ENTREVISTA
Hungría: el país donde las familias no pagan impuestos de renta por tener hijos. Así son los beneficios a las mamás
El subsecretario de Estado, Márton Ugrósdy, habla de su jefe, el primer ministro Viktor Orbán. Cuenta por qué su país le apuesta a que las familias tengan muchos hijos, explica el papel que tienen en la guerra de Ucrania y responde por qué vino a Colombia.
SEMANA: El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, es hoy uno de los políticos más influyentes y controversiales de la derecha en el mundo. ¿Cómo es él?
Márton Ugrósdy: Es un líder que se centra en lograr resultados. Fue primer ministro en 1998-2002, luego pasó ocho años en la oposición y regresó al poder en 2010. Su éxito ha sido centrarse en las necesidades reales de la sociedad húngara, que obviamente son muy simples: seguridad, prosperidad económica y un futuro mejor.
Hizo la promesa, por ejemplo, de generar un millón de empleos en diez años, lo cual es bastante importante porque somos un país de diez millones de habitantes. Y en nueve años lo logró. Hoy, la gran mayoría de la gente vive mejor. Duplicamos nuestro PIB en una década. Entonces obtuvo resultados significativos. Y creo que también comprende muy bien la naturaleza y el alma del pueblo húngaro.
SEMANA: ¿Por qué ha podido fluir de esa manera tantos años en el poder?
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M.U.: El primer ministro tiene mensajes muy simples y realmente siente y sabe lo que está impulsando la opinión pública en Hungría, incluso sin encuestas y todo ese tipo de cosas. De este modo puede actuar con mucha rapidez y decisión a la hora de abordar las preocupaciones de la sociedad húngara. Además, tiene una mayoría parlamentaria que facilita mucho su trabajo porque si hay que cambiar alguna ley, puede actuar muy rápidamente.
SEMANA: El Gobierno de Hungría suele ser noticia de manera recurrente en el mundo. ¿Qué los caracteriza?
M.U.: Somos un Gobierno muy conservador y estamos tratando de trabajar junto con fuerzas conservadoras en todo el mundo. Lo que vemos es que los conservadores de la región enfrentan presiones similares a los conservadores de Europa. He escuchado que en español lo llaman la “batalla cultural”. Entonces, estamos tratando de tener una mejor coordinación para hacer frente a la propaganda a nivel mundial. Y dado que sus métodos son globales, también estamos tratando de descubrir cuáles son las mejores prácticas y cuáles son los desafíos comunes. Hablamos con políticos, organizamos eventos, invitamos a líderes conservadores de Colombia y otros países a Europa.
SEMANA: Hungría ha impulsado una fuerte política de familias. ¿De qué se trata?
M.U.: Tiene mucho que ver con la situación demográfica que vive Europa. En los últimos 30 años, las tasas de natalidad han caído. Por cuenta de eso, muchos países se han abierto a la inmigración masiva. Nuestra respuesta es muy diferente. Motivamos a los húngaros a tener sus propios hijos. Además, tenemos una situación muy particular: nadie habla nuestro idioma, ni entiende nuestra cultura. Y queremos protegerlas porque son la base de nuestra esencia como nación. Lo que hemos hecho ha reversado esa caída en las tasas de natalidad. Hoy invertimos el 6 por ciento del PIB en apoyar a las familias.
SEMANA: ¿Cómo funciona este apoyo a las familias?
M.U.: Lo primero, es que para poder acceder a estas ayudas, las personas tienen que tener un trabajo. Los principales beneficios que tienen las familias son tributarios. Si eres madre, no tienes que pagar casi impuesto sobre la renta. Pero si tienes cuatro hijos, no tienes que pagar nada. El apoyo a las familias también se da únicamente a quienes están casados. Obviamente, los divorcios pasan y en este caso las ayudas se quedan con la madre. Queremos salvar a nuestro país a través de las familias húngaras.
SEMANA: ¿Qué otras ayudas hay?
