MUNDO
Hackear, desinformar, desestabilizar y negar: la oscura ciberestrategia rusa
Las acusaciones de ciberataques contra Moscú se acumulan y generan sanciones y expulsiones de diplomáticos rusos en todo el mundo. Desde las “fábricas de troles”, pasando por los piratas y las “noticias falsas”, estas son algunas de las operaciones orquestadas por Rusia.
Rusia es un terreno fértil para los expertos informáticos: los ‘hackers’ actuales siguen la estela de una excelencia en el ámbito de la programación informática que data de la época soviética. Tras la caída de la Unión Soviética, una parte de los graduados en esos sectores empezó a dedicarse a la cibercriminalidad, llevando a los rusos a lo más alto del podio mundial del pirateo de tarjetas de crédito.
“En los años 1990, esa área prosperó gracias a una cultura del ingenio y una tendencia a esquivar las reglas”, explica Kévin Limonier, investigador en el Instituto Francés de Geopolítica.
Ejército y servicios secretos
Otra tradición soviética: la colaboración de los programadores y los informáticos con los servicios secretos. El primer ciberataque de gran alcance atribuido a Rusia data de 2007 y fue perpetrado contra los servicios de los países bálticos. El Ministerio ruso de Defensa, por su parte, creó en 2012 sus “ciberunidades”.
Según Estados Unidos, los hackers de los servicios de inteligencia militar (GRU) fueron los que intentaron manipular las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, pirateando correos electrónicos de allegados de Hillary Clinton -rival demócrata de Donald Trump- y de su partido. El supuesto grupo de ciberespías rusos más conocido, y que estaría implicado en decenas de casos, ha sido apodado por sus detractores como “Fancy Bear” y “APT28”. También dependería del GRU.
Por otro lado, el reciente escándalo SolarWinds de Estados Unidos fue imputado al SVR, el servicio de inteligencia exterior ruso.
Información e influencia
“Los ciberataques de los servicios de inteligencia rusos forman parte de las operaciones de alcance internacional que apuntan a obtener informaciones estratégicas”, resumió en 2016 la inteligencia alemana, evocando operaciones de espionaje y sabotaje.
La lista de supuestos ataques es larga: el Parlamento y la Cancillería alemanes (2014), cadena de televisión francesa (2015), elecciones estadounidenses (2016, 2020), rivales deportivos de Rusia e institutos de investigación de la covid-19.
Un ataque dirigido contra el fabricante de programas informáticos SolarWinds, según Washington, permitió al SVR apropiarse de importantes cantidades de información del sector financiero, sobre infraestructuras estratégicas y agencias gubernamentales.
“El número de ciberataques rusos está creciendo y según lo que hemos sabido a través de operaciones que han sido descubiertas, han sido muy eficaces”, sostuvo el experto ruso en servicios secretos Andrei Soldatov.
Desinformación e influencia
A ello se agregan las campañas de desinformación dirigidas contra procesos democráticos para generar discordia en la sociedad y en las redes sociales. Rusia ha sido acusada de generar fábricas de “troles” en línea y de preparar informaciones virales falsas para influenciar a los internautas.
El sitio de la Unión Europea EuvsDisinfo, que documenta operaciones sospechosas de desinformación, acusó a fines de abril “a los actores de la desinformación pro-Kremlin de buscar nutrir la desconfianza” de los europeos frente al abastecimiento de vacunas contra el coronavirus.
Según los occidentales, tales operaciones de desinformación pueden hacerse por los medios públicos, como la cadena de información internacional rusa RT, o a través de figuras turbias como Evgeni Prigojin, un magnate sospechoso de ser el jefe del grupo de mercenarios privados Wagner.
Según Washington, este allegado de Vladimir Putin ha dirigido y financiado la Internet Research Agency, una oficina implicada en la manipulación del electorado estadounidense en las redes sociales en 2016.
Un ‘no’ sistemático
El Kremlin, por su parte, niega siempre cualquier implicación, incluso frente a pruebas flagrantes, y acusa a europeos y estadounidenses de la desinformación. Para ello aprovecha la dificultad técnica de sus rivales a la hora de demostrar el origen de los ciberataques. Moscú va incluso más allá y, como prueba de honestidad, asegura querer cooperar en materia de ciberseguridad.
Al acercarse las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, y al ser blanco de múltiples acusaciones de injerencia, Vladimir Putin propuso a Washington un pacto de no injerencia electoral y un acuerdo mundial contra el uso belicoso de las nuevas tecnologías. La propuesta no tuvo respuesta, pero Andrei Soldatov no descarta que, al final, frente a la capacidad rusa de hacer daño, “la policía en Europa y Estados Unidos opten por una cooperación en materia de seguridad con Rusia”.
*Reportaje de la AFP