12% carece de opinión al respecto. Por otra parte, y casi simultáneamente, un grupo privado norteamericano publicó un informe de 28 páginas escrito por David MacMichael, un ex analista de la CIA, en colaboración con Colin Damby y Franz Schneiderman, del Consejo para Asuntos Hemisféricos, en el que se refuta la tesis de que Nicaragua esté en capacidad de invadir o atacar a sus vecinos. "Lo cierto es que la única nación centroamericana en peligro de una invasión por fuerzas regulares es Nicaragua. Estados Unidos es la única nación que probablemente hará eso". El trabajo, titulado Equilibrio militar en Centroamérica, compara las Fuerzas Armadas de Nicaragua con las de Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa Rica y asegura que las autoridades de Washington han exagerado la capacidad militar de Nicaragua para "justificar una política cada vez más recia" contra ellos.
Pese al "rock duro" del Presidente Reagan (unos dicen que gracias a eso), Daniel Ortega estaria a punto--si es liberado Urbina Lara este miércoles, como anunció el Presidente Belisario Betancur en Montevideo y si cristaliza la visita de congresistas norteamericanos--de anotarse con su propuesta de paz su primer gran hit político como Presidente de Nicaragua, éxito que de todas formas se veía en el horizonte desde que el influyente arzobispo de Nueva York, John J. O'Connor, aceptó intercambiar en Managua abrazos y sonrisas. -
MONTEVIDEO: BUENAS NOTICIAS PARA CONTADORA
Luego de sostener conversaciones privadas en Montevideo con el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y con el Presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, el mandatario colombiano Belisario Betancur, fue quien llevó la voz cantante en la superación del incidente Urbina Lara. Tras obtener autorización de Ortega, Betancur anunció que Urbina será entregado a Contadora en Managua y que llegará a Bogotá el miércoles 6 de marzo. Aquí escogerá en qué país se quedará como asilado.
Sin vencedores ni vencidos concluye, pues, ese episodio. Costa Rica indicó que con dicha entrega quedaba salvaguardado el derecho de asilo. Nicaragua reiteró que entregaría al joven para eliminar el argumento que ha pretendido bloquear la iniciativa de Contadora y que no renunciaba a su tesis de que había obrado legalmente al capturar al joven fuera de la embajada. Lo importante es que Costa Rica, Honduras y El Salvador quedan asi sin pretexto para evadir la próxima reunión de Contadora en la cual --por ser de plenipotenciarios--sus asistentes tendrán que definir, al fin, si acogen o rechazan el plan de paz del Grupo, tantas veces discutido, enmendado, aplazado y reelaborado.
¿Surgirá una nueva dificultad para su firma? Hay que esperar para ver.
De todas formas, Contadora, ese intento latinoamericano de exteriorizar su autonomia relativa frente a Estados Unidos, vuelye a escapar de quienes intentan impedirle que logre sus propósitos. Al cierre de esta edición, se esperaba en Montevideo que la entrevista Shultz-Ortega produjera, a manera de resultado inmediato, la reanudación de las conversaciones de Manzanillo (México), suspendidas unilateralmente por Estados Unidos.
Aunque Argentina no es formalmente miembro de Contadora, si apoya sus gestiones. Por ello se da por sentado entre los analistas que la presión de este Grupo sobre Washington volvera a aplicarse cuando el Presidente Raúl Alfonsin visite a Ronald Reagan el próximo 19 de marzo. En Managua se dice que el nuevo gobierno de Argentina ha sido uno de los que "ha actuado enforma más consecuentey directa" en apoyo de ellos. Por esto Alfonsin y Ortega sostuvieron, al parecer, un diálogo "por varias horas" en Montevideo.