M.U.: Las mamás reciben también unos giros de dinero al mes si están en casa con sus hijos. Y pueden estar con ellos tres años antes de tener que regresar al trabajo. La educación es gratuita, incluso los libros y materiales. En el sistema escolar enseñamos valores y un sentido de pertenencia a Hungría. Hay clases de religión, pero si la familia no es creyente, el niño recibe clases de ética. Por otro lado, apoyamos a las parejas jóvenes a tener su propia casa. El Estado les da subsidios en dinero y preferencias en el sistema de créditos. El número de familias propietarias de su propio hogar es significativamente alto y ronda el 90 por ciento, algo que no sucede en casi ningún país de Europa, donde se promueve más rentar, moverse y no echar raíces.
SEMANA: ¿Estos beneficios aplican también a las familias conformadas por parejas del mismo sexo?
M.U.: No. Somos un Gobierno conservador. Entonces, las parejas del mismo sexo pueden tener una unión civil. Así lo llamamos. Pero no es un matrimonio. El matrimonio, tal como lo define la Biblia y nuestras convicciones, es la unión santa de un hombre y de una mujer. Nada más. Este es un punto polémico de nuestra relación con los Estados Unidos, que es muy progresista frente a los derechos LGBTI. Pero la unión civil es casi un matrimonio legalmente. Lo único que no pueden hacer es adoptar niños, pero pueden heredar y otros derechos. Nadie los va a acosar, ni a golpear, ni a arrestar. Pueden tener una vida feliz. Si son mayores de 18 años, tienen el derecho a decidir qué hacer con sus vidas.
SEMANA: En política internacional, el primer ministro Orbán ha despertado controversia por su visita a Vladímir Putin. ¿Cuál es el papel de Hungría en este conflicto?
M.U.: El primer ministro es un verdadero creyente cristiano. Así que el hecho de que esté del lado de la paz no se debe a la política, sino a sus profundas convicciones. Si abres la Biblia, verás muchos temas relacionados con la paz y su importancia. Entonces, tal vez esa sea su máxima motivación. Tenemos una relación bilateral muy tensa con Ucrania debido a la comunidad húngara que vive en ese país. El primer ministro habló con el presidente Zelenski tratando de entender sus motivaciones y buscando entender si hay una salida. Después de eso, fue a Moscú para hablar con el presidente Putin y le hizo las mismas preguntas. No solo ha ido a Rusia. También asistió a la Otan en Washington.
Se reunió con el expresidente Trump. Se ha reunido con el líder de China, Xi Jinping. Ha buscado a los principales actores de los que depende el futuro de la guerra en Ucrania. Así que me atrevo a decir que en este momento es el líder occidental mejor informado sobre ese conflicto. Él es el único en Occidente en este momento que realmente puede hacer eso: hablar con todo el mundo.
SEMANA: En Occidente hay opiniones fuertes sobre Rusia y China, lideradas principalmente por la forma estadounidense de ver el mundo. ¿Puede Hungría ser un puente?
M.U.: Es una muy buena pregunta, porque formamos parte de la Otan. Entonces, debemos reconocer que Rusia nos considera su enemigo. Pero creemos que Hungría puede ser un puente y esta es nuestra estrategia de conectividad. Estamos dispuestos a hablar con todos los que en el mundo comparten nuestra visión de tener un futuro mejor, más cooperación económica y la reducción de las tensiones políticas. Intentamos trabajar con todos los que están interesados en el éxito de Hungría y, con suerte, eso nos permitirá desempeñar algún papel entre los grandes bloques que podrían estar surgiendo. Creemos que el papel de la diplomacia es hablar y no señalar con el dedo. Y si nos fijamos en la diplomacia europea, son mucho mejores señalando con el dedo que hablando con los demás.
SEMANA: En su visita a Colombia, ustedes se reunieron con el Gobierno Petro. ¿Por qué una relación con Colombia, si los Gobiernos están en orillas tan distintas?
M.U.: Nuestro enfoque diplomático es doble. En primer lugar, vemos dónde podemos encontrar una cooperación pragmática, que es una de las piedras angulares de la política exterior húngara. Intentamos encontrar oportunidades de negocio. Estamos felices de trabajar en proyectos que son de beneficio mutuo. Y muchos de estos proyectos están pensados a largo plazo.