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Indígenas en Perú amenazan con irse hasta la insurgencia si no restituyen a Pedro Castillo; “no nos respetan y somos maltratados”
Cabe recordar que el exmandatario peruano es de origen indígena.
“No vamos a detenernos. Si las élites y los congresistas no retroceden, tiene que haber insurgencia”, dice con determinación Juan Ochicua, un campesino peruano de 53 años con rasgos indígenas.
Un centenar de personas de su aldea, Quishuara, recorrieron 80 kilómetros en camión para bloquear breve y pacíficamente la vía entre Abancay y Andahuaylas, dos localidades de Apurímac (sureste andino), epicentro de las protestas en Perú que han dejado 21 muertos hasta el momento y puesto en zozobra al país.
“La Constitución nos autoriza la desobediencia civil, la insurrección contra un gobierno ilegítimo”, añade, mientras sus compañeros corean: “¿Qué quiere el pueblo? ¡El cierre del Congreso!”. “No se respeta a los indios en Perú. Somos maltratados económicamente. Marginados políticamente”, agregó Juan.
Es el Perú profundo y pobre. Algunos pantalones están rotos. Las chaquetas, con las mangas gastadas, no cierran a falta de cremalleras. Algunos zapatos tienen agujeros. Mastican hojas de coca que transportan en bolsas de plástico. Les da energía, resistencia.
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De origen indígena, el depuesto presidente, quien fue detenido cuando quería refugiarse en la embajada de México, es muy popular en las regiones andinas donde su elección representó una especie de revancha del Perú rural sobre la capital Lima y sus élites.
De origen indígena, el depuesto presidente, quien fue detenido cuando quería refugiarse en la embajada de México, es muy popular en las regiones andinas donde su elección representó una especie de revancha del Perú rural sobre la capital Lima y sus élites.
Creen que a Castillo lo engañaron para perjudicarlo. “Le hicieron pisar el palito, lo han engañado para que diera el autogolpe”, considera Máximo Chirinos, un profesor de Abancay, un pueblo de 100 mil habitantes en la ladera de la montaña y capital administrativa de Apurímac, que también es la región natal de la nueva presidenta Dina Boluarte.
Fue vicepresidenta de Castillo y lo sucedió en el poder. Ahora es odiada por su pueblo, que le reprocha no haber renunciado tras la detención del presidente y la responsabiliza de la represión.
Dina Boluarte, sucesora de Castillo y con solo doce días en el cargo, espera recomponer su gabinente este martes 20 de diciembre, entre ellos al primer ministro. Dijo que privilegiará funcionarios con mayor experiencia política, para buscar salidas a la crisis.
Los manifestantes reclaman la liberación de Castillo, la renuncia de Boluarte, el cierre del Congreso, y la convocatoria a nuevas elecciones inmediatas. Boluarte ha dicho que se mantendrá en el cargo y exhortó al Parlamento a votar este martes el adelanto de los comicios generales de 2026 a 2023, una demanda del 83% de la ciudadanía, según encuestas recientes.
“Reitero mi llamado a la clase política a unirnos para retornar a la paz”, sostuvo durante una ceremonia militar.
Sin embargo, ciudadanos como Rosario Medrano Aguirre no creen en las palabras de la vicepresidente. “Estos derechistas tragan bien, se visten bien, con nuestra plata. No les importan la gente indígena, que no tiene medicamentos, no tiene buena educación”, aseguró. “¡Que Boluarte disuelva el Congreso, que dimita! ¡Si no, nos vamos todos a Lima a cerrar el Congreso!”, prometió la indignada peruana.
Con información de AFP.