Análisis internacional
Haití: ¿Cuál es el camino para elegir un nuevo presidente tras el asesinato de Jovenel Moïse?
La muerte violenta de Moïse estableció un nuevo “tope” de inestabilidad en la cara occidental de la isla La Española; un territorio que durante su historia republicana ha sufrido toda clase de revolcones políticos, pobreza extrema, violencia y desastres naturales. Análisis.
No es la primera vez que un presidente en ejercicio en Haití es asesinado. Vilbrun Guillaume Sam, un comandante militar que reprimió a los haitianos con fuerza desmedida, gobernó apenas por cuatro meses y medio, entre el 4 de marzo al 27 de julio de 1915. Tras ordenar una ejecución en masa de 187 presos políticos (opositores a su régimen), tuvo que huir del pueblo enardecido.
Se refugió en la embajada de Francia en la isla, donde los líderes mulatos finalmente lo encontraron. Fue arrastrado fuera, golpeado brutalmente hasta morir y luego mutilado por la turba colérica, que se llevó sus extremidades como recuerdo.
En ese entonces, la situación de caos subsecuente solo pudo ser superada por una ocupación militar de las tropas de Estados Unidos, que convirtió a Haití en una suerte de colonia durante 19 años, hasta agosto de 1934, previo a la Segunda Guerra Mundial.
Si bien la posibilidad de invasión por parte de una potencia extranjera no se baraja en el panorama de la geopolítica actual, lo cierto es que el asesinato del actual mandatario, Jovenel Moïse, genera múltiples preguntas: ¿Quién tomará ahora el poder en Haití? ¿Existen escenarios viables de transición de poder?
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Según Arlene Tickner, profesora de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, es esperable que la situación social y política empeore rápidamente en el país centroamericano, lo cual repercute en consecuencias para su vecino inmediato, República Dominicana.
“Este crimen trasciende a las fronteras haitianas, pues genera un grado enorme de inestabilidad en el país y en el vecindario. Esta era una crisis cantada desde hace años, la cual también puso en evidencia la falta de empatía y solidaridad de los países vecinos”, dijo.
Tickner considera que el fantasma del colonialismo y la intervención extranjera sigue asechando a las estructuras de poder en Puerto Príncipe.
“Habría que preguntarse hasta qué punto la situación actual es producto de las continuas intervenciones externas. Haití necesita del acompañamiento de actores internacionales, es cierto, pero en función de las solicitudes provenientes de distintos sectores de la sociedad haitiana. El llamado a los gobiernos extranjeros es a aconsejar y acompañar, pero no a imponer”, agregó la especialista.
Una opinión diferente es la expresada por el profesor de ciencias políticas y reconocido analista Vicente Torrijos, quien considera que la acción internacional directa no da espera, pues lo que está en juego es la seguridad y la estabilidad política de toda América:
“La única manera de recuperar la institucionalidad en Haití es la conformación de una nueva misión multinacional, pero no tramitada en las Naciones Unidas sino como un experimento liderado por la OEA y acompañado por Estados Unidos. El objetivo inmediato es establecer el orden constitucional y evitar que las redes de crimen transnacional se apoderen de esta parte de la isla”.
Para Torrijos, este escenario pone a prueba la capacidad de acción del sistema interamericano, más allá de los pronunciamientos y el trabajo burocrático. “La comunidad hemisférica debe conformar una fuerza panamericana para la estabilización de Haití, con tres componentes: educativo, militar y judicial”.
El peligro ahora es que el vacío de poder en Puerto Príncipe sea ocupado con la influencia de las redes ilícitas que operan en la isla. “O se recupera la democracia en Haití o se vuelve un paraíso de la delincuencia”, sentenció el profesor.
¿Quién sigue en la línea de mando en Haití?
Antes del homicidio de Jovenel Moïse, Haití se preparaba para celebrar elecciones presidenciales y legislativas, convocadas para el 26 de septiembre próximo. Aunque Moïse no podía ser candidato en esta ocasión, su partido Tèt Kale (PHTK) goza del apoyo popular y posiblemente se perpetúe en el poder.
La elección de nuevos congresistas es uno de los puntos fuertes de estos comicios, ya que el parlamento haitiano lleva parcialmente disuelto desde enero de 2020, lo que facilitó que Moïse gobernara de una forma que algunos catalogaron como “dictatorial”
El siguiente en la lista tras el asesinado presidente es el primer ministro haitiano, Claude Joseph, quien declaró el estado de sitio en el país, otorgando amplios poderes al ejército.
Curiosamente, Joseph ya no estaría ejerciendo su cargo formalmente, pues desde el pasado 5 de julio (un día antes de su homicidio) Moïse había nombrado a Ariel Henry como nuevo primer ministro a través de un decreto, aunque no alcanzó a ser investido en el cargo de forma oficial.
Si el poder no recae en Joseph, el llamado sería el juez jefe de la Corte Suprema, según la constitución haitiana. El problema es que el juez que estaba al frente, René Sylvestre, falleció de covid-19 el 23 de junio pasado.
Sin cabezas de los poderes ejecutivo, legislativo o judicial, solo queda la convocatoria en 90 días de unas nuevas elecciones para renovar el Parlamento y la Presidencia, lo cual en papel parece viable, pero que en la práctica parece imposible, debido a las tensiones políticas actuales y la extrema polarización del país.
Una deriva que parece no tener fin para el que otrora fuese el primer país independiente de América.