MUNDO
Golpe a Isis
Trump se jacta de que gracias a sus órdenes el terrorista más buscado del mundo está muerto. Pero en realidad la operación, lograda con un crucial apoyo kurdo, tuvo éxito a pesar de las medidas del presidente.
Un operativo cinematográfico terminó con la vida del líder del Estado Islámico (EI o Isis), Abu Bakr al Baghdadi. Una sucesión de elementos novelescos como venganza, traición y odio confluyeron para dar fin a la vida del califa. Ello significó un duro golpe a la siniestra organización criminal conocida por sus sangrientos videos de decapitaciones y de brutales ejecuciones a soldados, civiles, periodistas y hasta a miembros de organizaciones humanitarias.
El ataque fue posible gracias a las labores de inteligencia humana de los kurdos, quienes jugaron un rol central aun cuando Donald Trump los traicionó de la peor manera. Es decir, la operación fue posible a pesar de la política de Trump, y no gracias él, como ahora presume. Fueron los kurdos, los mismos a los que Donald Trump les dio la espalda, quienes realizaron la delicada labor de rastrear a Al Baghdadi con un altísimo nivel de espionaje en terreno que combinó fuerza y habilidad. Fueron ellos quienes pusieron sus vidas en riesgo.
El líder de la milicia kurda Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), Mazlum Abdi, narró la heroica trama en una entrevista. Contó que durante meses su servicio de inteligencia analizó el área donde se encontraba el dirigente. Después un infiltrado logró robar un par de calzoncillos y obtuvo una muestra de sangre, con la que los norteamericanos realizaron pruebas de ADN para confirmar su identidad.
La inteligencia humana fue crucial para esta operación si se tiene en cuenta el extremo hermetismo en el que vivía el terrorista. No utilizaba equipos de comunicación; solo se reunía con un pequeñísimo grupo de familiares y consejeros, quienes llegaban con los ojos vendados a los encuentros. Abdi también reveló a la cadena NBC que el puente para llegar a Al Baghdadi fue un agente de seguridad de su círculo íntimo, que estaba harto del maltrato al que Isis sometía a su familia y ya no creía en el futuro de la organización. “Quería vengarse con sus propias manos”, dijo Abdi. Según reveló Frank McKenzie, el general estadounidense que supervisó la redada, el operativo concluyó con el lanzamiento de los restos de Al Baghdadi al mar 24 horas después de su muerte.
Héroes ignorados
A comienzos de este mes, el presidente estadounidense anunció, contra el consejo de sus asesores, el retiro de sus tropas del norte de Siria. Con ello le dio luz verde al presidente turco, Recep Tayyip Erdoan, para masacrar masivamente a la milicia kurda Fuerza Democrática Siria (FDS), compuesta por guerreros con quienes Estados Unidos se alió hace cinco años para derrotar a Isis. Trump ignoró los enormes sacrificios de la milicia kurda, empezando por el altísimo coste en vidas. Menos de una docena de soldados estadounidenses murió en la guerra contra Isis, mientras 11.000 miembros de las fuerzas kurdas dieron su vida por la causa. Además, Estados Unidos los presionó para que no negociaran un trato con el Gobierno sirio, al decirles que Washington les aseguraría un lugar en el futuro del país. “Les pedimos que abandonaran todo por lo que habían trabajado: la seguridad de su tierra, su proyecto nacionalista y su gente. Estamos asegurando que esos 11.000 murieron por nada”, dijo al diario The New York Times un oficial estadounidense que trabajó en Siria y que no está autorizado para hablar públicamente del tema.
La impulsiva decisión de Trump (que, como él mismo dijo, tomó después de hablar por teléfono con el presidente turco) estuvo a punto de malograr la operación planeada durante meses por los militares norteamericanos con sus aliados kurdos. Estos, ante la inminente amenaza turca, se vieron obligados a cambiar su énfasis para defender su territorio de la invasión turca. Por eso, los norteamericanos tuvieron que apresurar el ataque contra Al Bagdadi y, casi contra todo pronóstico, lograron un éxito de dimensiones épicas. Sin embargo, en su alocución del domingo Donald Trump, con arrogancia, menospreció el rol de los kurdos.
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Isis, maltrecha pero amenazante
Isis sufrió un duro golpe, pues no solo pierde cada vez más territorio (en marzo salió de su última fortaleza en Siria), sino que ahora se quedó sin califa. No obstante, algunos, como el profesor emérito de la Universidad de Boston Andrew Bacevich, mantienen una posición escéptica. El experto le dijo a SEMANA que “el liderazgo es esencial para cualquier movimiento revolucionario, pero los líderes son reemplazables. La muerte de Al Baghdadi representa un éxito satisfactorio para las fuerzas estadounidenses y la administración Trump. Pero no tendrá un efecto decisivo o duradero en Isis”. De hecho, el jueves el grupo yihadista, mediante un audio colgado en la red social Telegram, confirmó la muerte de Al Baghdadi, y anunció que Abu Ibrahim al Hashimi al Qurashi tomará las riendas. Al cierre de esta edición, no había muchos datos sobre el sucesor. En todo caso, no era el primero en la línea de sucesión, pues el primero, Abu Hassan al Muhajir, había muerto 24 horas antes.
Abu Bakr al Baghdadi fundó Al Qaeda en Irak, tras la invasión norteamericana. Años más tarde, la convertiría en Isis, una organización aún más letal.
Sin embargo, la baja del líder representa un golpe simbólico, ya que Al Baghdadi transformó esa insurgencia irregular, de ser el capítulo iraquí de Al Qaeda hasta convertirla en una organización de un alcance mundial. Así, gobernó un territorio del tamaño de Gran Bretaña (partes de Irak y Siria). En 2014 se autoproclamó el califa, apoyado en el hecho, aparentemente comprobado, de que su clan desciende directamente de Mahoma. Desde entonces, sus seguidores lo reconocían como el líder supremo espiritual y político. Con este knockout queda abierta la pregunta de si ese, el grupo terrorista más poderoso de la historia reciente, podrá recuperar la iniciativa en su lucha por la dominación mundial. Por lo pronto, muchos temen en Occidente un recrudecimiento de sus acciones sangrientas.