Atlas del Nazismo

Harro Schacht: el comandante nazi que acabó con 500 vidas en Brasil

Alemania desplegó 870 ‘U-boot’ para atacar la marina mercante y militar aliada. Pero 550 de esos no lastimaron un solo buque aliado. Solo 30 comandantes causaron la mayor parte de los estragos. Harro Schacht fue uno de ellos.

9 de diciembre de 2021
Harro Schacht
Harro Schacht llevaba 40 días sin disparar uno solo de sus 22 torpedos cuando avistó el Baependy el 15 de agosto de 1942 e inició la embestida que en dos días cobró más de 500 vidas. | Foto: Ilustración Jorge Restrepo

El 15 de junio de 1942, según los archivos germanos, Hitler se reunió con el gran almirante Erich Raeder, comandante en jefe de la Kriegsmarine, la marina de guerra nazi, para autorizar un ataque submarino masivo contra puertos brasileños y barcos de cabotaje. Operación Brasil se llamaría el ataque. El 2 de junio, pilotos militares brasileños abordo de aviones B-25 de los Estados Unidos habían hundido dos submarinos italianos frente a la costa del Brasil.

El gobierno alemán consideró inadmisible que un país de mestizos que no era potencia militar se hubiera atrevido a tomar acciones defensivas contra naves del Eje, según el profesor Frank McCann. Radio Berlín anunció represalias. Pero luego vino la contraorden, pues Karl Ritter, que había sido embajador de Hitler en Rio, argumentó que llevar a Brasil a la guerra traería repercusiones para los gobiernos de Chile y Argentina, que mantenían relaciones diplomáticas con Berlín.

La flota naval brasileña era obsoleta y no tenía experiencia en guerra antisubmarina. Brasil contaba con dos acorazados de 1910 que eran inservibles frente a los submarinos. Nada impedía a los U-boot nazis penetrar en Río de Janeiro a la bahía de Guanabara y hundir los barcos mercantes anclados en puerto.

Además, Brasil era doblemente vulnerable porque el transporte interno era de cabotaje. No existían ferrocarriles de larga distancia ni carreteras pavimentadas para comunicar las ciudades, todas recostadas sobre la costa atlántica. Hace 80 años, cuando el país ya era el principal productor de café del mundo y tenía 40 millones de habitantes (no los 200 de hoy) los propios brasileños decían que Brasil era un archipiélago. Para viajar de Rio a Vitória, Salvador, Maceió, Recife, Natal y Fortaleza había que abordar un barco.

Las ciudades eran básicamente islas separadas por grandes extensiones de tierra. La aviación era rudimentaria. El primer aeropuerto civil de Rio data de 1936. Todo se transportaba por mar, pasajeros y carga. Casi toda la sal que se consumía en el país había que traerla hacia el sur en barco, desde Rio Grande do Norte.

El submarino alemán U-507, bajo el mando del comandante Harro Schacht era el encargado de atacar al puerto de Bahía. Había zarpado de un puerto francés más de un mes antes de los mortíferos ataques. La vida a bordo era asfixiante. El aire olía al diésel de los motores y al ácido sulfúrico de las baterías. Sin lavandería, los 56 tripulantes usaban un solo baño.

Desde febrero de 1942, los submarinos nazis habían causado el naufragio de 12 barcos mercantes brasileños, la mayoría en el Caribe, aunque los navíos Buarque, Cairú y Olinda sucumbieron frente a costas de Brasil. Los ataques se iniciaron en ese mes porque hasta enero de 1942 Brasil fue un país neutral. Dejó de serlo cuando se reunieron los ministros de Relaciones Exteriores de las repúblicas americanas en Rio de Janeiro para expresar su solidaridad con los Estados Unidos por la destrucción de la flota naval americana en Pearl Harbor y acordaron romper relaciones diplomáticas con los países del Eje, Alemania, Italia y Japón. Brasil dio el paso, al igual que las demás naciones, salvo Argentina y Chile.

La masacre de agosto no tenía antecedentes. Harro Schacht, el comandante del U-507, actuó como un lobo solitario. Fue uno de los más intrépidos submarinistas del nazismo. Durante la guerra, Alemania desplegó 870 U-boot para atacar la marina mercante y militar aliada. Pero 550 de esos U-boot no lastimaron un solo buque aliado. Solo 30 comandantes causaron la mayor parte de los estragos. Harro Schacht fue uno de ellos. Durante los juicios de Núremberg, el gran almirante Raeder atribuyó a la iniciativa particular de Schacht la racha mortal causada por la acometida contra el Baependy, el Araraquara, el Aníbal Benévolo, el Itagiba y el Arará.

Schacht llevaba 40 días sin disparar uno solo de sus 22 torpedos cuando avistó el Baependy el 15 de agosto de 1942 e inició la embestida que en dos días cobró más de 500 vidas. Después de pasar una temporada en el puerto para submarinos que los nazis construyeron en Lorient, Francia, donde no fue recibido con vítores y medallas, regresó al litoral brasileño a final de año.

Cambió de táctica. No disparó torpedos sino que capturó a tres capitanes de barcos británicos para obtener información sobre rutas de navegación. Empero, no pudo utilizarla porque el 13 de enero de 1943 un avión Catalina de la Marina de los Estados que pertenecía a la base naval americana en Fortaleza divisó el submarino y lanzó cuatro cargas de profundidad con 884 kilos de TNT. El U-507 zozobró. Schacht tenía 35 años. De manera póstuma fue ascendido a Fregattenkapitän.

Presidente Roosevelt y Presidente Vargas. El presidente Getulio Vargas de Brasil conversa con el presidente Roosevelt en una conferencia a bordo de un destructor estadounidense en el puerto del río Potengi en Natal, Brasil, 1943 (Foto de: Universal History Archive / Universal Images Group a través de Getty Images)
Presidente Roosevelt y Presidente Vargas. El presidente Getulio Vargas de Brasil conversa con el presidente Roosevelt en una conferencia a bordo de un destructor estadounidense en el puerto del río Potengi en Natal, Brasil, 1943. | Foto: Universal Images Group via Getty

Harro Schacht no supo que su expedición aciaga obró a favor de los aliados. A raíz del Pearl Harbor suramericano desencadenado por el comandante, Brasil permitió sin dudarlo la presencia de tropas de los Estados Unidos en “la protuberancia” del Nordeste. Indirectamente Schacht terminó además socorriendo a Stalin.

Por Natal pasaron 47.874 aviones americanos desarmados, que Roosevelt envió a la URSS para combatir la invasión de Hitler. Fueron transportados de Estados Unidos a Natal y de allí por el Océano Indico a Irán, desde donde ingresaban por tierra a la Unión Soviética. Esa ruta era 16.000 kilómetros más larga que la anteriormente utilizada por los Estados Unidos, la ruta ártica por el norte de Escandinavia hasta el puerto soviético de Arcángel. Pero los alemanes la habían bloqueado.

Fueron también 16.000 las tropas norteamericanas destacadas en Brasil durante la guerra. Se les llamó “técnicos” para no herir susceptibilidades, especialmente de los integralistas, un movimiento fascista, ultranacionalista, antisemita pero no ario, que simpatizaba con el nazismo desde los años treinta y que Getúlio Vargas mantuvo a raya.