ECUADOR
¿Giro a la izquierda? Ecuador se prepara para las elecciones presidenciales
Sumido en una profunda crisis económica y con una desconfianza generalizada, Ecuador se prepara para elegir presidente. Andrés Arauz, delfín de Rafael Correa, es el favorito para ocupar el Palacio de Carondelet.
En un contexto atípico, el 7 de febrero los ecuatorianos irán a las urnas y serán los primeros de América Latina en elegir un nuevo presidente desde que comenzó la pandemia. El último año de Lenín Moreno en la presidencia fue complicado. No solo tuvo que lidiar con la crisis económica y social a comienzos de 2020, sino que debió afrontar la crisis sanitaria en uno de los países más golpeados por el virus. El Gobierno destinó todas sus fuerzas para proteger a la población, y ordenó aislamiento en todo el territorio. Sin embargo, eso no impidió que ciudades como Guayaquil sufrieran más de la cuenta, con cientos de fallecidos y funerarias colapsadas. Al final, las medidas agudizaron la problemática económica. El desempleo se disparó, y el precio del petróleo cayó por los suelos.
Desde el momento en que Moreno se posesionó como presidente en 2017, encaminó sus esfuerzos en deslegitimar a quien lo llevó al cargo, el expresidente Rafael Correa. Pero su plan tuvo el efecto contrario. Como le dijo María Sol Borja, editora política de GK a SEMANA, a pesar de que Correa se encuentra exiliado en Bélgica debido al proceso judicial en su contra, su nombre está más vigente que nunca: “Apelar constantemente al correísmo como el culpable de la ineficiencia del Gobierno de Lenín ha evitado que el nombre de Correa quede en el pasado. Mucha gente cree que con Correa tuvo mayores oportunidades de acceso a la salud o a la educación y que las cosas estaban mejor”.
Ahora, el nombre de Correa se materializa en su delfín presidencial, Andrés Arauz. Candidato por el movimiento Unión por la Esperanza (Unes), es la principal carta del correísmo para llegar a la presidencia y volver a la izquierda más recalcitrante. Arauz, de 35 años, puntea en las encuestas, pero es poco probable que gane en primera vuelta. En una segunda vuelta, el panorama para Arauz podría complicarse. Su rival directo es el conservador Guillermo Lasso, un banquero y político de 65 años, del partido Creo, candidato por tercera vez de la derecha. Y también entra en la disputa Yaku Pérez, del movimiento político indígena Pachakutik. Para Borja, el resultado de Pérez será simbólico: “La sociedad racista y clasista de Ecuador aún tendrá dificultades para verse gobernada por un presidente que representa al movimiento indígena”. Los otros 13 candidatos no tienen oportunidad alguna, y el porcentaje de votos que puedan acaparar no debería alterar los resultados generales.
La lucha electoral tomó un rumbo conocido. Para los lassistas, el correísmo es el monstruo del que hay que librarse, comparando una victoria de Arauz con la catástrofe actual de Venezuela. Para el correísmo, la fórmula es la misma, pero aquí el monstruo es la crisis bancaria sufrida por el país en 1999 y que podría regresar si no vuelve la izquierda de Correa. En todo caso, las dos campañas apelan al miedo y a la lucha ideológica que ha dividido a América Latina en dos durante las últimas décadas.
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Además de la paranoia electoral, los ecuatorianos siguen preocupados por la covid-19, un factor que también podría ser decisivo en las urnas. Como advierte Borja, la pandemia “será uno de los temas que decida el nuevo presidente, y quizás esa es la razón por la que muchos candidatos ofrecen, de forma demagógica, ‘negociar’ la llegada de más vacunas o incluso hacer ‘pruebas rápidas’ de covid como parte de su campaña”. Si Arauz gana, Ecuador daría un cambio drástico con respecto a su política internacional y posiblemente impulsaría alianzas regionales, como lo hizo Correa con el Alba. Además, intentaría buscar alianzas con países de ideologías afines, como Argentina y Bolivia, para hacer contrapeso a la influencia de Estados Unidos en la región. Si gana Lasso, Ecuador revalidaría los tratados de libre comercio firmados por Moreno y apostaría por congraciarse con Joe Biden.
Lo cierto es que aquel que llegue al Palacio de Carondelet se encontrará con la economía hecha trizas, un sistema de salud colapsado y la sociedad fragmentada que desconfía de todos los políticos. En todo caso, el resultado de los comicios en Ecuador dará pistas del horizonte político en América Latina en la era pospandemia. También dirá si la crisis sanitaria castigará más de la cuenta a los Gobiernos de turno que tuvieron que padecerla.