Barcelona
Hiperturismo ha generado ola de malos tratos y manifestaciones en contra de los turistas en España, ¿cuáles son las implicaciones?
Se incrementaron las declaraciones contra el turismo en España. La situación ha originado debates en torno a las implicaciones económicas, ambientales y sociales en medio de las lógicas del comercio y la cultura de ese país.
En los últimos días, ha resonado la gran ola de declaraciones en contra del turismo en España. Muchas de ellas han sido tomadas como turismofobia y hasta alcanzaron acusaciones de xenofobia. ¿Qué ocurrió y cuáles son las implicaciones de esta problemática?
El pasado sábado, más de 140 entidades de Barcelona, incluidos ecologistas, asociaciones vecinales, movimientos en defensa de la vivienda y sindicatos, convocaron una marcha para exigir un cambio en el modelo turístico de la ciudad. Barcelona, con cerca de 1,6 millones de habitantes, recibió alrededor de 12 millones de turistas el año pasado, según datos del Ayuntamiento.
Los manifestantes denuncian que el modelo de turismo masivo genera una dependencia económica de una industria volátil y que regulaciones estrictas del alquiler de temporada no resolverían por sí solas los problemas del mercado de la vivienda. Exigieron frenar y revertir la ‘turificación’, eliminando la influencia del sector turístico en las políticas públicas.
Uno de los efectos que se discute principalmente es el aumento del precio de la vivienda, con alquileres que han subido 68 por ciento en la última década en Barcelona, así como las repercusiones en el tejido comercial local, el medioambiente y las condiciones laborales. “Las tiendas locales están cerrando para dar paso a tiendas que no satisfacen las necesidades de los barrios. La gente no puede pagar sus alquileres”, le dijo Isa Miralles, una música de 35 años que vive en el distrito de Barceloneta, al medio local El Decano.
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Asimismo, otro manifestante comentó: “Se hace necesario parar y revertir realmente el proceso de turificación: acabar de una vez por todas con las injerencias del sector turístico en las políticas públicas, así como con la convivencia o la colaboración interesada de la administración”.
Situada en la costa noreste española, Barcelona, conocida por atracciones como la Sagrada Familia, recibió más de 12 millones de turistas el año pasado, 6,9 por ciento menos que en 2019. En respuesta a los efectos negativos de la masificación turística, el alcalde Jaume Collboni anunció que no se concederán más licencias de uso turístico a viviendas residenciales y que las existentes no se renovarán en noviembre de 2028. En cinco años, las actuales 10.101 licencias perderán tal condición.
Aunque las manifestaciones estuvieron concentradas en Barcelona, diversas ciudades europeas, como Venecia, Lisboa, Praga y Ámsterdam, también han presenciado las tensiones provocadas por el turismo masivo, pues aumenta los alquileres, los precios de los inmuebles y afecta la vida local. Venecia, que recibe más de 20 millones de visitantes al año, ha visto a algunos residentes ocupar departamentos en protesta.
Las calles de Canarias, Palma de Mallorca y Málaga también han sido escenario de manifestaciones en los últimos meses. Los residentes locales argumentan que la masificación turística amenaza un modo de vida sostenible, encareciendo la vivienda, fomentando la gentrificación y generando problemas ambientales y de convivencia. No obstante, el Ayuntamiento defiende el turismo como un motor económico.
Si bien el turismo es vital para muchas ciudades y regiones, pues representa el 10 por ciento de la producción económica en la Unión Europea y emplea a unos 12,3 millones de personas, diferentes argumentos han puesto en tela de juicio sus motivaciones y beneficios. Según Sebastian Zenker, de la Escuela de Negocios de Copenhague, estos ingresos no benefician a los residentes, pero sí aumentan los alquileres y los precios de los inmuebles, que se vuelven inasequibles. Zenker sugiere que debe haber un equilibrio.
Asimismo, en ciudades como Ámsterdam y Mallorca, se busca atraer a turistas que gasten más, aunque algunos, como el profesor de geografía Macià Blázquez-Salom, de Palma de Mallorca, advierten que podría aumentar la desigualdad. Una posible solución sería mantener el número de turistas en un nivel sostenible, considerando factores ecológicos y sociales.
En medio de la inconformidad, diferentes internautas crearon comunidades virtuales para compartir videos, noticias y denuncias sobre el impacto del turismo en los vecindarios y viviendas. En la red social X, la cuenta Basta de Abusos en Ciutat Vella, València, comparte comentarios sobre cómo el desarrollo basado en la industria turística perjudica a los barrios, genera subempleos y ofrece baja productividad.
Videos de vecinos muestran la realidad del turismo en sus comunidades, revelando la gravedad del problema. En diferentes hilos de la red social se encuentran comentarios de todo tipo respecto a la problemática. “Los abusadores saben que pueden abusar todo lo que les da la gana, no tienen suficiente con ocupar toda la calle. También ofrecen birras y gin-tonics a sus clientes mientras hacen cola, nunca ninguna autoridad municipal ve nada. Parece que solo ven patinetes y bicicletas”.
“El beneficio no es para el barrio, solo para la hostelería. Los vecinos sufrimos ruido y falta de viviendas, fincas enteras para apartamentos turísticos. ¿Quién quiere vivir aquí?”, es otro de los comentarios. Las protestas también resaltan las políticas insuficientes de las autoridades para abordar la crisis de vivienda exacerbada por el turismo.
A pesar de las promesas de reformas y restricciones, los residentes argumentan que las medidas hasta ahora han sido insuficientes a fin de enfrentar la magnitud del problema. La movilización del 6 de julio es vista como un llamado urgente a los Gobiernos locales y nacionales para tomar acciones más contundentes y sostenibles.
Además, la crisis del turismo masivo en Barcelona se suma a un contexto global en el que muchas ciudades turísticas están revaluando sus estrategias. Dubrovnik y Santorini comenzaron a limitar el número de visitantes diarios, mientras que Edimburgo está considerando implementar un impuesto turístico. Estas iniciativas reflejan un creciente interés de equilibrar el turismo con la calidad de vida de los residentes y la sostenibilidad ambiental.
En Barcelona, las voces críticas también han señalado la complicidad de algunas plataformas de alquiler vacacional, como Airbnb, en la crisis de vivienda. Estas plataformas han sido acusadas de contribuir a la especulación inmobiliaria y desplazar a los residentes locales. A pesar de algunas regulaciones recientes, la implementación y el cumplimiento efectivo de estas normas sigue siendo un desafío.
El impacto del turismo en Barcelona también se extiende a la cultura y al patrimonio de la ciudad. Los residentes han expresado su preocupación por la pérdida de la identidad local y la transformación de barrios históricos en atracciones turísticas. La sobrecarga de infraestructura y la degradación de espacios públicos son otros problemas derivados del turismo masivo, que, para los habitantes, requiere soluciones integrales y colaborativas.
La movilización en Barcelona, junto con las protestas en otras ciudades españolas y europeas, pone de relieve la necesidad de un replanteamiento profundo del modelo turístico actual por uno más responsable y equilibrado. Es un desafío complejo que exige la cooperación de Gobiernos, empresas y comunidades locales para lograr un desarrollo sostenible y equitativo.