TECNOLOGíA
Hackers, bots y fake news: las amenazas cibernéticas a las elecciones en EE.UU
Hackers rusos y chinos, redes de bots y millones de noticias falsas en cantidades superiores a las de hace cuatro años amenazan de nuevo incidir en los resultados del próximo 3 de noviembre.
En 2016, el mundo pudo ver en Estados Unidos, por primera vez en gran escala, la enorme influencia de las redes sociales en la cultura política de hoy. A la Casa Blanca llegó quien mejor manipuló los medios sociales, y las alarmas se encendieron. Cuatro años después la situación ha empeorado, a pesar de las medidas adoptadas para impedir que la tecnopolítica basada en hackers, bots y desinformación tenga más influencia que las propuestas y los programas de campaña.
La era de la posverdad, en la que apelar a las emociones del público es más importante que los argumentos, plantó bandera en la democracia más influyente del mundo. Y no parece haber marcha atrás.Un editorial reciente de The New York Times advirtió acerca de un posible escenario en la noche del 3 de noviembre. ¿Qué hacer si Trump tuitea que ganó la reelección?, preguntaba el diario. Si el presidente, como ha anunciado, rechazara los resultados si no lo favorecen, una ola de noticias sobre supuesto fraude se hará viral en las redes y podría desencadenar una situación apocalíptica en las calles. Ante semejante escenario, varios sectores de la sociedad norteamericana han pedido a las plataformas tecnológicas intensificar las medidas para impedir tal circunstancia.
Nick Clegg, director de asuntos globales de Facebook, dijo que han contemplado un escenario de “juegos de guerra” durante el día de elecciones, y anunció que diseñaron dispositivos de emergencia para contener una eventual ola de fake news que promueva el desconocimiento de los resultados. Clegg indicó que los más altos ejecutivos de la empresa, desde el CEO Mark Zuckerberg hasta la directora operativa Sheryl Sandberg, estarán en un equipo que monitoreará la situación, minuto a minuto. No obstante, el diario norteamericano se pregunta si los ejecutivos de estas compañías podrán poner los intereses del país por encima de los de sus corporaciones.
La polarización política lograda con mensajes incendiarios y desinformación inteligentemente desplegada por los algoritmos constituye un jugoso negocio para las redes sociales. Un informe oficial de Facebook indica que sus ingresos por publicidad aumentaron 10 por ciento en la actual campaña electoral. El diario The Wall Street Journal reveló este año un documento interno de esta empresa que detallaba reportes de investigaciones sobre el poder de sus algoritmos para influir en los usuarios. Y un documental de moda por estos días en Netflix, El dilema social, puso al desnudo la intención manipuladora con la que diseñaron tales algoritmos desde el principio. El negocio de Facebook, YouTube y demás plataformas es conseguir una gran masa de usuarios y vender sus datos con fines de publicidad y mercadeo.
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En los meses previos han circulado las teorías de conspiración más absurdas, y salió a la luz la existencia de campañas originadas ya no solo en Rusia, como en 2016, sino también en China para influir en los resultados por medio de las redes. El presidente Donald Trump ha generado la percepción creciente de que la elección está arreglada en favor de Joe Biden, el candidato demócrata. Debido a la pandemia, este año el voto por correo postal será un componente importante de la participación ciudadana, por lo que se convirtió en el blanco de los ataques de Trump, que quiere descalificar de antemano el resultado.
Y al mismo tiempo ha circulado en Facebook que un siniestro millonario está sacando equipos de las oficinas de correo para que no se pueda procesar correctamente el voto por este medio. Que Gobiernos extranjeros están imprimiendo millones de papeletas fraudulentas y que miembros del ‘Estado profundo’ (como denomina el grupo conspiracionista QAnon a una supuesta mafia de poderes políticos y económicos enemigos de Trump) van cada día a hogares geriátricos para obligar a los ancianos a votar por Biden. Hace poco fue viral en Estados Unidos la noticia de que los demócratas provocaron los incendios forestales en la costa oeste para cerrar carreteras y evitar que los votos por correo en favor de Donald Trump llegaran a su destino.
La idea de fraude contra Donald Trump está muy posicionada en internet. Un informe de Zignal Labs, que monitorea las tendencias en las redes sociales, indicó la semana pasada que los mensajes sobre fraude electoral superan a otros contenidos como vacunas, los Clinton y Kamala Harris. La empresa de inteligencia de mercados NewsWhip reportó que los enlaces compartidos en las redes sociales sobre fraude electoral sumaron 99 millones de interacciones en los últimos tres meses.
Una encuesta de Pew Research encontró que, entre marzo y septiembre, la cantidad de estadounidenses que habían escuchado algo acerca de QAnon y sus teorías conspiracionistas se incrementó del 23 al 47 por ciento. Eso no significa que el respaldo a QAnon haya crecido, pero sí su presencia en los flujos informativos en las redes sociales. No obstante, un informe de la compañía Storyful indica que diez grandes grupos de QAnon en Facebook crecieron 600 por ciento entre marzo y julio. Las informaciones sobre un supuesto fraude prácticamente consumado para impedir un segundo periodo de Trump provienen de los grupos QAnon y del sitio Web Natural News, una página de derecha ya prohibida en Facebook.
El escenario digital tiende a favorecer a Trump, que cuenta con 29 millones de seguidores en Facebook, mientras que Biden tiene 2,7 millones. Los demócratas están acostumbrados a campañas puerta a puerta y mítines en plaza pública, y las limitaciones impuestas por la pandemia afectan más a Biden que al presidente. Un alto ejecutivo de Facebook, que guardó el anonimato, dijo a la revista Político que “el populismo de derecha siempre es más atractivo” y que por eso los conservadores tienen más éxito en las redes sociales. Conceptos como “nación”, “protección”, “ira” y “miedo” han sido utilizados tradicionalmente por la derecha con gran éxito desde los años treinta, y agregó que eso “no lo inventó Mark Zuckerberg”.
Silicon Valley juega un partido en estas elecciones. La mayoría de megamillonarios tecnológicos apoya abiertamente a Biden, como consecuencia de los enfrentamientos del Gobierno de Trump con la economía digital. Reid Hoffman, fundador de la red LinkedIn, vendida después a Microsoft, encabeza reuniones en California en las que recaudan fondos enormes para financiar la campaña demócrata. Hoffman personalmente puso de su bolsillo 100 millones de dólares.
Las plataformas han tomado algunas decisiones. Facebook no aceptará publicidad política una semana antes de los comicios y YouTube eliminará videos que puedan interferir en la elección. Pero no será suficiente. Las redes desataron un poder que ni ellas mismas pueden controlar. El efecto de las noticias falsas puede ser grave. En la campaña anterior alguien dijo que Hillary Clinton usaba el sótano de una pizzería en Washington para albergar un negocio clandestino de trata de niños. Un mes después, Edgar Welch, un extremista de QAnon, convencido de que era cierto, entró armado al local para liberar a los supuestos menores secuestrados y provocó un tiroteo antes de descubrir que ni siquiera había un sótano. Si alguien todavía dudaba del impacto de las noticias falsas en el mundo real, ese día cambió de opinión. n